La Jornada 8 de enero de 1997

La dictadura mexicana, mito lucrativo: Zedillo

Elena Gallegos Ť El presidente Ernesto Zedillo calificó de ``ridículo'' el estereotipo que en el exterior se difunde del país como la ``última dictadura'' o el ``último régimen totalitario del siglo y que se resiste a morir''. Dijo que reproducir esa imagen es el modus vivendi de especialistas en relacionarse con corresponsales extranjeros y agasajarlos en sus casas los fines de semana, hasta convencerlos de que México sigue siendo la ``dictadura perfecta''.

En una reunión con embajadores y cónsules generales de México, también volvió a criticar a quienes hoy dicen que la reforma política impulsada por su gobierno fue ``un fiasco'' y sostuvo que éstos incurren en ``deshonestidad intelectual'' ya que son los mismos que se opusieron a los montos aprobados para el financiamiento a los partidos, pero también han sido los primeros en reclamar sus prerrogativas económicas al Instituto Federal Electoral (IFE).

Para Zedillo, además, el proceso que culminó con la reforma política fue arduo y complejo, y dadas las circunstancias económicas que se vivían se prestó a muchos ``chantajes y abusos'' de quienes se sentaron en la mesa de negociación.


Jesús Silva Herzog, Jorge Carpizo y Guillermo Jiménez
Morales, a su llegada a la reunión en la cancillería
con el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet.
Foto: Ernesto Ramírez

Convocó no sólo a los miembros del servicio exterior --a los que recibió en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos--, sino a todos los funcionarios de su administración a abandonar la pasividad en la que muchas veces caen, mostrar la camiseta, a no condescender con intereses que se encubren de democracia y a ``¡debatir todos los temas!'' tanto con la crítica como con la oposición.

``Yo sé que todos ustedes traen bien puesta la camiseta --les dijo a embajadores y cónsules--, pero a veces traemos la camiseta abajo de la camisa y, en ocasiones, es necesario quitarse la camisa y mostrar con mucha más claridad el pecho para que la gente sepa de qué color y lo bonita que es nuestra camiseta''.

En el encuentro, efectuado ayer por la mañana en la residencia oficial, Ernesto Zedillo convocó también a transmitir con objetividad, veracidad y absoluto sentido de responsabilidad lo que es México y las tareas que se realizan para afrontar los grandes y pequeños desafíos.

Hizo una amplia defensa de lo que ha sido el sistema político mexicano que dio, durante décadas, estabilidad y paz social al país, situación que no tuvieron otras naciones latinoamericanas y dijo que mucho antes que otros regímenes, nuestro sistema dio muestras de una gran capacidad de cambio sin rupturas.

Comentó entonces que ``desgraciadamente'' y a partir de algunos acontecimientos ``ciertamente reales'' que han lastimado la vida nacional, se ha dado un proceso de afectación y demérito de la imagen del país.

``Por supuesto --aclaró-- no se trata ni se pretende ocultar realidades o hechos que sí han ocurrido, pero creo yo, estoy absolutamente convencido, que en la medida en que los servidores públicos, cada uno en el ámbito de su competencia, seamos capaces de transmitir con veracidad lo que acontece, habrá una valoración mucho más positiva de lo que vale México, de las oportunidades que ofrece para aquellos que legítimamente quieran y deseen aprovecharlas''.

Los instruyó enseguida para que, en primer lugar, muestren la imagen de un país que no está sumido irremediablemente, inexorablemente, en algo que se llama crisis y que, pese a la devastación financiera, se superó rápidamente la adversidad.

``No hay ningún indicador que pueda producir un economista ortodoxo o heterodoxo que no pueda señalar que en 1996 nuestra economía inició el camino de la recuperación'', sostuvo.

Pero lo más importante --continuó el primer mandatario-- es que no obstante la gravedad de aquella crisis, el país y el Estado mexicano siguen funcionando. En ningún momento el Estado abdicó de sus responsabilidades fundamentales y, por el contrario, siguió atendiendo sin dudas ni vacilaciones aquellos aspectos que considerábamos como irrenunciables.

Gracias a lo anterior y no obstante las circunstancias --destacó Zedillo--, en muchos programas sociales se registraron logros verdaderamente extraordinarios.

El Presidente defendió: ``Esa imagen no puede corresponder a la de un país en crisis, como todos los días, desgraciadamente, en algunos medios se nos repite. No, México es un país que tiene problemas nuevos y viejos pero que sistemáticamente ha venido avanzando''.

Expresó entonces que algunos de los nuevos problemas se derivan de un mundo en cambio.

