Néstor de Buen
Ciudadanía

Un cáustico: es su costumbre, Héctor Aguilar Camín aprovecha su pluma generosa (en resultados literarios o históricos) para declararse enemigo cordial de las organizaciones no gubernamentales y de las no partidistas que hoy empiezan a proliferar y hacen cola esperando resoluciones favorables del IFE. Son, sin duda alguna, trasunto del Grupo San Angel, así denominado porque sus primeras reuniones fueron en la casa de Jorge Castañeda, gratamente ubicada en aquellos rumbo.

Para Héctor (``Políticos y ciudadanos'', Proceso no. 1051 de 22 de diciembre), quienes invocan ahora el concepto de ciudadanos pretenden situarse ``por encima de toda sospecha en cuanto a la generosidad de sus móviles y la limpieza de sus intenciones...no les interesa la política, sino corregir y sanear la política. Su meta no es el poder, sino la vigilancia de los poderosos''. De ahí deriva una serie de conclusiones: estos grupos son como los detectives del cuento que se integran a una banda; para generar confianza cometen todo tipo de delitos que pretenden justificar por aprehender al jefe de la banda. De ahí que califique a las organizaciones de ciudadanos como grupos ``que son en verdad cuerpos con intenciones, necesidades y ambiciones políticas, grupos y personas que compiten por espacios y poderes públicos con otros grupos y personas''.

Me temo que Héctor exagera un poquitillo. Hasta daría la impresión de que se lanza como adalid de la contraciudadanía en una gestión oficiosa en beneficio del único partido, el PRI, al que esa ciudadanía activa molesta. Y, por lo visto, molesta mucho, de lo que me alegro.

Adivina Héctor en esos grupos la pretensión de sus integrantes de volverse políticos activos y profesionales. ¡Grave pecado! Y yo me pregunto: ¿Es, acaso, un delito? La ciudadanía es atributo y exigencia. Otorga el derecho y obliga a participar en política. Así como la personalidad jurídica es el disfraz que permite actuar en el mundo del derecho, la ciudadanía es la toga, solemne, que impone a quien tiene ese atributo: mexicano, mayor de 18 años, el derecho de intervenir en política, de elegir y ser elegido (salvo que sea ciudadano de tercera como quien esto escribe, a quien le falta el segundo atributo por culpa de la madre Constitución).

El ciudadano es un hombre preocupado por su entorno, es un hombre político si se recuerda que la Polis griega es el antecedente de la Civitas romana. Político y ciudadano son, por ello, sinónimos. Ser ciudadano y no ser político es un contrasentido y llega a ser un desastre cuando se refleja en la abstención del voto.

Aspirar a un puesto político o, inclusive, a convertirse en un político profesional (cualquiera que sea el significado de ello) no es pecado sino mérito. La ambición de ocupar un puesto político es tan legítima como la de aspirar a ser un escritor y un historiador notable, como sin duda lo es Aguilar Camín. Pero también debe reconocerse el derecho a la participación romántica en la política, más allá de cualquier ambición personal. Muchos de los personajes que se inscriben en los grupos ciudadanos fueron políticos de relieve: diputados, senadores, secretarios de Estado, diplomáticos, etcétera, y hoy su ambición es sólo contribuir a mejorar las cosas que en manos de los políticos profesionales han llevado al país al desastre.

Pero, querido Héctor, debes admitir que participar en la política como simple ciudadano, sin poder llegar al cielo de las Cámaras, de los más altos tribunales o del Gabinete, también tiene su gracia. De ahí mi admiración hacia ese hombre brillante que es Adolfo Gilly. En mi caso, lo confieso sin rubor, no fue por falta de ambición política sino por impedimento constitucional que no soy miembro de algún partido. Siempre creí que la política debe, en lo fundamental, actuarse en los puestos de elección o selección. Sin embargo, hoy no soy tan ambicioso. Y ahí la llevo, echándole ganas porque el asunto me interesa y me apasiona y no quiero dejar de ser un activo participante en el cambio indispensable de nuestro país para lograr que sea un México mejor.