Los Rólex de latón, desde Hong Kong; la firma suiza, resignada
``Hace muchos años que se abandonó aquí la lucha contra la piratería de nuestros relojes. Eran miles y miles de francos y dólares los que estábamos gastando en abogados para pelear contra ese fenómeno, y el gobierno mexicano no hacía nada. Por eso ya me dijeron desde Suiza `no hagas ya nada, no te muevas, nosotros trataremos de hacer algo desde acá; por eso dejé todo enterrado''.
Quien habla es Alex Benoit, representante en México de la marca Rólex. Afirma que a pesar de que las autoridades conocen de los puntos de venta de este tipo de relojes --considerado uno de los relojes más caros en el mundo-- es mínimo lo que se hace.
``Se llegaron a dar casos en que denunciabamos puntos de venta ilegal; acudían elementos de la PGR, según a destruirlos, pero luego veíamos que otra vez esos relojes ya estaban a la venta en otros lugares... eso nos fue decepcionando'', indicó.
Con su acento italiano, Benoit precisa que en cualquier tianguis o puesto de ambulantes del Distrito Federal es posible encontrar copias burdas de Rólex: son de latón cromado, con un peso muy reducido y que en poco tiempo se descomponen por ser ``desechables''.
En los precios ``no hay comparación'', pues mientras un Rólex original de oro le vale 12 mil dólares --más de 71 mil pesos--, en los puestos de la calle Balderas se adquiere el falsificado en 120 pesos.
Sin embargo, puntualiza que esas falsificaciones no se realizan en México, porque se carece de la tecnología y la mano de obra necesaria; esas imitaciones proceden de una isla cercana a Hong Kong, las cuales posteriormente ingresan de manera ilegal al país.
``La gente no se engaña --dice Alex Benoit--; quien desea adquirir un Rólex original va a una buena joyería, donde no le van a dar gato por liebre. Bien sabemos que un Rólex es un cheque al portador... pero, bueno, el precio del éxito es la falsificación''.