Sostuvo: ``Vivimos en esta economía global nos guste o no nos guste; entraña retos, problemas, pero también enormes oportunidades y no podemos ir contra esas grandes corrientes, debemos aprovecharlas y a partir de ellas impulsar el desarrollo nacional''.

En México, el cambio no es ni dramático ni traumático

Después de agotar el capítulo económico ante embajadores y cónsules, el presidente Ernesto Zedillo habló ampliamente de la situación política de México y dijo que con frecuencia se nos califica en la prensa extranjera como la ``última dictadura, como el último régimen totalitario heredado de principios de siglo, cayendo a veces en lo ridículo''.

Se nos estereotipa --continuó-- como una estructura política que tiene que morir pero que se resiste a hacerlo y se dice que los mexicanos no practicamos la democracia y que hemos sido incapaces de ponernos a tono con los nuevos vientos de final de la centuria.

Fue cuando habló de los mexicanos que han hecho un modus vivendi de reproducir, generar y alimentar esa imagen y de ser expertos en relacionarse con los corresponsales, agasajarlos en sus casas y convencerlos de ello. Recordó la frase dicha la década pasada por el escritor peruano Mario Vargas Llosa --en un simposio efectuado en la capital mexicana--, en el sentido de que México seguía siendo la ``dictadura perfecta''.

Dijo que el cambio en el país ha sido sin ruptura, acumulativo, gradual y que no puede ni pretende ignorar la historia. Por el contrario, es un cambio que pretende ser incluyente, tomar en cuenta a la oposición y los puntos de vista de todos y que no ha sido necesario que sea un cambio traumático o dramático para México.

``Antes, mucho antes de que siquiera se empezase a considerar el que los regímenes totalitarios en América Latina cayeran en obsolescencia y muchísimos años antes de que cayera el muro de Berlín, en México empezamos a hacer reformas políticas para abrir un espacio a las otras fuerzas que sí contaban, que sí existían y que no tenían un espacio formal en nuestra vida política. Ahora nos enteramos que en la última reforma política de Japón siguieron, en alguna medida, el modelo mexicano'', aseguró.

En la cuestión del financiamiento he sido absolutamente intransigente

Luego, el primer mandatario insistió en que la elección que lo llevó a la Presidencia fue la más concurrida y la más limpia de la historia, y que por eso su gobierno nunca ha tenido la preocupación o el fantasma de la ilegitimidad y, sin embargo, fue este gobierno en circunstancias económicas que hubieran parecido poco aconsejables, el que convocó a las principales fuerzas políticas del país a iniciar el diálogo y la concertación.

Narró que durante los 18 meses de negociación con las distintas fuerzas políticas para alcanzar la reforma electoral --``y no obstante los chantajes''-- el gobierno tenía claro que debía hacerse la reforma política y por ello prevalecieron la prudencia, la tolerancia y la apertura.

Se refirió nuevamente a que todo concluyó con un solo punto de desacuerdo que fue el del financiamiento e insistió en que en eso no estuvo dispuesto a transigir.

``Es quizás el único punto en el que como presidente de la República he sido absolutamente intransigente'', afirmó.

Lo volvió a explicar: ``No queremos que en esta etapa de consolidación de nuestra democracia, la actividad política se convierta en vasalla de intereses particulares o en vasalla de los intereses del crimen organizado. Sigo y seguiré pensando que tengo la razón'', cerró.

Por eso fue tajante al pedir a los funcionarios públicos que sean más activos en comunicar a la gente lo que se hace, lo que realmente pasa y a debatir.

``A veces se interpreta mal que el Presidente les responda a algunos con mucho cuidado, como pretendo ser las más de las veces. ¡No! Es parte de la democracia el no estar de acuerdo'', señaló.

El Presidente de la República y los funcionarios, agregó, tienen el derecho a no estar de acuerdo con otras opiniones, ``pero no pueden quedarse ahí, tienen que dar el debate porque ustedes --se dirigió a embajadores y cónsules, y a través de ellos a todos sus colaboradores-- son representantes y promotores de intereses absolutamente legítimos y que surgen del mandato constitucional''.

Antes, encabezó una reunión de trabajo con funcionarios de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), encabezados por el titular de la citada dependencia, Arturo Warman. Durante el acto, se le informó al Presidente de la República de lo realizado el año que concluyó y le fueron expuestas las metas fijadas para este 1997. Asimismo, el Presidente se reunió en la residencia oficial con los miembros del Consejo Coordinador Empresarial, que encabeza Héctor Larios Santillán.