La Jornada Semanal, 29 de diciembre de 1996


Alfabeto parcial para Phil Kelly

Fernando Solana Olivares

En su calidad de subdirector del Museo de Arte Moderno, Fernando Solana Olivares ha sido un testigo excepcional de las artes plásticas. En este texto singular, que revela tanto del autor como de su objeto de estudio, el novelista de La rueca y el paraíso aborda los mundos que pueblan la imaginación plástica del irlandés Phil Kelly, quien actualmente expone en México.



Querido Phil:

a). Me cambié de casa. Trasegué de nuevo mis libros. De entre las páginas de uno de ellos cayó al suelo un papel. Decía: "Un hombre mira un desierto de plata, en él está un destino nunca cumplido, la batalla inalcanzable que el héroe espera solitario. Nada lo aguarda en la distancia de su memoria salvo él mismo que la mira y su monótona esperanza. Una mujer toca las fibras de su recuerdo, como un traje postergado." De cabeza en el papel había una cifra, una anotación hecha en código y un rayón: signos de la pluma nerviosa probada antes de anotar. El papel es amarillento y humilde, de poros abiertos, casi proletario si no fuera por su nombre: revolución.

La anotación transcrita me entusiasmó durante algunos días. Hoy ya no, desde hace unos minutos. "Estamos en lucha contra el lenguaje." Cuándo escribió aquello Witti el jardinero? Cuando oía berrear a las sirenas esquina con Calcuta? No. Cuando se arrojaba contra las paredes blancas, paredes gaseosas del fantasmal imperio podrido. No cuando la perra vieja del vecino suplicaba desde el amanecer hasta el crepúsculo que la dejaran por piedad entrar a la casa porque nunca la escuchó. Y los vecinos son cristianos. Dan saltos y gritos practicando todos los jueves desde tenues cortinas de gasa para que todos los vean y el sábado en el templo exigen que Dios los acepte en su caritativa altura.

b). Un día alguien me pidió que le hablara de ti. Entonces dije: "Un hombre sale a recorrer la ciudad por la mañana. Lleva consigo pequeños trozos de papel que le sirven para apuntar lo que su mirada encuentra. Su vagabundeo no está cifrado más que en eso: una política del espíritu que obtiene sus milagros de lo cotidiano. Un hombre lucha con la forma desde el altivo puente de la ciudad bastarda. La doblega, sus manos anchas teñidas con los pigmentos multicolores de su oficio trazan la geometría urbana que nada más se muestra ante sus ojos. Después regresa a su estudio y plasma en lienzos las visiones obtenidas porque qué seríamos sin el consuelo de lo que aparentemente no existe?"

c). Desde luego, faltaron palabras, siempre faltan. La pregunta que siguió no fue inesperada: "Entonces usted afirma que ese hombre pinta lo que no existe?" Tuve que aclararlo, decir que tu pintura era una aproximación de otro orden a una realidad no manifiesta y por ello más real que la ofrecida por las estrechas puertas de la percepción urbana, que tu ciudad azul, imaginaria, de transmutaciones e intercambios, era la ciudad invisible para todos, descubierta por tu don: otra mirada. Continué con el poético lugar común de la esoteria: hay otros mundos y están en éste. Él puede verlos y su tarea es mostrarlos, afirmé, por eso sus cuadros son templos armónicos de la reunión y el encuentro, abstracciones opulentas que intercalan lo cerca de lo lejos para mostrar que la distancia es un artificio, términos diarios que intuyen al sol en el alma de cristal de una botella, palmeras salvajes que danzan en manchismos cromáticos, estanques de agua y luz donde flotan autos veloces, crepúsculos agónicos cuando el día decide retirarse. Una frase cumplió como síntesis: él ama nuestra Babel, por eso la crea y la conoce, por eso la reconstruye y la recorre, la parodia y la transfigura. Es su mejor, su cumplido amante, el que la escudriña sonámbula y milagrosa, el que sabe que en ella todo está.

d). Toda nuestra literatura ha lloradopor la ciudad. Desde su caída, cuando los dioses monstruosos huyeron ante la arremetida de otros más fuertes y se enterraron en la tierra profunda y cedieron esta ciudad de agua y transparencia para intoxicarla, hasta los días de ahora donde el ayudante de un albañil sacrifica a una jovencita para los dementes dioses subterráneos de la ciudad que lo hostigan hasta convencerlo y a ella la tienden en una plancha de concreto cubierta con tres pañuelos sobre su ultrajado pubis y los dos redondos senos y el cabello le cae por la espalda al cadáver y se suspende antes de tocar la tierra y echar otras raíces oscuras mientras abajo descansan las herramientas rudas del asesino, manchados de sangre los callosos mangos del pico y de la pala, como cuchillos.

