``SE DISPARO SOLO'' EL ASALTANTE DEL BANCOMER: PGJDF
Miriam Posada García Después de más de seis horas de negociar con la policía y de mantener secuestradas a por lo menos 14 personas, un asaltante de nombre Gerardo murió al recibir un balazo en el cuello justo en el momento en que se disponía a huir con los dos últimos rehenes que mantenía. El director de la Policía Judicial, Luis Roberto Gutiérrez, aseguró que el asaltante abrió fuego contra los policías, y que él mismo se disparó.
A las 13:30 horas de ayer inició el drama del primer intento de asalto bancario en la ciudad en el que un solo delincuente toma rehenes y negocia su huida.
La gerente de la sucursal, Josefina Enciso, momentos
antes de que el delincuente saliera con sus dos rehenes
Foto: Carlos Ramos Mamahua.
El asaltante, que durante casi seis horas dijo llamarse Gerardo, llegó alrededor de las 13:00 horas a la sucursal Bancomer ubicada sobre la calzada Ignacio Zaragoza, casi esquina con la avenida Javier Rojo Gómez, en la colonia Agrícola Oriental, delegación Iztacalco. De acuerdo con las primeras versiones policiacas por lo menos iba acompañado de dos cómplices, uno de los cuales huyó en un momento aún no determinado.
Al llegar el sujeto despojó de su arma a un policía Marco Antonio Martínez Mota, quien estaba a cargo de la vigilancia de la sucursal y que recibió un balazo en la mano izquierda. Después disparó contra un usuario que resultó herido en una pierna.
La alarma del banco se activó y minutos después llegaron unidades policiacas; sin embargo, se encontraron con que el único ladrón había tomado como rehenes a por lo menos 14 personas.
Entonces, el director de área de la Policía Judicial en Venustiano Carranza, José Vilchis, su homólogo en Iztacalco, Moisés Guzmán Tinoco y el jefe del sector 4 Iztacalco, Marco Antonio del Prado, iniciaron las negociaciones con el asaltante.
Media hora después el delincuente dejó en libertad a dos niños, dos mujeres y dos hombres, entre los que se encontraba uno de los cómplices que se hizo pasar por víctima, pero al no poder explicar su presencia en el banco fue descubierto e identificado como Jorge de Jesús Ríos Riveles.
Gerardo puso como condición para liberar al resto de las víctimas que le entregaran un vehículo para poder huir y que le dieran el dinero que hubiera en la bóveda. Poco después la policía condujo hasta la entrada del banco un automóvil Mystique color rojo, placas YL 60 con gasolina, las llaves puestas y las puertas abiertas.
Alrededor de las 15:00 horas el individuo dejó salir a otros siete rehenes que recibieron atención médica en el lugar, pues presentaban crisis nerviosa. En el banco sólo quedaban él tres mujeres y un hombre joven.
Para esa hora la sucursal estaba rodeada de por lo menos mil policías entre preventivos, judiciales, motopatrulleros, bancarios, auxiliares, efectivos de Seproban, del agrupamiento Fuerza de Tarea, del Grupo Especial de Reacción Inmediata (GERI), y algunos tiradores que se apostaron en las escalinatas y el pasillo de la estación Agrícola Oriental de la línea A del Metro y sobre la calzada Ignacio Zaragoza.
A las 15:26 horas, Gerardo pidió que le dieran un chaleco antibalas que el comandante Guzmán Tinoco puso en el piso del banco. El ladrón se arrastró hasta alcanzarlo y casi una hora después pidió otro chaleco.
Los policías no dejaron de hablar con el delincuente hasta que a las 18:31 horas lograron convencerlo de que dejara ponerse de pie con sus víctimas. Las tres mujeres y Gerardo se pararon, éste se colocó detrás de ellos para usarlos como escudo.
Durante el transcurso de la tarde por lo menos en cuatro ocasiones dijo que saldría del banco, por lo que los cientos de policías que estaban en el lugar se replegaron, empujaron a camarógrafos y reporteros y trataron de controlar a decenas de curiosos que observaban la escena.
A las 18:50 horas el delincuente avanzó hacia la salida del banco escudado en las cuatro personas. Llevaba una pistola en cada mano y con el brazo izquierdo rodeaba el cuello de la gerente Josefina Enciso. Llegó hasta la puerta pero se rehusó a salir si los fotógrafos disparaban sus flashes.
Al llegar a la puerta hizo que Verónica Flores Llamas cerrara las puertas del carro para asegurarse que no había nadie alrededor ni en el interior, luego pidió a Guzmán Tinoco que abriera la cajuela y agua para los rehenes. Poco después dejó en libertad a Verónica Flores y a María Nieves Quiroz.
El sujeto continuó parado a la entrada del banco con una pistola en cada mano, con una apuntaba a la cabeza de la gerente. A su lado permanecía el joven que llevaba en el pecho una mochila con el botín.
Casi a las 19:40 avanzó. Se acercó al vehículo por el costado izquierdo, hizo que la mujer subiera primero, luego él y al final el joven. Todos estaban en la parte trasera del auto. Como se había acordado el delincuente esperó a que el comandante Guzmán Tinoco condujera el auto. Sin embargo, uno de los policías se paró detrás del carro, apuntó con su pistola a la cabeza de Gerardo, después se retiró, cortó cartucho y se volvió a aproximar pero por el lado derecho del auto para llamar la atención del asaltante, mientras otros dos policías se aproximaban por el lado izquierdo.
Los policías abrieron al mismo tiempo las dos puertas traseras. Por una sacaron a la mujer y por la otra sorprendieron a Gerardo y le quitaron una de las armas que llevaba. De inmediato se escucharon dos disparos seguidos, unos segundos de silencio y un disparo más.
Decenas de policías corrieron de inmediato y rodearon el auto, el desorden que imperó durante toda la tarde se convirtió en confusión absoluta, empujones, gritos y el afán de no dejar ver lo que ocurría.
Un policía cargó a la rehén y la llevó hasta una ambulancia en donde fue atendida por crisis nerviosa. Decenas de judiciales formaron dos cadenas para resguardar la salida del Mystique que iba tripulado por dos policías, con el medallón destrozado y en apariencia sin nadie más a bordo.
Entre empujones sacaron del banco al joven que estuvo hasta el último momento a un lado del asaltante como presunto rehén, sin embargo tres judiciales lo subieron a la patrulla 0653 de la PJ a punta de rifle.
Finalmente, paramédicos del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) sacaron del banco en una camilla a un hombre que presumiblemente era Gerardo.
En una improvisada conferencia de prensa a un lado del charco de sangre del asaltante, el director de la Policía Judicial, Luis Roberto Gutiérrez Flores, explicó que la idea del operativo era liberar a los rehenes y que no hubiera sangre. Aseguró que ninguno de sus efectivos disparó y que el propio Gerardo se dio un tiro en el cuello cuando intentó abrir fuego contra los policías, pero descartó un intento de suicidio.
Gutiérrez dijo desconocer por qué se escucharon tres disparos, por lo que si los policías no dispararon es de suponerse que Gerardo hizo las tres detonaciones. Mostró una pistola calibre 38 y una escuadra 9 milímetros que llevaba el delincuente y aseguró que durante horas los negociadores trataron de convencerlo para que se entregara, ``le dijeron que se le iba a respetar, que tendría libertad bajo caución, pero se negó completamente, estaba demasiado nervioso''