La Jornada 4 de enero de 1997

En riesgo los Chimalapas, por los 64 proyectos para el Istmo

Gustavo Castillo García /II y última Ť La puesta en marcha de 64 proyectos en el Istmo de Tehuantepec afectaría la soberanía nacional, el resguardo de las reservas petroleras de México y un millón de hectáreas de bosque, de las cuales 600 mil pertenecen a Los Chimalapas, zona considerada la mayor reserva biótica de México y Mesoamérica.

Integrantes del Comité Nacional de Defensa de los Chimalapas, grupos ecologistas y el investigador Edur Velasco, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), aseguraron que los ``proyectos detonadores'', que van de la industria petroquímica hasta la explotación minera e incluyen construcción de carreteras, corredores turísticos, agroindustrias y plantaciones forestales, en nada beneficiarán a los indígenas que habitan en el Istmo.

Edur Velasco explicó: ``El proyecto pretende establecer vías de comunicación entre el Océano Atlántico y el Oceáno Pacífico, agilizar el comercio de mercancías entre Estados Unidos, Europa y Asia, pero no sacar del atraso a las comunidades indígenas, quienes serían desplazadas por el desarrollo''.

Por su parte, Miguel Angel García, integrante del Comité Nacional de Defensa de Los Chimalapas, aseguró que hasta la fecha en todo el Istmo de Tehuantepec, pero principalmente en la zona Chimalapa, ``priva el desconocimiento del proyecto, pues el gobierno oaxaqueño promueve reuniones con presidentes municipales de la zona en busca de su aprobación para que esto se lleve a cabo y no informa a las comunidades''.

Mencionó que ``del lado de Oaxaca, las poblaciones indígenas tendrían repercusiones sociales y ecológicas muy graves. En el primero de los casos, un impacto en la tenencia de la tierra y en el segundo el embate ambiental, provocados por la deforestación, destrucción de recursos naturales protegidos y la cancelación de proyectos económicos propios''.

Los Chimalapas (que en lengua zoque significa ``jícara de oro'') se localiza en el corazón del Istmo de Tehuantepec, y se le considera la zona de selvas tropicales mejor conservada de México, hasta ahora.

Señalada por ecologistas como la cuarta zona de reserva biótica de Mesoamérica, posee la mayor diversidad de reptiles y ocupa el segundo lugar en cuanto a población de mamíferos y cuarto en aves y anfibios.

Grupos ecologistas e integrantes del Comité Nacional de Defensa de Los Chimalapas, así como la Asociación Civil Maderas del Pueblo del Sureste, consideran que 40 por ciento de los escurrimientos fluviales totales de México se generan en esta región, además de que ese ecosistema regula el clima de una importante porción del sur y sureste del país.

Miguel Angel García agregó que los proyectos ``planteados por el gobierno representarían una pérdida cercana a un millón de hectáreas de bosque y selva, además de conceder a empresas internacionales parte de la soberanía nacional, pues ésta es la zona de mayor riqueza natural y petrolífera de México''.

Añadió que aun cuando se quiere promover el desarrollo en la zona de Los Chimalapas, la información que han recibido no aclara cuántos empleos permanentes serían para los indígenas de la zona, ``pero pensamos que la mayor parte de los que habitan cerca de los proyectos sólo serán ocupados como peones o desplazados de sus lugares de origen''.

La idea de construir una vía de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico no es nueva. El antecedente más antiguo es el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, de Alexander Von Humboldt.

El historiador de origen alemán menciona en el libro quinto, capítulo 12 de la obra: ``En el pueblo de Santa María Chimalapa, las montañas forman más bien un grupo que una cordillera y existe un valle transversal, en el cual se podría abrir un canal de comunicación entre los dos mares''.

La anécdota tuvo su origen luego de que entre la artillería del castillo de San Juan de Ulúa, en Veracruz, se descubrieron algunos cañones fundidos en Manila. En esa fecha resultaba incomprensible que, sin pasar por la ciudad de México, los cañones hubieran llegado a Veracruz, pues el comercio español con las islas Filipinas partía desde Acapulco.

A fuerza de indagaciones, reseñó Von Humboldt en la obra Palestra historial o crónica de la Villa de Tehuantepec, escrita en 1664 por Pedro Burgoa, se menciona que los cañones se desembarcaron en la Barra de San Francisco, habían subido la Bahía de Santa Teresa y el Río Chimalapa, de donde los transportaron hasta el Río Malpaso y luego por la hacienda de Chivela y de ahí, por el Bosque de Tarifa, los volvieron a embarcar hasta hacerlos bajar por el río Coatzacoalcos hasta su desembocadura en el Golfo de México.

Hoy, indica Miguel Angel García, el proyecto incluye privatizar dos petroquímicas, crear plantaciones forestales, construir un gran ferrocarril en el sureste y promover zonas turísticas que desplazarán a los indígenas que en 1687 tuvieron que pagar a la corona española 25 mil pesos de oro para ser dueños de las tierras de las que los despojaron los españoles