Ahora, fortalecer el poder civil, pactan signantes
Blanche Petrich, enviada, y Mario Maldonado, Guatemala, 29 de diciembre Con los jefes militares de la guerrilla por primera vez al descubierto, con la simpatía sin disimulos por la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) de centenares de organizaciones populares, decenas de miles de guatemaltecos participaron aquí en la primera jornada de la posguerra. Una demostración política muy festiva y una fiesta -alegre, a pesar de la naturaleza más solemne e introvertida de los guatemaltecos- de gran contenido político.
``Es sobre todo para decirle al mundo que esta nueva etapa que empieza no es para cruzarnos de brazos, que la lucha sigue'', dice Manuel Cedillo, resumiendo lo que desde los altavoces y las muchas tribunas que se levantaron hoy reiteraron los líderes de este multifacético movimiento popular opositor que empezó a germinar al calor de las primeras rondas de negociaciones, iniciadas hace cinco años, y que ahora enfrentan su encrucijada, con la irreversible presencia de la URNG en el país.
Por la mañana empieza a congregarse la multitud con sus banderas y con sus consignas. Arranca la primera columna hacia el cementerio municipal. Es un saludo para honrar la memoria de los muchísimos caídos en esta larga guerra a la cual hoy se le expide oficialmente certificado de defunción. 150 mil muertos. Se dice rápido. Dos tumbas lo simbolizan. La del subteniente Turcios Lima, quien participó en el primer levantamiento de la oficialidad joven el 13 de noviembre de 1960 y quien después, junto con Yon Sosa, inició el movimiento guerrillero, padre de la URNG que hoy culmina su historia de lucha armada. Vecino de Turcios Lima, en el panteón, yace ahora también el coronel Jacobo Arbenz, el presidente derrocado por la invasión mercenaria de 1954.
De ahí se sigue la marcha hacia el Parque Central, el principal escenario -entre muchos otros- de la fiesta popular.
Marchan entre los contingentes figuras históricas del movimiento armado, como César Montes, el Chiris, ahora ya cincuentón. Fundador de las primeras Fuerzas Armadas Rebeldes y Ejército de los Pobres, y también de las FARN salvadoreñas en Guazapa; instructor de tropas especiales en el Ministerio del Interior de Nicaragua, ahora se sitúa con ganas y posibilidades de aportar a la reconstrucción de Guatemala y a la búsqueda de una transición democrática, pero fuera de la URNG, ``sin ser -aclara- antiURNG''. Y en tal papel recomienda: ``Que el proceso de la paz no dependa de la ayuda externa. Esa dependencia fue lo que perdió a la revolución nicaragüense''.
Es crítico: ``La firma de la paz está a destiempo, se pudo haber firmado antes, por lo menos durante la presidencia de Ramiro de León Carpio''.
Caminan entre su gente las diputadas del Frente Democrático Nueva Guatemala. Entre las mujeres de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala se distingue apenas su dirigente Rosalina Tuyc, caminando con su patojito al lado, leyendo sus consignas. Y Nineth Montenegro, con sus cercanas del Grupo de Apoyo Mutuo. En otro sitio, el líder campesino Almícar Méndez, del Consejo Etnico Runujel Junam. Y los contingentes de las Comunidades de Población en Resistencia, el Comité de Unidad Campesina, las Comisiones Permanentes de Refugiados y sus distintas vertientes de retornados.
En la columna de la Vertiente Norte camina Manuel Cedillo. Su familia era de Nebaj. La tierra arrasada por el general Efraín Ríos Montt los expulsó hacia México. El tenía 13. Pasó 12 años de su vida en el municipio de la Trinitaria, campamento de El Porvenir. Vivió de cerquita el levantamiento zapatista del primero de enero de 1994. Retornó a Guatemala el 11 de julio de 1995. El y su comunidad fueron a asentarse al Petén, en una finca del municipio de Dolores. Ahí ha peleado por rencontrar una raíz, sabiendo que ahora sí los arbolitos que siembren no los tendrán que abandonar nunca y que las casitas que construyan serán para siempre. ``Pero no sólo a eso retornamos, sino para seguir luchando''. Y como ésta, en esta larga columna humana, muchas historias semejantes, todas con la marcha que les dejó la guerra.