La Jornada 28 de diciembre de 1996

Pavos, relojes, La Diana, todo se falsifica en el DF

La ciudad de México está catalogada por empresarios y autoridades como la meca de la industria de la falsificación a nivel nacional. La magnitud del mercado es tal que en 1995 dejó ganancias superiores a 500 millones de dólares; es decir, 4 mil millones de pesos, equivalentes al presupuesto programado para 1997 para las ocho delegaciones políticas más importantes del Distrito Federal o bien para tres secretarías de Estado.

La consecuencia inmediata del fenómeno es la cancelación de inversiones nacionales y extranjeras, pues a juicio de los empresarios las autoridades no ofrecen hechos y resultados que brinden confianza para seguir adelante con sus proyectos.


De la granja a la mesa?. Foto: José Luis Ramírez

En este paraíso de las falsificaciones puede encontrarse de todo, y no se limita a los productos de moda o con marcas exclusivas, pues abarca incluso a uno de los monumentos que se considera símbolo de la capital: la estatua de la Diana Cazadora. El original está en Hidalgo.

Para los empresarios y la Procuraduría General de la República (PGR), detrás de la piratería ``no hay bandas organizadas''. No obstante, la fuerza de esos grupos supera los esfuerzos del gobierno federal para combatirlos y causa, por un lado, el desánimo de grandes consorcios europeos y, por otro, presiones cada vez más fuertes de empresas estadunidenses hacia nuestro país para que solucionen el problema. Son las mismas firmas que en febrero pasado catalogaron a México como ``el pirata mayor de América Latina''. De hecho, la actuación de las autoridades judiciales rinde escasos frutos. En lo que va del año la PGR ha consignado a 15 personas por incurrir en el delito de falsificación de diversos productos.

Todos están libres bajo fianza, debido a que las leyes de propiedad intelectual y de derechos de autor no consideran ese tipo de ilícitos como graves, aun sin importar el daño económico que causan a las empresas. La penalidad --que se mantiene incluso con las recientes modificaciones-- es de seis meses a seis años de prisión para los infractores.

Así, el origen del problema está a debate. Para algunos, la crisis económica agudizó el fenómeno, porque alejó las posibilidades de adquirir un producto original. Para otros, en cambio, no hay vuelta de hoja: se trata de una actividad ilícita que deja ganancias millonarias a unos cuantos y que pone en peligro el empleo de miles de trabajadores.

En ambas posiciones existe un común denominador: el conflicto afecta a todos. ``Es como la polio'', dice David Show. ``A nadie respeta''.

Hay de todo, como en botica

Las plazas de comercio popular, Tepito, Pericoapa y los puestos de ambulantes en el Centro Histórico de la ciudad de México constituyen el corazón de esa actividad, pues ahí se recibe, almacena y comercializa el 80 por ciento de los productos falsificados en el país, según informes de la PGR.

Baste recorrer alguna de esas zonas para encontrar desde burdas imitaciones o elaboradas copias de perfumes, relojes, programas de cómputo, vinos, ropa, zapatos, tenis, discos, videos, audiocasetes y aparatos electrónicos, hasta glúteos, senos y pupilas falsas, que ayudan a resaltar la parte del cuerpo que se considere menos favorecida. Una especie de compensación en lo que la naturaleza no fue pródiga.

No toda la mercancía se fabrica en esos puntos. De hecho, constituye el último eslabón de una cadena que en algunos casos empieza en el extranjero y en otros surge en fábricas semiclandestinas dispersas en varios estados de la República.

También existen pueblos cuya principal actividad es la fabricación de prendas de vestir destinadas a la industria de la falsificación. Es el caso de Uriangato, Michoacán; Moroleón, en Guanajuato; Chiconcuac, en el estado de México; Tehuacán, Puebla, y la capital de Aguascalientes. Además, se han detectado fábricas clandestinas en Jalisco, Tlaxcala y el Distrito Federal, según informa David Show, representante legal en México de Levi's. De esos puntos salen grandes volúmenes de mercancía cuyo destino final son bodegas localizadas en el centro de la ciudad de México, particularmente en calles como El Carmen, Mixcalco, Aztecas, Bolivia, Argentina y Venezuela, entre otras. Allí se venden marcas que no han entrado a México, como la ropa Structure o GAP. ``Que yo sepa, no hay aquí ninguna tienda oficial de esas firmas'', asegura David Show.

Asedio al gobierno mexicano

El fiscal especial para Delitos en Propiedad Intelectual e Industrial de la PGR, Ernesto Soriano, informó que entre diciembre de 1994 y septiembre de 1996 se efectuaron mil 313 operativos en la República y se aseguraron 21 millones 604 mil 857 bienes diversos.

En ese lapso se presentaron 646 querellas de parte de diferentes empresas --principalmente de las industrias del vestido, disquera, películas y de la computación-- y personas físicas, de las cuales 307 corresponden a 1996. Este año, en la ciudad de México se realizaron 165 operativos y se incautaron 5 millones 107 mil 604 bienes.

En entrevista puntualizó que actualmente el gobierno mexicano enfrenta el asedio de las empresas de Estados Unidos afiliadas a la Alianza para la Propiedad Intelectual Internacional (IIPA, por sus siglas en inglés), que aportan 35 por ciento del PIB de EU, y exigen de nuestro país resultados concretos en la lucha contra ese delito.