Nadie ha podido gobernar esta ciudad. Es un animal de protuberancias que se fabrica a sí mismo, donde los dioses no adormecen a los hombres y no enmudecen a los perros. Conciencia, sensación, reacción. Así la ciudad va cumpliendo sus ritos ciegos, absorta en la expansión de su propia superficie, atenta a la melodía oscura de sus entrañas martirizadas por los restos de piedra y lodo que los tiempos han dejado en su interior.


Una frase cumplió como síntesis: él ama nuestra Babel, por eso la crea y la conoce, por eso la reconstruye y la recorre, la parodia y la transfigura. Es su mejor, su cumplido amante, el que la escudriña sonámbula y milagrosa, el que sabe que en ella todo está.

e). Frente a mi casa cruzan varios de los senderos que habilitan el laberinto.Durante la mañana son rojos, por las tardes ocres y en la noche negros. Pero cuando llueve son de plata líquida, como si la ciudad quisiera engañar a quienes los recorren mansamente y atarearlos en descifrar el acertijo de su transformación repentina. Son los milagros incandescentes de un ser que fue acuático y celeste, de orgullosa claridad, de delicada atmósfera, y que hoy sufre su sentencia moderna de cemento estéril, vapores homicidas, turbios horizontes. Ni en el lenguaje ni en el ojo: en esta ciudad no hay lontananza.

Quienes caminan por esos hilos de color cambiante nunca llegan a su destino, están en él. El anciano que agradece el sucio sol matinal que recibe sin dirigir la mirada hacia el cielo opaco, los amantes que acuden a una cita clandestina y festejan el anonimato en que los envuelve la colmena, la mujer hermosa que desafía la gravedad inestable del coloso con pasos de reina, el desempleado que ocupa su vagabundeo musitando la letanía citadina del fracaso. Todos creen habitar la ciudad y dominarla. Otra ilusión burlosa del gigante envilecido: el hormiguero devora a las hormigas.

f). En qué consiste el misterio de la mirada? Por qué una misma forma puede ser percibida de modos múltiples? Por qué una forma queda oculta para casi todos pero no para uno que la percibe desde su visible singularidad? Dónde está la respuesta a ello: en las formas o en la miradas, en lo que se ve o en quien lo ve?

Los textos afirman que el arte considera las cosas independientemente del principio de razón. Quien se hace sujeto puro del conocimiento se desprende de sí mismo. Y como los hombres explica Schopenhauer, un pesimista apasionado no saben hacer esto, no son aptos para la concepción puramente objetiva de las cosas, a excepción del artista, cuyo talento es esa materialización aristocrática, porque está reservada a unos cuantos, y secreta, porque ni siquiera aquel que la obtiene sabe cabalmente cómo se manifestó.

g). "Así pues prosiguió quien me interrogaba, este pintor sale de sí mismo para mirar y reproducir lo que de otro modo le sería escondido. Sí? De qué manera lo consigue?" Para responderle imaginé un periplo alucinante, que contaba con cierto detalle los pasos de cualquiera de tus paseos diurnos por la concentración que la historia cuenta como el mayor desastre de la dispersión: Babel y su número incontable. "Es el viaje del héroe dije. Sólo que éste tiene un orden estético. Su primer momento es la llamada de la aventura. Ocurre de mañana, cuando los sueños ya son irresistibles y la conciencia quiere ponerse en movimiento. Salir a la ciudad es seguir un llamado. Es la separación o la partida, el recibimiento de las señales de la vocación del héroe. Su equipaje principal es una libreta de hojas gruesas y algunos lápices con puntas afiladas. De modo inmediato, esta voluntad temprana puede vivir el acto de su cancelación: la negativa al llamado. A tal pánico inmóvil se le entiende como la locura de la huida del dios.

