EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
La Cocopa, el fascismo y la república
En la antevíspera del siglo XXI, he comenzado el año mal, y de malas, perdiendo una discusión teológica que tenía ganada desde la primera mitad del XIX, cuando Marx escribió La ideología alemana. Fue la noche del jueves 2, al salir de un bar de baile en San Cristóbal, donde llevaba quizá una hora hablando tristemente con mi sombra.
--¿Cuánto? --dije en la puerta, señalando el único paquete de cigarros que permanecía encerrado en su lisa envoltura de celofán, junto a diez cajetillas más, abiertas para la venta al menudeo sobre una minúscula repisa.
--Quince pesos --respondió el cuidacoches que regenteaba, además, a los niños pedigüeños de la acera.
--¿Quince? Pero si vale diez en la tienda.
--Pues vaya a la tienda.
Lo miré. Era más joven, más flaco, más fuerte. No me gustó su sonrisa. ¿Un chamula evangelista? Con frases cortas y afiladas, lejos de regatear, hablamos de la ética del comercio como si tratáramos de herirnos con cuchillos. Hasta que me puso finalmente contra la pared.
--Mirá --dijo en chiapaneco--, a mí me enseñaron que el que quiere comprar compra, y el que no...
--Está bien --claudiqué, dándole un billete azul de veinte pesos de mugre--, nada más conste que ahí viene la revolución y con ella la justicia.
¿De dónde saqué, me pregunto ahora, tan decimonónica advertencia? Pero el chamúligan no estaba touché como yo creía.
--Aquí ya no va a haber justicia. Va a haber guerra --y de inmediato agregó, al verme abrir los ojos más de la cuenta--: Guerra Mundial, como Dios manda.
--¿Dios? --dije paladeando la inminente victoria--. Aquí sólo manda el Diablo.
--¡No es cierto! --afirmó con la rotunda convicción de un niño--. El Diablo también es una criatura de Dios, y le obedece...
--Eso es falso --dije, pero no lo pude argumentar, y abandoné el campo sabiéndome completamente derrotado.
No fue sino mucho más tarde cuando me vino a la mente la que hubiera sido, por supuesto, una réplica feliz: ``El hombre también creó al Diablo a su imagen y semejanza''.
Por desgracia eran más de las cuatro de la mañana. Estaba en la cama, empapado en sudor a causa de la montaña de sarapes que me había echado encima, y acababa de abrir los ojos para escapar de un larguísimo túnel de sueños absurdos --en uno de los cuales un mesero preguntaba a una mujer: ``¿Cómo quiere su carne?'', y la mujer contestaba: ``Sangrante, como el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo''-- cuando desperté y de sopetón me dije: ``El hombre también creó al Diablo a su imagen y semejanza''.
Qué magnífica ocurrencia, pensé, estirando la mano y prendiendo la luz. Fui al baño, volví a acostarme y empecé a darle vueltas a una vieja idea del poeta José Ramón Enríquez, según la cual el Diablo, por excelencia, es el más nítido equivalente del poder. En otras palabras, el poder es el Mal. Y mientras así divagaba --pensando en la división republicana del Mal Ejecutivo, el Mal Legislativo y el Mal Judicial--, a una cuadra y media, en la calle paralela a la del hotel donde generalmente nos hospedamos los periodistas, al filo de las cinco de la mañana de ayer viernes comenzó a arder la puerta de la tienda Arte Maya: el sexto atentado fascista que se perpetra en San Cristóbal de las Casas en los últimos dos meses.
El primero ocurrió a principios de noviembre, cuando una bomba incendiaria estalló en el interior de las oficinas de Conpaz, una organización no gubernamental que ha desarrollado diversos proyectos de apoyo a los pueblos zapatistas. Fue de hecho la segunda intentona, porque en octubre, cuando la comandante Ramona salió de La Realidad para viajar a la ciudad de México y pernoctó aquí, en la casa del obispado, alguien prendió fuego en las instalaciones de Conpaz, pero las llamas fueron detectadas casualmente por un empleado que regresó de noche para recoger unos papeles que necesitaba al día siguiente.
A lo largo de diciembre, se produjeron cuatro nuevos ataques: uno contra un expendio conocido como La Selva, que vende el café que producen algunas comunidades indígenas rebeldes; dos más, uno contra un bar frecuentado por el turismo zapatista y otro en perjuicio del centro cultural El Puente, al que asisten a menudo los intelectuales extranjeros que residen en la antigua Ciudad Real. Pero el más significativo de todos fue el que se perpetró contra la iglesia de Santo Domingo.
En este caso, los terroristas no vacilaron en rociar gasolina y provocar fuego sobre la puerta principal de una joya arquitectónica del siglo XVII, en un gesto que revela el tamaño de su desprecio por los tesoros artísticos de la ciudad, el odio racista que profesan por don Samuel Ruiz García, el obispo de los indios, y la vocación destructiva que anuncian con estos simulacros de conflagración, que no pretenden sino llamar desesperadamente a la guerra total, cuando la firma de la paz entre el régimen y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) parece menos lejana que nunca.
