La Jornada 29 de diciembre de 1996

Amenaza de veto chino en la ONU ante la invitación a Taiwán

Blanche Petrich, enviada, Guatemala, 28 de diciembre El llamado ``día D'', el día en el que debe arrancar el proceso de desmovilización y desarme de los 2 mil 700 efectivos de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) en ocho puntos de la geografía de este país, sigue pendiente de un hilo y sin fecha fija.

Un tropiezo diplomático de la cancillería guatemalteca, una invitación al jefe de Estado de Taiwán --gobierno con el que Guatemala tiene relaciones desde hace décadas en lugar de con el gobierno de Pekín, provocó la revancha china. Como miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, China anunció que ejercerá su derecho a veto para obstaculizar la necesaria aprobación de este órgano para el envío de observadores militares de la ONU a Guatemala.


Ceremonia maya del Palo Volador para pedir por
una paz duradera en Guatemala, frente al Palacio
Nacional.
Foto: Pedro Valtierra/enviado

Y mientras se da el estira y afloja en Nueva York, aquí la Misión de Naciones Unidas reclama urgentemente más refuerzos de observadores militares para desplegar la Comisión de Verificación. Así que con la fiesta de la paz ya en puertas, la mesa de negociación todavía busca a última hora cómo salvar el escollo y hacer coincidir el ``día D'' con la histórica fecha de la firma de la paz.

``No es tan grande el problema y estamos trabajando muy intensamente para que el ``día D'' se dé lo más pronto posible'', comenta confiado el comandante Pancho, uno de los mandos de la ORPA que desde hace días se adelantó a la comandancia general para participar en las intensas negociaciones de última hora. ``El número de refuerzos no es importante y en las dos partes hay toda la voluntad de resolver las cosas'', dice.

Con él coincide Gustavo Porras, el presidente de la Comisión para la Paz, la delegación gubernamental en la mesa: ``Este no debe ser visto como un problema insalvable. Estamos en pláticas''.

Sin embargo, según sostienen fuentes del gobierno y de la guerrilla, los preparativos para este punto del acuerdo, que de hecho significa la gradual disolución de la fuerza guerrillera más numerosa de Centroamérica, siguen sin interrupción.

EGP, el grupo guerrillero mayoritario

De acuerdo con los datos proporcionados por el coronel Otto Noak, vocero de la Fuerza Armada, los mil 500 guerrilleros del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) se concentrarán en localidades cuya ubicación aún no se revela en Huehuetenango, la zona montañosa de El Quiché y dos en la selva del Ixcán.

Los 700 efectivos de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) contarán con dos áreas de concentración: una en Santa Rosa y otra más en la zona colindante entre los departamentos de la Alta Verapaz y el Sur de El Petén. Y los 500 armados de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas se asentarán al occidente de Quetzaltenango y en el sureño departamento de Escuintla. Para la cuarta fuerza integrante de la URNG, el Partido Guatemalteco del Trabajo no hay zonas de concentración previstas ya que es un grupo sin efectivos armados.

Según el cronograma previsto en los acuerdos operativos para el cese del fuego definitivo --hay un alto al fuego de facto desde marzo y se ha mantenido a pesar de choques menores en la zona del Ixcán--, a partir del ``día D'' los guerrilleros se acercarán a las zonas de concentración previstas en un plazo de diez días. Anteriormente todas las unidades del ejército se retirarán en un radio de 12 kilómetros, más otros seis previstos para el perímetro de seguridad de la propia guerrilla. Ahí gradualmente irán entregando las armas a la Minugua. Y precisamente para verificar que esto se esté cumpliendo a cabalidad se requieren los refuerzos de la ONU --que no son cascos azules--, si es que China lo permite.

En un año, baja a 13 mil soldados

En reciprocidad, el ejército también se prepara para reducir en 1997 sus efectivos 33 por ciento --de 46 mil deberá tener a fines de 1997 33 mil soldados-- y, lo más importante, también sus recursos. Según el coronel Noak, del primer lugar que ocupó en el presupuesto federal hasta 1995, y del tercer sitio que ocupa actualmente, con 2.5 por ciento del total, sólo después de los rubros de salud y educación, el gasto para la defensa ocupará el año próximo entre el cuarto y quinto lugar, con 45 millones de quetzales menos.

Entre los pasos inmediatos está prevista la disolución del Estado Mayor Presidencial y de la Policía Militar Ambulante. Tan sólo en el segundo rubro serán disueltos tres batallones de 500 hombres cada uno al corto plazo. En su lugar se creará la policía civil, con 20 mil efectivos.

El coronel Otto Noak asegura que este proceso de desmovilización parcial dentro del ejército lleva dos años de iniciado: ``Es un cambio que responde no sólo a las negociaciones de paz sino a lo que nosotros vemos como una necesidad para la integración de Guatemala a la globalización. La reducción de los ejércitos es una tendencia mundial, en particular centroamericana. También está la de formar bloques y nosotros tenemos que integrarnos. Queremos ser parte de los esfuerzos de la Organización de Naciones Unidas por pacificar el mundo y tenemos que enrolarnos en estas tendencias''.

El recorte de cerca de 13 mil soldados se logrará, no por medio de despidos, sino mediante la suspensión total del actual plan de reclutamiento forzoso que incorporaba, hasta ahora, a cerca de 5 mil efectivos cada tres meses para un periodo de tres años. Así, muchos soldados terminarán su compromiso con el ejército y sin derecho a subvención pasarán a retiro. Entre tanto y a lo largo de todo el año no será enrolado nadie más.

Entre los oficiales sí se entregarán subvenciones y beneficios vitalicios a quienes se acojan al plan de retiro habiendo cumplido 20 años en el servicio militar. Este plan, que se puso en marcha a principios de 1996, permitió que, de manera insólita en la historia de la institución castrense, se jubilaran nueve generales en sólo un año. Además pasaron a retiro 22 coroneles, 49 oficiales especialistas y 11 profesionales con grado militar.

Según el coronel Eduardo Palacios, subjefe de la Oficina de Comunicación del ejército, lejos de provocar frustración o limitar las oportunidades de ascenso para los oficiales, la reducción efectiva de la fuerza armada ``oxigena a la institución y abre nuevas perspectivas a la oficialidad joven''.

En distintos momentos de la historia reciente guatemalteca, la oficialidad joven hizo sentir su presión dentro de la rígida estructura militar. En especial durante los años más cruentos del conflicto armado, los oficiales que comandaban zonas militares en los frentes de guerra, y cuyas tropas sufrieron grandes cantidades de bajas, reclamaban ascensos que una generación de generales veteranos les bloqueaban. Los dos coroneles entrevistados no lo mencionan, pero esa situación también incubaba entre los militares ambiciones golpistas.