Es una lucha relampagueante, de corta pero muy intensa duración, donde la perentoriedad del llamado, su colapsante distancia con la lógica de lo cotidiano es tal que el mundo opaco se ofrece como un reflujo, tapa con cera los oídos, cubre con vendas los ojos. Es entonces cuando aparece una ayuda sobrenatural. Los libros canónicos explican que es la inesperada asistencia que recibe quien ha emprendido la aventura espiritual y estética adecuada. Me imaginé que tú, para apresurar esa etapa, te subías a un puente y veías hacia abajo. Sólo corrientes pasan debajo de los puentes: agua, flujo vehicular, luz, gases, colores, formas. A tu derecha una pequeña colina verde que corona un diminuto castillo, a tu izquiera la voluminosa selva de la telaraña. Abajo la danza del flujo ininterrumpido en constante movimiento. En ese punto del día al héroe le sucede el siguiente momento: cruza el primer umbral. Se modifica el modelo cognitivo con que acostumbra percibir las cosas y comienza a crear. Todos los sentidos intervienen, se funden armónicamente la inteligencia y la emoción. Parte de lo que ocurre proviene del linaje: el ojo y la mano, que 'basta que abran las alas y milenios caen de su vuelo'. Luego vendrá la entrada al vientre de la ballena, cuando la percepción se purifica y desaparecen los falsos conceptos. Tú eres entonces eso que ves. Diría Gottfried Benn que el arte no es algo pertinente a las ciencias humanas sino algo físico, como las huellas digitales. El héroe termina, guarda papel y lápiz. Recolectó."

h). Phil: El señor Bloom de tu compatriota Joyce caminó inadvertido a lo largo de los árboles, pasando ante ángeles entristecidos, cruces, columnas quebradas, bóvedas de familia, esperanzas de piedra rezando con los ojos fijos en el cielo, manos y corazones de la vieja Irlanda. El señor Joyce cuenta que el señor Kelly, su compatriota, caminó inadvertido en la negra Mordol, y que en ella obtuvo una clase de revelación debido a su espacio de redes fluorescentes, que caminó inadvertido desde sitios con perspectiva, con tiro visual, y que pasó ante odaliscas lujuriosas, vagabundos del dharma, en la ineluctable modalidad de la ineluctable visualidad joyceana, marea alta en los espolones donde choca toda la energía, el señor Kelly guardó sus papeles en el ancho bolsillo y echó a andar hacia una cantina para beber chelas, de cualquier modo continuabaen el vientre de la ballena, por ello siempre llevaba en los dedos pequeñas manchas de colores, aunque caminó inadvertido por las líneas de envío de Mordol en un después del mediodía soleado, pasando ante ancianas con cara de parca, adolescentes absortos en nada, el mundo lleno de formas vacías, así en la cantina esas formas se capturan y se bebe, la conciencia múltiple sedienta del señor Kelly se sienta porque el héroe visita con frecuencia establecimientos donde las fuerzas de afuera no entran más que pidiendo permiso y hay en ellos una calma religiosa con la merecida comodidad de las cervezas, antes bebida de dioses por su tono ocre de sol que está cerca del descanso voluntario, vesperal, y ese lujo débese a la tradición del mecenazgo, sentarse así con el señor Kelly en este lugar tan parecido a Dublín, aunque muy abajo, en los fondos subterráneos, corran fantasmas embrutecidos por la derrota y el encierro y la sed.

i). "Parece que viera con los dedos." Eso escribe Joyce que piensa Bloom.

j). Detrás de lo que se percibe está algo más, y detrás también, y detrás. Texturas, capas, sedimentos. Como tu opulenta pintura a través de las superposiciones, los trazos casi espontáneos, la irreflexiva sabidudría de la espátula que embarra el óleo, los manchones inducidos por un dictado casi automático, el ágape pagano de la cromática revuelta en tonos de toda variedad, colores que sólo de ese modo llegan, la condición para crear constantemente, no parar. Vencer es avanzar. El héroe alcanza otros escalones. Un punto inmóvil donde tanto movimiento es a la vez quietud. Los lienzos del pintor son parte de una nueva cadena de causas y efectos, necesaria para penetrar en las estructuras profundas de la realidad. El héroe como geómetra que cambia las vías de una estación con los trenes en movimiento, o un pintor. La operación creativa para saltar con pértiga el mundo infernal de la dualidad. Por qué la modernidad ha insistido en la relación diferenciada de vida y obra? Como si la interdependencia fenoménica no fuera la única atmósfera donde se puede respirar. La forma queda abstraída de su significado inmediato para reconstruirse y merecer otra densidad: de tal modo, desde la voluntad intuitiva, la pintura realiza el mundo como representación. Son las anclas del héroe, su concentración y su levedad.

k). "Bueno", dije a mi interlocutor, "debo terminar. Ya sabe: estamos en lucha con el lenguaje, y todo eso. Si encuentra usted por ahí a Phil Kelly fabricando sus geniales epifanías, dígale de mi parte que le envío todas las seguridades de mi consideración." Estarás de acuerdo: no debía comentar nada más. A veces todo encuentro casual es una cita. Vivimos la vida paso a paso, pero en su inviolable totalidad, la vida nos vive a nosotros.