Italia, por supuesto, no se parece demasiado a México: allá el régimen es parlamentario y el gobierno depende de las Cámaras, aquí es presidencial; allá el sistema electoral, incluso empeorado, da amplio espacio a la representación proporcional que, aunque fragmenta la composición del Parlamento, permite la expresión independiente de amplios sectores que otros sistemas condenan al voto por el ``menos peor''; por último, sobre todo, allá existe todavía una fuerte capacidad de movilización de un poderoso movimiento popular, con grandes tradiciones de independencia frente al Estado. La experiencia de Rifondazio-ne Comunista, por lo tanto, debe ser vista en esa perspectiva. A pesar de eso, dice mucho a los mexicanos y, en general, es un caso de manual que merece ser estudiado.
El gobierno en Italia está en manos del centro (apoyado por la gran finanza y los grandes industriales, como Agnelli, de la FIAT, y por el Partido Democrático de Izquierda, PDI, que es liberaldemocrático). Para mantener la mayoría frente a la alianza entre la derecha y la extrema derecha, el go-bierno de Romano Prodi depende del voto de los diputados (35) y senadores (11) de Rifondazione Comunista. Rifondazione no forma parte ni del gobierno ni de la mayoría, sino que sostiene caso por caso a ambos cuando las políticas propuestas son aceptables o, por lo menos, no demasiado dañinas. En el caso contrario, incluso a riesgo de hacerlo caer, moviliza contra tales políticas y recurre a huelgas y manifestaciones, dejando la responsabilidad del eventual retorno de Berlusconi-Fini y de un gobierno de derecha en manos de los que, diciéndose de centro o de centroizquierda, quieren hacer la misma política de la derecha contra los trabajadores.
Utilizando esta ``renta de posición'' Rifondazione ha podido hasta ahora impedir que la variante civilizada del neoliberalismo hiciese lo que la variante dura no había podido lograr (sobre todo ha impedido ulteriores golpes contra las jubilaciones y pensiones y contra la educación), pero es evidente que camina por el filo de la navaja porque en el gobierno centrista hay quien -como el PDI- quiere libe-rarse de Rifondazione (que sostiene al gobierno ``como la cuerda sostiene al ahorcado'') y apoyarse, en cambio, en una nueva mayoría que integre a la de-recha e incluso a la extrema derecha.
¿Qué enseña el caso de Rifondazio-ne?: 1) que se pueden hacer alianzas puntuales, incluso con tendencias muy divergentes sin perder la independencia política frente a ellas; 2) que se puede sostener una ``política de gobierno'' estando en la oposición, a condición de dedicar el centro del esfuerzo político a la movilización indepen-diente de los trabajadores y a la organización de los mismos, y no a las ma-niobras parlamentarias, y de plantear todo abiertamente ante el pueblo; 3) que en una situación defensiva, cuando la izquierda es minoría, es posible y necesario juntar fuerzas con el centro y el centroizquierda, ganando posiciones a costa de ambos, a condición de no seguir la política del ``todo o nada'' ni la de la unión sin principios en nombre de una ``unidad'' de gobierno que no existe; 4) que, a condición de apoyar en las movilizaciones las reivindicaciones que se plantean en el Parla-mento, es posible condicionar al go-bierno, limitar sus medidas antipopulares, dar confianza a la población y a los trabajadores, comenzar a educar en la posibilidad de una alternativa a la política del capital financiero; 5) por último, que en una economía mundializada es posible y necesario ``mundializar'' también la lucha de los trabajadores (Rifondazione apoya al EZLN, lucha por la unificación europea de la batalla por la reducción del horario se-manal de trabajo, se opone a la OTAN, acepta la unificación europea, pero exige la modificación profunda del Tratado de Maastricht).
Otra enseñanza proviene de los esfuerzos de Rifondazione por imponer tasas al capital bursátil y especulativo y, al mismo tiempo, por crear nuevos puestos de trabajo mediante los ``trabajos socialmente útiles'', a través de la reducción (con salario igual) del tiempo de trabajo y mediante obras públicas y sanitarias con alta intensidad de mano de obra, sobre todo en las regiones pobres. Por falta de espacio, sobre este tipo de propuestas y su viabilidad eventual, sin embargo, convendrá insistir posteriormente en otro artículo