Caída constante de salarios y prestaciones desde 88: BdeM
Humberto Ortiz Ť Informes del Banco de México y de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos muestran que de 1988 a la fecha el poder adquisitivo de las percepciones ha estado por debajo del índice nacional de precios.
Estudios de ambas instituciones señalan que de los mil 337 municipios que cotizan en el Instituto Mexicano del Seguro social (IMSS), sólo en 20 los trabajadores tienen ingresos superiores a 100 pesos diarios.
El salario más bajo, 22.50 pesos, se paga en 50 municipios, de los cuales 11 pertenecen a Oaxaca, ocho a Michoacán, ocho a Yucatán, seis a Jalisco y cinco a Veracruz. Los 12 restantes están ubicados en estados como Nuevo León, Chiapas y Tlaxcala.
De 1995 a la fecha el salario promedio de cotización en términos reales descendió en todos los estados de la República, según revelan los datos recabados por el Banco de México y la CNSM.
Los desplomes más bruscos ocurrieron en Quintana Roo, Jalisco y Morelos. Nuevo León se sumó a la lista con un retroceso de 10.3 por ciento. Los documentos oficiales muestran caídas significativas de hasta 9.7 por ciento en prestaciones sociales dentro del sector manufacturero, cuya producción, no obstante la crisis, ha tenido mayor dinamismo y crecimiento, vía exportaciones, que cualquier otra rama productiva.
Para las instancias gubernamentales, la evolución del poder adquisitivo de los salarios mínimos ``reviste especial importancia en su proceso de fijación''.
Por tanto, para orientar la posición de los sectores empresarial y obrero, la CNSM se apoyó en el Banco de México y la Secretaría de Hacienda y elaboró una serie histórica que permite observar los movimientos que durante los últimos 106 meses han registrado los precios de los bienes y servicios de consumo básico, así como el impacto que tuvieron estas variaciones en la capacidad de compra de los salarios de referencia.
Las tablas comparativas muestran que el poder adquisitivo ha mantenido su tendencia a la baja desde el primer año de la firma del Pacto de Solidaridad Económica, impulsado por el entonces presidente Miguel de la Madrid tras el crack financiero de 1987. El detrimento salarial fue de 11 por ciento, pese a que la inflación (INPC) ascendió a 2.3 por ciento en diciembre de 1988. El mínimo era entonces de 7 mil 259.33 viejos pesos.
Año con año, la capacidad de compra ha estado sucesivamente por debajo del índice de precios: -8.4 por ciento en 1989, -12.6 en 1990; -5.8 en 1991, -3.3 en 1992, -1.2 en 1993, -0.3 en 1994, -13.5 en 1995 y casi -15 por ciento en 1996.
Sin embargo, los expertos oficiales observan que durante los primeros ocho meses de 1996 la mejoría inicial mostrada por la economía en su conjunto, y particularmente la contención del crecimiento inflacionario, han contribuido a aminorar la caída de las percepciones, aunque ``no lo suficiente para iniciar la recuperación de ese indicador''.
El descenso acumulado del salario promedio de cotización al IMSS durante el año pasado fue de 4.3 por ciento, particularmente derivado de los cuatro primeros bimestres. Por ejemplo, de agosto de 1995 al mismo mes de 1996 esta percepción experimentó un deterioro de 9.1 por ciento.
En el capítulo sobre el salario promedio de cotización por sector de actividad económica, las autoridades exponen que la tendencia a la baja de los salarios reales durante 1995, así como la atenuación de este desplome en los primeros ocho meses de 1996 fueron ``tendencias generalizadas'' en diversas ramas productivas.
Destaca el caso de la industria de la construcción, cuyos retrocesos salariales en 1996 fueron más significativos que en los demás segmentos como la transformación, los servicios y el comercio.
Entre agosto de 1995 y el mismo mes de 1996, apunta, el salario promedio de cotización real se contrajo en todos los sectores de la actividad económica, ``aunque no en la misma magnitud''.
Las caídas más significativas ocurrieron en la industria de la construcción y en los servicios para empresas y personas: 14.4 y 11.1 por ciento, respectivamente.
La industria eléctrica y suministro de agua potable, así como el transporte y las comunicaciones reportaron los menores descensos.
El informe precisa que de las ramas de actividad económica con más de 50 mil trabajadores, únicamente las de comunicaciones y transporte terrestre mantuvieron una evolución favorable en su salario promedio de cotización real, con 0.9 y 0.8 por ciento, respectivamente.
Las actividades que presentaron los menores descensos fueron la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica (-3.7 por ciento); la compraventa de prendas de vestir y otros artículos de uso personal (-4.4 por ciento), y la fabricación y ensamble de maquinaria, equipos, aparatos, accesorios y artículos eléctricos, electrónicos y sus partes (-4.8 por ciento).
Por el contrario, entre las actividades que reportaron el mayor deterioro salarial destacan la construcción de edificaciones y de obras de ingeniería civil (-14.4); los trabajos realizados por contratistas especializados (-14.2) y la preparación y servicio de alimentos y bebidas (-13.7 por ciento).
En otro renglón, la evolución de los salarios reales que percibió el personal ocupado en establecimientos mostró ``una relación inversa'' respecto de su tamaño.
Es decir, en las unidades productivas pequeñas, de uno a diez trabajadores y de 11 a 50, hubo un retroceso de 12.6 por ciento y 13 por ciento, respectivamente, en tanto que la percepción en los grandes negocios, de más de 300 empleados, cayó 7.6 por ciento, inferior en 1.5 puntos porcentuales al promedio nacional de 9.1 por ciento.
En cuanto a la industria manufacturera, el informe se basa en cifras generadas por la Encuesta Industrial Mensual del INEGI, de agosto de 1996, para señalar que la remuneración media del personal ocupado en esta actividad ascendió a 142.8 pesos diarios, cifra mayor en 20.5 por ciento a la reportada en el mismo mes del año anterior.
Pero una vez descontada la inflación del periodo, estas remuneraciones tuvieron una caída de 7.7 por ciento.
Al analizar el comportamiento de los tres componentes de las remuneraciones de la industria manufacturera, se observó que las caídas más relevantes se reportaron en las prestaciones sociales y en los salarios, con 9.7 por ciento y siete por ciento, respectivamente, mientras que los sueldos pagados a empleados retrocedieron 4.6 por ciento.
No fue diferente para la industria maquiladora, pues en términos reales el salario perdió cinco por ciento de capacidad, como resultado ``del retroceso que observaron sus componentes, entre los que sobresalieron la pérdida del poder adquisitivo de los sueldos pagados a empleados (7.3 por ciento) y de los emolumentos devengados por los obreros (6.1 por ciento), mientras que las prestaciones cayeron 2.7 por ciento.
De 1995 a 1996, solamente tres de las 12 ramas de que integran la industria maquiladora aumentaron sus salarios. Tal fue el caso de la fabricación de calzado y la industria del cuero, y el renglón de servicios.
En tanto, las ramas en las que se observó el mayor deterioro fueron la selección, preparación, empaque y enlatado de alimentos; el ensamble de prendas de vestir y otros productos confeccionados con textiles y otros materiales, y el ensamble y reparación de herramienta, equipo y sus partes, excepto eléctrico.
Por último, el documento señala que, con excepción de Coahuila, donde la remuneración real se elevó 5.2 por ciento, en el resto de los estados donde hay maquiladoras los salarios reales mostraron descensos.
Los mayores deterioros se observaron en el grupo formado por estados no fronterizos y en Chihuahua, mientras que en Tamaulipas y Baja California estas pérdidas ascendieron a 0.4 y 1.4 por ciento, respectivamente.