``El problema de la piratería es grave, pero ha sido potencializado por esas ramas de la industria de EU y ha servido como punta de lanza para presionar a nuestro gobierno en ese renglón'', puntualizó Ernesto Soriano.

Por su parte, Jorge Amigo, director del IMPI, informó que actualmente están en proceso de resolución dos mil 500 asuntos que se refieren básicamente a problemas relacionados con las marcas de los productos.

Esa institución, junto con los empresarios que lo solicitan, realiza operativos en los lugares donde se detecta la comercialización de mercancía pirata. En esos recorridos ``hemos encontrado fábricas de hasta 500 trabajadores'', por lo cual el problema tiene hasta ahora una magnitud desconocida.

Incluso comentó el caso de una empresa estadunidense fabricante de pañales desechables --``no puedo decir cuál''-- que tuvo que pagar un millón de dólares a una firma mexicana que utilizaba indebidamente su nombre, para que dejara de usarlo. Algo similar sucedió con Gucci, cuyos representantes no desembolsaron ni un centavo, pero su caso tardó 15 años en resolverse.

De acuerdo con sus datos, el problema tiene una magnitud desconocida, y se calcula que el año pasado dejó ganancias similares al presupuesto que se pretende asignar en 1997 a las secretarías de Gobernación, Comercio y de la Contraloría.

Más grave la impunidad que la crisis

Raúl García, director de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (CNIV), dijo que hacia donde quiera que se voltee la mirada se encontrarán puestos donde se venden productos falsificados, la piratería en toda su expresión, y ``es increíble que las autoridades solapen zonas de tolerancia como Tepito o los centros de acopio que hay en Cuautitlán Izcalli''.

Denunció aquellas empresas clandestinas que fabrican ropa de marcas importantes y después enrolan a vendedores que van de casa en casa ofreciendo esos productos a precios menores a los que tienen las empresas formalmente establecidas, al que llaman cambaceo, y que también representa una forma de obtener grandes utilidades. ``Hay que concientizar a la gente de que al participar en ese negocio ilegal está acabando con la industria y el comercio nacional... aunque el culpable final de todo eso es la crisis económica'', resaltó.

Al hacer un balance de la actuación de las autoridades hacendarias y judiciales en este asunto, opinó que los esfuerzos este año resultaron insuficientes y eso generó desconfianza entre los grandes consorcios nacionales y extranjeros, quienes se invaden de un desánimo general. ``Hoy no se ven cifras y hechos concretos de que las autoridades vayan bien y eso no da confianza para seguir adelante con más inversiones, por lo que es fundamental avanzar con hechos reales en ese combate a la piratería.

``Mientras se multiplique la impunidad, de igual manera se acrecentará la piratería y la falsificación, y es más grave que haya impunidad a que haya crisis; por eso el gobierno mexicano debe asumir el costo político, actuar y ver al largo plazo'', sostuvo.

Para el gerente general de la firma Relojes Exactos, Enrique Uribe, a pesar de que la piratería ha pegado fuerte a muchas empresas radicadas en México, las imitaciones de muchos productos son de muy mala calidad, en especial las procedentes de China, que se ha convertido en la principal nación falsificadora de todo lo habido.

El empresario --único autorizado para importar relojes Mido a nuestro país-- indica que existe mucha preocupación en Suiza por la situación que se vive en este país, y no tanto porque se fabriquen aquí esas copias, sino por permitir el ingreso de grandes cantidades de relojes chinos. Pesimista, advirtió: mientras las autoridades no hagan nada en serio, resolver los problemas de falsificación y piratería de marcas no será viable. ``Todo esto tiene que ver con cuestiones políticas, con intereses creados... es decir, su solución será a muy, muy largo plazo''.


Lucen apetitosos, como los de a deveras. Su tamaño, consistencia, envoltura y precio inducen a pensar que se trata de auténticas gangas.

Pero no. Antes de ofrecerse al público los pavos Parson's que se venden en el mercado de San Juan recorren una ruta muy breve: en la madrugada llegan congelados en camiones sin membrete, procedentes de algún lugar del país. Se descargan, limpian y luego, a veces con discreción y otras abiertamente al público, se empacan en cajas con el membrete de la empresa.

Son pavos que antes fueron guajolotes, pero que no se criaron en las granjas de Parson's, aunque en las tiendas se ofrecen como tales. Se venden a 20 pesos el kilo y ante las suspicacias por las envolturas, el argumento es que se trata de aves pertenecientes a ``una remesa especial para el mercado; éstos si vienen frescos''.

Y es que, a diferencia de los auténticos, los pavos Parson's del San Juan están cubiertos por un plástico blanco sin logotipos, cerrados con una argolla metálica y cubiertos por una caja de cartón con el membrete de la empresa. Las cajas, sin embargo, tienen la apariencia de que se usaron con anterioridad.

Los empleados de las pollerías utilizan varios argumentos para convencer al cliente de la autenticidad de su producto. Algunos señalan que se trata de una oferta especial para el mercado, otros afirman que las aves están tan frescas que ``no se alcanzaron a congelar'' y otros incluso dicen que Parson's instaló mataderos en el DF y que por ello los pavos tienen la apariencia de que apenas unas horas antes estaban vivos. El vendedor de una pollería de Delicias y Aranda no se inmuta ante los comentarios: ``Son pavos, ¿no?'', responde.