SIN JUSTICIA, IMPOSIBLE GARANTIZAR LA PAZ: PRIGIONE
Alma E. Muñoz Ť ``Sin justicia es imposible garantizar la paz'', afirmó ayer Girolamo Prigione al oficiar la misa de año nuevo en la Basílica de Guadalupe. En tanto el arzobispo primado de México, Norberto Rivera, durante la homilía del 31 de diciembre pidió al pueblo perdonar, ``aunque sean muchas las razones que nos mantienen prisioneros del pasado''.
Ante más de 12 mil fieles, la Iglesia católica, en voz del obispo coadjutor de Tlaxcala, Jacinto Guerrero Torres, llamó este miércoles a los políticos mexicanos a servir al bien común y no poner en primer lugar ``el interés personal, cediendo a la seducción de la corrupción''.
En un evento enmarcado por los juramentos del ``no haré'' en 1997, los enfermos alcohólicos prometían a la Virgen de Guadalupe y a Dios no ingerir bebidas etílicas, fumar o drogarse; los arrepentidos, cuidar a su familia, a sus hijos, o atender mejor a su propia vida...
Tanto el representante papal como Norberto Rivera llamaron al pueblo de México a ``buscar la paz por los caminos del perdón, que parece contrario a la lógica humana (y) que obedece con frecuencia a la dinámica de la contestación y de la revancha''.
Rivera Carrera externó su deseo porque 1997 sea un año de gracia y esperanza, de anhelo profundo de paz y de reconciliación entre los mexicanos. Deseó a todos un año nuevo ``que nos permita superar todas las dificultades'', y confió en que ``vendrán mejores días para nuestro pueblo, en todos los sentidos, en lo material y en lo espiritual''.
En el balance que sobre el ``recorrido de la humanidad'' hicieron los jerarcas católicos, se habló también de los signos contrarios a lo determinado por Dios para ``aliviar las necesidades de los pobres''. Entre ellos, el materialismo y el ``desprecio'' por la vida humana, después de que ``muchos siguen como únicas leyes'' el provecho, el prestigio y el poder.
``El resultado -leyó el obispo coadjutor de Tlaxcala- es que numerosas personas se encuentran encerradas en la soledad, la discriminación, la pobreza que arrastra a multitudes''.
Por ello, pidió a obispos y sacerdotes que ``sean espejos del amor misericordioso de Dios'' y anuncien con alegría el evangelio de Cristo. Hizo un llamado a los padres y madres de familia a continuar la enseñanza de la fe en los hijos; y a los educadores, a mostrar los auténticos valores de la vida, ``presentando modelos de quienes han sido artífices de paz y reconciliación''.