Marco Rascón
Para ser indio
(segunda y última parte)

Ahora que México inventó para fortalecerse la ley de ``doble nacionalidad'', ¿tienen los indios el mismo derecho a tener dos y ser respetadas jurídicamente? ¿Por qué el señor Burgoa no argumentó ``inconstitucionalidad'' a la aprobación que hiciera el Congreso de que los mexicanos que vivan en el extranjero y hayan adquirido la nacionalidad mexicana hoy podrán tener las dos?.

Los indios que se quedaron en el territorio original requieren derechos propios a fin de tener condiciones para desarrollar sus culturas, respetando a las minorías étnicas (incluso la criolla) que vivan en su territorio. De la integración jurídica y política de todas las nacionalidades del México real, se daría el fortalecimiento del federalismo, el ``nuevo federalismo''. Un nuevo Pacto Federal de las culturas, que ahora no existen para el Estado mexicano y están excluidas no sólo del municipio, sino de los gobiernos estatales, del Congreso y de la federación, debería integrar el derecho de los indios a ser indios y para ello se requiere el reconocimiento a sus formas de organización política y no sólo social.

Además de criollo, el señor Burgoa es un conservador que se yergue enfático en contra de cualquier forma de autonomía india. ``Estaditos'' denomina a la posibilidad de que municipios y estados y toda la organización federal integre las formas de organización de las naciones indias y les dé la autonomía necesaria para desarrollar su propia cultura. El señor Burgoa parte de que la idea autonómica es meramente territorial, y en esa debilidad conceptual de su propuesta se basa para decir que ``sólo basta que se cumpla la ley'' y que no es necesaria ninguna reforma. El argumento de Burgoa no tiene consistencia, pues el conservadurismo ha venido haciendo este mismo análisis con respecto a los indios, pero tratándose de estados y municipios ricos como Monterrey, Ciudad Juárez, Tijuana, Torreón, Saltillo, etcétera, el conservadurismo no sólo reclama autonomía, sino que trabaja febrilmente por el separatismo de amplios territorios del país.

El gran escándalo contra la propuesta de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) tiene el tufo de esconder lo que el conservadurismo de avanzada hace, principalmente el PAN en los estados del norte, con cargo de factura al PRI, responsable del federalismo centralista, corrupto y desequilibrado que ha impuesto al país.

Creo que tanto en las opiniones de los asesores del EZLN, como en las del doctor González Casanova y de quienes han aportado en el tema, la pieza de más difícil acomodo es la del territorio, ya que no sólo se trata de los derechos, sino de las definiciones posteriores de zonas autónomas homogéneas en lengua, cultura, tradición y religión.

El pensamiento criollo permea la misma mesa de la negociación sobre derechos indios y está en uno y otro lado, aunque de la parte gubernamental es enteramente hegemónico. El error de ambos lados es condenar los derechos indios a quedar establecidos en el artículo 4o constitucional, pues en principio hay que reconocer que se habla de ``derechos de minoría'' y no de un proceso de integración de iguales, donde cualquier nación india, por pequeña que sea, tiene el mismo derecho a subsistir y desarrollarse como la mayoría criolla y mestiza. Reconocer constitucionalmente la composición cultural y multirracial del país, su condición de iguales, debería sustituir al simbólico artículo 2o de la Constitución y plantear en la forma de origen como está constituido el país.

En síntesis: para ser indios, para reconocer los derechos de las naciones indias, debe restablecerse la soberanía cultural de todas las naciones que integran a México y no sólo la criolla; lo demás es racismo disfrazado y marginalismo convertido en virtud. Las culturas indias tienen derecho a extender su cultura a todo el país y no sólo a su territorio de origen; esto llama a crear el federalismo real de los mundos culturales que existen en el territorio, antes que la derecha y el conservadurismo intenten de nuevo la desmembración del país, el fantasma del siglo pasado que se ha hecho contemporáneo, la bárbara intención conservadora que se ha convertido en parte de lo nuevo. Ante eso, integrémonos y enfrentemos en verdad nuestro carácter pluriétnico y pluricultural, integrándolo a nuestra estructura política, para que vivir en diferencia y especificidad nos haga más complejos y democráticos. La reforma es muy sencilla, pero constituye una lápida en la cabeza de los criollos que hoy parecen hegemonizar no sólo la política, sino también la antropología social de México.