A una semana de la próxima --y decisiva-- reunión tripartita de las comisiones de Concordia y Pacificación (Cocopa), Nacional de Intermediación (Conai) y el EZLN, las puertas quemadas de San Cristóbal evocan, por una parte, las oprobiosas marcas que los nazis pintaban en las casas de los judíos alemanes y, por otra, auguran la probable existencia, aquí, de un grupo similar al de los Chinchulines de Bachajón o al no menos temible de Paz y Justicia, que sigue asolando al municipio de Tila, en el norte de la entidad.
El 19 de diciembre pasado, la administración del doctor Ernesto Zedillo entregó a la dirigencia del EZLN sus ``observaciones'' a la iniciativa de reforma constitucional sobre derechos y cultura indígenas elaborada por la Cocopa.
Esto --que el Ejecutivo federal respondió ya a los zapatistas-- lo sabemos, apenas ahora, porque así lo dio a conocer el propio EZLN en su mensaje de Año Nuevo. Lo que ignoramos, en cambio, es el contenido del documento que prepararon los asesores jurídicos del Presidente de la República y del cual, básicamente, depende la tan anhelada resolución del conflicto.
Salvo los destinatarios de la carta de Zedillo, nadie está en condiciones de opinar si la postura presidencial satisface a los zapatistas. Lo único que se puede inferir, sin embargo, es que a los senadores y diputados de la Cocopa les aguardan nuevas y arduas tareas de negociación porque, contento o no con la respuesta de Los Pinos, el EZLN ha reiterado que no volverá a discutir el acuerdo que suscribió en febrero del año pasado con los representantes gubernamentales.
Cabe simplemente especular que si la revisión que Zedillo hizo de aquel acuerdo estuviera por debajo de lo que ya se había pactado, los que deberán pagar el costo político de un nuevo desencuentro entre el régimen y los rebeldes no serán los indios por cierto, sino los comisionados del Poder Legislativo que a principios de diciembre ofrecieron, tanto a los zapatistas como al resto del país, que se jugarían el todo por el todo con tal de sacar adelante su proyecto.
¿Qué salidas tienen los miembros de la Cocopa si, a la hora buena, resulta que en Los Pinos no están de acuerdo con ellos? ¿Echarse para atrás, encogerse de hombros y hundirse para siempre en el descrédito, en que sin duda quisieran verlos caer los llamados intelectuales salinistas, partidarios obstinados de las soluciones de fuerza? Esta es una opción, la peor para ellos y para todo el país, porque detrás de ella volveríamos a escuchar los tambores de la guerra.
O por el contrario, ¿darán el dificilísimo paso al frente --que prometieron que darían--, renunciarán a la tutela presidencial y someterán su proyecto a la consideración de las cámaras para entrar en la historia como forjadores de la genuina independencia del Poder Legislativo?
--¿En qué te basas para decir tantas barrabasadas sin mi consentimiento? --pregunta, desde un teléfono público de Tecamacharco, el tonto del pueblo, quien debido a su reciente enfermedad (La Jornada, 28 de diciembre) y a su lenta convalecencia no parece aún en condiciones de interpretar los nuevos, y quizá alarmantes, signos de los tiempos.
--¿Leíste --repregunto-- el mensaje zapatista de Año Nuevo?
--Sí --contesta con la voz todavía apagada--. Es evidente que el Sup está anunciando el inicio de una nueva mano de pókar. Si no, ¿para qué llamar al Congreso Nacional Indígena y al CUAZ (Cuerpo Unico de Asesores Zapatistas) a ``una importante reunión de trabajo?'' Y si no, ¿por qué advierte que ``el EZLN no está solo en esta lucha ni estará solo en su respuesta?'' ¡Avívate, maestro, vienen grandes días!
En tiempos de José López Portillo solíamos oír a menudo que el poder no se mendiga: se ejerce. Al comenzar 1997, de la resolución de dos asuntos de importancia nacional depende, como nunca lo hubiéramos sospechado, el arranque del país hacia una verdadera transición democrática: la cuestión de los bancos que carecen de personalidad jurídica y la inclusión de los pueblos indios de México en la Constitución de la República.
Si el poder se ejerce, y no se mendiga, a los miembros del Poder Judicial les corresponderá ejercerlo con independencia del Ejecutivo para sentar jurisprudencia en el tema de la banca inexistente, y lograr una salida que beneficie a los deudores y salve la legitimidad constitucional de las instituciones de crédito.
Pero, igualmente, si el poder se ejerce y no se mendiga, a los partidos políticos representados en las cámaras del Congreso --cuyos integrantes pertenecen a ellos (vale la redundancia) antes que a la Cocopa--, les cabe la responsabilidad histórica de aprobar la ley sobre derechos y cultura indígenas, incluso si en el Poder Ejecutivo prevalece, por motivos electorales, el criterio de desdibujarla y achicarla para romper la negociación con los zapatistas y repetir el esquema del miedo que favoreció al PRI en 1994.
Si el Poder Legislativo y el Poder Judicial ejercen, y no mendigan, sus prerrogativas constitucionales, la transición verdadera comenzará en el momento que el Estado mexicano cuente con una plena e irrenunciable división de poderes. Y si esto es así y se concreta en el primer trimestre del año que principia, en México tendremos de nuevo una auténtica República.