Esa franja de tiempo, casi siempre arbitraria, que divide un año del otro, el viejo del nuevo, suele ser acompasada por doce campanadas, que a su vez se materializan en doce uvas tragadas a razón de una por segundo, o en doce sorbos de champaña, de tamaño libre, que pueden resumirse en tres tragos considerables o en uno solo de higalgo.
Con el ánimo de materializar de otra manera los doce sorbos o las doce campanadas, un filósofo y un músico de La Haya, en Holanda, pusieron a la venta un exitoso producto que se vende en las tiendas de discos, aunque en rigor hace más cosas que un disco.
El producto (y también la asociación entre el filósofo y el músico) se llama The New Jesters, que en español quiere decir los nuevos bufones, aunque la intención sea que el nombre suene a New Year, Año Nuevo.
La base de este producto es un disco, con un solo track de estética minimalista, que tiene una duración de sesenta segundos. Se trata de una pieza tocada en el organum de la catedral de Amsterdam, compuesta a partir de la parte rítmica de la canción ``The soft parade'', de los Doors. Primero se escuchan veinticuatro segundos de introducción, luego los doce que equivalen a las doce campanadas y al final un epílogo de veinticuatro. Veinticuatro más doce más veinticuatro, según el comentario que escribe el filósofo en el folletón explicativo, es una bella representación matemática del equilibrio, aunque también es la fórmula práctica que hace funcionar a este invento que puede usarse, nada más, una vez.
Al disco y al folletón hay que agregarles, para empezar a desentrañar la naturaleza de esta obra, un marco con trama metálica que bien podría ser o mosquitero o rayador de queso, un hilo de nylon, un cepillo que puede servir para lavarse los dientes, un recipiente estilo Tupperware, y cien gramos de un polvo fosforecente que huele, sabe y hace espuma igual que el jabón. En las páginas explicativas nuestro filósofo enumera, con lujo de citas filosóficas, que van desde Paracelso hasta Franois Mitterrand, la aplicación del instrumental (que viene, junto con el disco y el folletón, en un empaque con forma de vihuela) durante la fiesta de Año Nuevo. Este escenario filosófico desbordado arranca de una idea de Roberto de Artois, noble francés de la época de Felipe el Hermoso, que aseguraba, en uno de sus ensayos sobre el placer, que el sentido del gusto ``es imperfecto porque el sabor de las cosas varía a causa de la multitud de sabores que tiene cada quien en la boca, de tal forma que el sabor más exquisito para uno puede ser para otro un saborcillo que apenas alcance el nivel de normalidad''.
``Montados en esta óptica'', dice nuestro filósofo, ``los New Jesters pretendemos trasladar el sentido del gusto, que predomina durante las doce campanadas del Año Nuevo, hacia el de la vista; es decir, que en vez de comer y oir las doce campanadas, ahora las veremos y las oiremos''.
Para conseguirlo basta comprar este producto y hacer la instalación necesaria. Enmedio de la mesa, en el lugar que ocuparía normalmente el platillo principal, deberá colocarse un equipo de sonido (que no viene incluido), o bien una de las bocinas. Después hay que suspender el rayador de queso, a dos centímetros del frente de la bocina, por medio del hilo de nylon que hemos sujetado previamente del techo. El siguiente paso es vaciar el polvo que huele, sabe y hace espuma igual que el jabón adentro del recipiente estilo Tupperware. Se agrega agua y se bate hasta que, igual que el jabón, haga espuma. Ayudándonos con el cepillo de dientes se distribuye la mezcla por toda la superficie del rayado de queso. Una vez efectuado este paso, cuando falten sesenta segundos para que cambie el año, echamos a andar el aparato de sonido que previamente fue cargado con la obra musical del organum de la catedral de Amsterdam. Entonces, asegura el filósofo en sus páginas floridas, los veinticuatro segundos de introducción obrarán sobre la mezcla del rayador de queso y la dejaran lista para que los doce acentos musicales, que son doce segundos, que en el fondo serán doce campanadas, se manifiesten en esa forma visible, que oscila entre la uva y el sorbo, que es la burbuja. Doce burbujas, producidas por las notas del organum, anunciarán, de manera visual, que un nuevo año acaba de comenzar. Los veinticuatro segundos finales de epílogo suspenderán la producción de burbujas.
El producto de los New Jesters ocupa el primer lugar en la lista de los discos más vendidos en Holanda. Ninguno de los poseedores de este equipo estrafalario sabe todavía si funcionará: esperan ansiosos el momento..