Detenidos por terrorismo, un periodista japonés y su intérprete
Mireya Cuéllar, enviada, Lima, 8 de enero Ť Los ingresos no autorizados de la prensa --sobre todo japonesa-- a la residencia del embajador Morihisha Aoki han desplazado hacia los informadores el centro del debate en esta crisis de los rehenes. El mismo presidente Alberto Fujimori acusó hoy a los periodistas de ``trastocar'', con sus incursiones, el proceso de contactos entre el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y su gobierno.
Y a manera de escarmiento, la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (Dincote) tiene detenidos desde hace más de 24 horas al periodista de televisión Tsuyoshi Hitomi y a su intérprete peruano, Víctor Borja, quienes el pasado martes se introdujeron furtivamente a la residencia tomada por el comando armado.
La legislación antiterrorista permite al gobierno detener a una persona hasta por 15 días antes de acreditar cualquier cargo. ``Este tipo de legislación ampara la arbitrariedad'', señaló el presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos, Manuel Bolvarte, quien explicó que en estos casos ``no se puede hacer nada''. De tal manera que por el momento la cifra de rehenes se elevó a 76; 74 están en manos de Cerpa Cartolini y su comando, y dos en las de Fujimori.
Congresistas peruanos, corresponsales extranjeros y abogados contratados por la empresa japonesa TV-Asahi se apostaron en las instalaciones de la Dincote para conocer el destino de los detenidos. Los congresistas alegaron a la policía que legalmente no existe la censura, y por lo tanto, el material fílmico logrado --una amplia entrevista con Néstor Cerpa Cartolini-- debe ser entregado a la empresa televisiva.
Los congresistas fueron los únicos que tuvieron acceso al alto mando de la Dincote, quien les hizo saber que se está analizando el material ``para descartar cualquier vinculación'' del periodista y su intérprete con el MRTA, a lo que ellos contestaron que ``por el bien de la imagen internacional de Perú es indispensable que se agote a la brevedad la investigación''. De lo contrario, todos pensarán que aquí no hay libertad de expresión, además de que se sentará un precedente de censura.
Según trascendió, el gobierno peruano sostendría negociaciones con Japón para determinar el camino a seguir con Hitomi, aunque los periodistas que cubren el asalto a la embajada dan por hecho que será expulsado. La mayor preocupación está centrada en el peruano Borja, pues es bien conocido que, amparándose en la ley antiterrorista, el gobierno ha mantenido encarcelados a ciudadanos inocentes durante periodos superiores a los tres años mientras investiga sus presuntos nexos con el terrorismo.
Al extremarse las medidas de seguridad, fue detenido el matrimonio Chumbes, por cuya casa ambos periodistas burlaron la vigilancia.
Ofensiva informativa de Fujimori
``Hubo una conferencia de prensa cuando ya había todo un cronograma'' de negociación, y eso ``trastocó el proceso'', dijo hoy Fujimori a la cadena de televisión estadunidense CNN, al recordar que el 31 de diciembre un grupo de periodistas ingresó por primera vez a la residencia tomada. Interrogado sobre el aparente estancamiento de las negociaciones, apuntó que el gobierno está buscando ``condiciones más favorables'' para reanudar contactos con el MRTA.
El encuentro entre el MRTA y los periodistas se iba a dar, agregó, pero ``se adelanto'' sin motivo. Durante los primeros cabildeos entre Domingo Palermo y Cerpa Cartolini se había establecido la posibilidad de que a cambio de que el gobierno permitiera el acceso a la prensa, los emerretistas dejarían en libertad a un grupo de 40 rehenes.
La conferencia propiciada por la prensa --y que Fujimori usaba a su favor en la negociación-- permitió al líder Néstor Cerpa Cartolini un ahorro en este proceso de canje. El primero de enero liberó a siete rehenes más; desde esa fecha, nadie más ha salido de la embajada. Tampoco hay negociación, cuando menos aparentemente.
Todavía están allí los ministros Francisco Tudela, de Relaciones Exteriores, y Rodolfo Muñante, de Agricultura, así como generales, coroneles y comandantes que hasta hace unos días tenían la encomienda de combatir el terrorismo. A propósito de los dos ministros cautivos, el gobierno aclaró que estos conservaban sus cargos.
Fujimori, quien reanudó la ofensiva contra el MRTA desde medios de prensa extranjera, y ahora no sólo da entrevistas a algunos de ellos, sino que los lleva a conocer cárceles donde purgan condena militantes emerretistas, reafirmó ante las cámaras de televisión que ``no habrá concesiones en lo que se refiere a la liberación de cabecillas'', pero reiteró la propuesta de formación de ``un grupo de garantías'' e insistió en las salidas pacíficas ``que se estudiarían con este grupo de garantías''.
Lo que sí dejo muy claro el presidente peruano es que si el comando atenta contra la integridad de alguno de los rehenes --que ya cumplieron en la embajada 23 días--, ``la lógica cambia'', y en ese caso no se descarta el uso de la fuerza del Estado para recuperar la sede diplomática.
Fue también muy categórico cuando dijo que no es partidario de una ``solución integral'' que signifique un acuerdo de paz al estilo del que se acaba de firmar en Guatemala y que suponga la liberación de los presos ``porque en Perú los terroristas no tienen seguidores'', como sí ocurre con las guerrillas que actúan en regiones de Centroamérica.
Al tiempo que el MRTA este día sólo criticó a un periodista de la televisión peruana por haberse negado a aceptar una réplica y señalar que ahora se detiene a dos periodistas para ``ocultar la verdad'', la otra novedad fue que el obispo Juan Luis Cipriani retornó sorpresivamente a su sede en la ciudad de Ayacucho. Cipriani había actuado hasta el momento como virtual negociador del gobierno con el grupo armado