Faltan todavía un par de semanas para que esta ciudad despierte de su letargo vacacional y para que las actividades musicales se inicien formalmente. Mientras ello ocurre, recomiendo a mis lectores melómanos la saludable ocupación de acercarse a algunos discos compactos de reciente aparición, protagonizados por intérpretes y compositores mexicanos, cuya audición ocupó una parte sustancial de mis recientes vacaciones. Ahí va, pues, una media docena de recomendaciones discográficas para abrir el apetito musical de 1997.
1. Tambuco y los japoneses. El cuarteto de percusiones Tambuco ha realizado un CD con cinco obras contemporáneas japonesas, a través de las cuales se pone en evidencia la especial cercanía de los músicos nipones al instrumental de percusión. Especialmente atractivas en esta selección son sendas piezas de Akira Nishimura, Toru Takemitsu y Keiko Abe. La de Nishimura es una estupenda aproximación a los sonidos de la música de Bali, mientras que la de Takemitsu es un buen recordatorio de lo mejor de sus cualidades expresivas, y la de Abe nos recuerda la posición preeminente de esta percusionista en el mundo de quienes tocan la marimba como modus vivendi. El repertorio se complementa con obras de Jo Kondo y de Takehito Shimazu.
2. Tambuco y los demás. El mismo cuarteto de percusiones ha dado a luz, de modo casi simultáneo, un segundo compacto con un repertorio variado en cuanto a nacionalidades, lenguajes e intenciones expresivas. Holanda, Inglaterra, México y el Africa Occidental se encuentran representados aquí a través de seis obras harto atractivas. De particular interés: el férreo impulso motor de la ``Toccata'' de Henk de Vlieger, la sabiduría instrumental del ``Cuarteto No. 2'' de Raúl Tudón, el sincretismo de ideas e influencias en ``Zappaloapan'' de Santiago Ojeda y el inexorable empuje ritual de la música africana para djembés. Además, sendas obras de Paul Barker y Eduardo Soto Millán. Como es costumbre en el caso de Tambuco, las once obras contenidas en estos dos discos compactos son interpretadas con gran conocimiento de causa, técnica impecable y una singular pasión por la percusión.
3. Cuando dos. Tal es el título de la canción de Jesús Echevarría que da nombre a una bella colección de canciones iberoamericanas interpretadas por la mezzosoprano Encarnación Vázquez y el guitarrista Jaime Márquez. De entrada, el singular atractivo de una selección de lieder en español acompañados no por el ubicuo piano, sino por la popular guitarra. Piezas vocales de Revueltas, Falla, Guastavino y Moreno dan forma a un recital en el que Encarnación Vázquez demuestra su estatus como nuestra mezzo preminente, poniendo gran atención al flujo de los textos, a las cualidades expresivas de los poemas y al balance interno de cada canción. El acompañamiento de Jaime Márquez, sobrio, discreto y justo; una auténtica colaboración sonora con la voz de la cantante. Brillan con especial luz en este disco las canciones de Carlos Guastavino y Salvador Moreno.
4. ¡Silencio! Tal es el título de un compacto en el que seis muy jóvenes compositores han reunido sendas obras protagonizadas por la dotación del cuarteto de cuerdas, con un oboe invitado al diálogo musical. Dos cosas resultan interesantes en este disco, interpretado por miembros del Conjunto Camerton. La primera, el hecho de que si bien se notan momentos de búsqueda de identidad y de referencias a modelos y expresiones tradicionales, hay también momentos de seguridad y solidez que permiten suponer que la constancia y el trabajo pueden conducir a estos jóvenes a hacer grandes progresos en el quehacer de la composición. La segunda es que los señores Pérez, Sigal, Giraldo, Vargas, Tena y Díaz Infante han realizado su disco a partir de un modelo de patrocinio y coproducción con una poderosa empresa disquera, que bien pudiera ser un ejemplo para otros compositores y otros intérpretes. Por lo pronto, en este disco se nota una bienvenida seriedad en la forma de realizar el trabajo musical.
5. Angel Padilla Crespo. El arpista mexicano ha realizado un compacto con once obras de origen diverso a través de las cuales se cubre una porción amplia del repertorio del arpa, siendo la música contemporánea y la música mexicana las ausencias notables. Cabezón y Ribayaz cubren la vertiente antigua de la música ibérica, mientras que su cronología más actual es representada por Ernesto Halffter y Donostia. El barroco está representado por una transcripción de Bach, mientras que el grueso de la expresión clásica y romántica está en manos de Dussek, Spohr, Cardon, Pescetti y Rossler-Rosetti. Un preludio de Prokofiev es lo más cercano a nuestro tiempo al interior de este recital que es atractivo, sobre todo, porque la oferta excesiva de violín y piano ha mantenido al arpa bastante alejada de nuestra actividad musical cotidiana.
6. Jazz de antes. Doy noticia y recomendación, finalmente, del primer volumen de la antología de jazz mexicano que está produciendo Roberto Aymes. Cubre el periodo de 1976 a 1979 y contiene música del propio Aymes y de jazzistas como Toussaint, Agüero, Corona, Novelo, Ruiz Armengol y Tizol. Fascinante colección arqueológica que permite una furtiva mirada a la apariencia sonora que nuestro jazz tenía hace dos décadas.