Emotivo reencuentro con la patria en la víspera de la firma definitiva
Blanche Petrich, enviada, Guatemala, 28 de diciembre El eco de las siglas de la URNG, coreadas a todo pulmón desde la sala de espera del viejo aeropuerto, llegaba apenas a oidos de los jefes de las organizaciones guerrilleras, que recién habían bajado de un avión comercial procedente de México que portaba el lema ``las alas de la paz''.
Cuando sus siluetas aparecieron al final del pasillo y se acercaron a la puerta de salida los marimberos de la zona militar, únicos soldados en la escena, redoblaron con brío sus sones.
Pablo Monsanto y Rolando Morán, comandantes
de
la URNG, durante la bienvenida de simpatizantes al
arribar a
Guatemala. Foto: Pedro Valtierra/enviado
Bloques compactos de reporteros estrujaban a los comandantes Rolando Morán y Pablo Monsanto. Sus oficiales de seguridad, por primera vez portando armas autorizadas por el gobierno y controladas por Naciones Unidas, los llevaban en vilo. Un poco al lado de la atención generalizada, Carlos González y Jorge Rosal, quien llegó en lugar del jefe máximo de su organización Rodrigo Asturias, también daban y recibían abrazos emocionados. Sudaban, tartamudeaban, sonreían.
En la primera rueda de prensa en su país, las palabras pronunciadas por el dirigente del EGP Rolando Morán se ahogaban en el barullo del caos: ``Los comandantes de la URNG, hondamente emocionados y hasta el alma por este recibimiento tan cálido, venimos para quedarnos y seguir luchando en medio de la legalidad y dentro de las normas que la paz establece. Para hacer una Guatemala mejor, una Guatemala con plena democracia''.
A espaldas del batallón de periodistas, otros jefes guerrilleros, entre ellos el comandante Daniel de El Petén, y Pancho de Sololá, también celebraban el rencuentro con sus paisanos, con diplomáticos, con políticos y negociadores. En la pequeña sala de protocolo se materializaba al fin un objetivo que parecía imposible hace apenas un año. Los jefes de la insurgencia finalmente entraron por la puerta grande a la legalidad, y llegaron precisamente el día en que entró en vigor la Ley de Reconciliación Nacional.
La ausencia notable fue la de Rodrigo Asturias. En su lugar asistirá mañana a la firma de los acuerdos de la paz, en el Palacio Nacional, Jorge Rosal, un cuadro político que durante años trabajó en la representación de su organización en París. Obviamente, la pregunta sobre la ausencia del líder de ORPA no se hizo esperar. Y Rosal alzó la voz para explicar que Asturias no vino por una decisión política, ``para no entorpecer el proceso'', pero que en el futuro ``Gaspar Ilom vendrá para seguir luchando y asumir su liderazgo''.
En la rebatinga de preguntas y respuestas Morán y Monsanto llevaron la batuta. Hablaron del futuro político del partido que piensan formar en breve como URNG: ``Estamos en proceso de integración de las cuatro organizaciones de la URNG para construir un partido a nivel nacional, que sea instrumento de lucha política de todos los sectores democráticos de Guatemala''.
De la posibilidad de nuevas coaliciones: ``Venimos abiertos a dialogar con todos los sectores dispuestos a construir una nación democrática, multiétnica y pluricultural''.
De su postura ante sus antiguos enemigos: ``Si no tuviéramos confianza en el ejército no estuviéramos aquí''.
Del porqué negociaron en lugar de continuar la lucha armada: ``Fuerza revolucionaria que no ensaya todas las posibilidades que hay se encasilla y se encierra. Nosotros encontramos que la negociación era la vía para fortalecer todo lo que habíamos alcanzado en el campo de batalla''.
Y de las diferencias que ven frente a otros procesos de guerrillas que al reinsertarse en la vida política de sus respectivos países sufrieron serias derrotas electorales: ``La perspectiva política que tenemos no tiene nada que ver con lo que ha pasado en El Salvador, Guatemala y Colombia. Aspiramos a conquistar el voto de los guatemaltecos''.
Pero las emociones más fuertes estaban por venir. Con trabajos se abrieron paso hacia la salida, en sus vehículos. Y ahí el movimiento popular, que convocó a varios miles de personas para la bienvenida de los jefes militares, pudo finalmente ver la cara de los emocionados comandantes. Y entonces los gritos de URNG ya no fueron sólo ecos lejanos, sino una oleada de banderas y manos que los envolvió y los acompañó buena parte del camino hacia el hotel donde pernoctarán durante estos días de celebración.
Porque después, pasadas las fiestas, empezará su reinserción real. Y la historia se tendrá que contar de otra manera.
Por lo pronto, desde esta tarde los sacerdotes mayas de Chichicastenango empezaron a purificar con su música y sus inciensos los aires del parque central. Mañana se llevará a cabo la hazaña del Palo Volador (como los de Papantla) y según se espera la ciudad se inundará de globos blancos