Provocación de La Cochambres a López Obrador y a un nuevo edil perredista
Rosa Icela Rodríguez, Los Reyes La Paz, Méx., 30 de diciembre ¤ El dirigente nacional perredista, Andrés Manuel López Obrador, la hizo de apuntador. Ante la actitud vacilante codeó las costillas del nuevo alcalde para que contestara el ``sí protesto'' de rigor. Gabriel Islas tardó unos momentos en ubicarse, antes de levantar la mano. Sudaba, se veía nervioso y tenso por el griterío de los seguidores de la diputada del PRI, Maricela Cerón, mejor conocida en el oriente de esta entidad como La Cochambres.
Lo menos que le decían al doctor era: ``¡Chaqueterooo!'', que en el presídium de la plaza resaltaba por portar la bata blanca que cotidianamente usa para atender a sus pacientes.
No eran muchos los detractores del nuevo presidente municipal perredista, pero sí tenían muy buen equipo de sonido, y con toda su fuerza trataban de demostrar su coraje --hasta las lágrimas-- por haber perdido el ayuntamiento a manos del médico del pueblo.
El equipo de sonido paralelo no se calló mas que al inicio de la sesión solemne de cabildo, cuando la concurrencia reunida en la plaza pública entonó el Himno Nacional. Se escucharon las consignas contra López Obrador y los perredistas cuando el representante del gobernador, el subprocurador Miguel Angel Contreras Nieto, le tomó la accidentada protesta.
A temprana hora, los casi 100 priístas comandados por la diputada Maricela Cerón ocuparon las instalaciones del palacio municipal. Cerraron todos los accesos a la explanada; pese a todo, entre empujones y jaloneos fueron pasando, uno por uno, los simpatizantes del nuevo alcalde.
Alrededor del equipo de sonido la mayoría de los priístas hizo bulla, y apenas veían que iba pasar un perredista intentaban quitarle la propaganda del sol azteca. Ante eso, algunos del PRD se prepararon con palos y piedras, y hasta fueron por El Sultán, el perro de Marianito.
Los priístas traían pistolas y cuchillos. Hubo tensión. Pero el asunto no pasó a mayores porque el número de simpatizantes de Islas era evidentemente mayor.
Al llegar, López Obrador, a las 14 horas, fue informado por Islas de que ``no había condiciones'' para la ceremonia. ``Los priístas están muy agresivos'', le dijeron. Higinio Martínez, el líder estatal, intentó comunicarse con el gobernador César Camacho. No pudo. López Obrador sonrió divertido y dijo:
``Es la recepción que me manda Emilio Chauyffet a Los Reyes, encabeza la comisión de recepción con La Cochambres.''
La diputada Cochambres los organizó muy bien. El control incluyó cientos de cartulinas pegadas con alfileres en los puestos del tianguis permanente que rodea la plaza. ``Vete López Obrador, no te queremos'', decía uno. Otro más: ``Vete a Tabasco, aquí no queremos regresión''. El mismo discurso tomó en el micrófono el conductor del sonido paralelo que no dejó de molestar.
Diez minutos después alguien informó a los perredistas que ya estaba controlado el acceso por su gente. Gabriel Islas apresuró el paso hacia la plaza. Le organizaron llegar en marcha. Iban contentos, pero esperaban cualquier cosa. Los dirigentes Ramón Sosamontes, Eduardo Cervantes, Eduardo Espinoza y el propio Andrés Manuel estaban muy tranquilos.
López Obrador se quedó atrás en la marcha de tres cuadras : ``Me siento como en Tabasco'', indicó al ver unas 3 mil personas. En el sonido paralelo los priístas seguín su protesta. Apenas se escuchó el discurso del nuevo alcalde en la sesión de cabildo, que fue todo menos solemne.
Después, cuando Islas habló, se hizo un barullo por un costado del presidium. Alguien le dijo al oído a López Obrador: ``Es La Cochambres... quiere subir''. Andrés Manuel invitó: ``Que suba''.
Un momento después estaba al lado del político tabasqueño la famosísima --por estos lares-- Cochambres, ``la reyna de los caciques de la región'', como la calificó Cirilo Reyna, un conocido perredista. La gente desde abajo le gritó: ``¡Que se baje, que se baje!'', pero Islas les indicó que se calmaran y siguió en su lectura de ese mensaje que casi nadie oía.
``Hay muchos agravios, golpes, agresiones, abusos, corrupción'' por parte de ese grupo, señaló López Obrador.
Baja, menuda, de gesto amable y con cara de religiosa o de dama de la caridad, Maricela Cerón, a pregunta expresa, aseguró: ``Yo no soy lo que dicen''.
Y después le reclamó a López Obrador las acusaciones de su partido: ``Yo soy una dama y usted es un caballero, respéteme''. Después se bajó del templete entre chiflidos y recuerdos familiares de la gente que no hacía caso de entonar el Himno al Estado de México