Todos los animales le fascinan a Buñuel. Sin ser los personajes centrales siempre están en sus películas, siempre en el momento adecuado y siempre como símbolos de la pasión humana, pero de la pasión biologica, instintiva, producto de la naturaleza... Son trambién expresión de agresividad y violencia, como los gallos que se presentan en el momento de la muerte... Son también los poseedores de la sabiduría: el avestruz de El fantasma de la libertad... Ahora bien, los animales más primitivos utilizados por Buñuel en sus películas son los insectos. Ya en El perro andaluz --su primer filme-- es posible ver una mano llena de hormigas y, finalmente, una pareja devorada por esas mismas hormigas. En Las hurdes --tercer filme-- aquellas hormigas comen un asno desbarrancado. Pero más allá de aquellos devoradores y cosquilleantes insectos (``Formica rufa'') en la introducción de La edad de oro --segundo filme-- se matiza el contenido de la trama con la descripción e imagen de los escorpiones con los siguientes intertítulos:
1.- El alacrán es un género de arácnido esparcido por las regiones cálidas del mundo. 2. La cola está formada por una serie de cinco articulaciones prismáticas. 3. Las pinzas son órganos de batalla y de información. 4. Amigo de la oscuridad, cava un agujero bajo las piedras para escapar al fulgor solar. 5. La cola termina en una sexta articulación vesicular, depósito de veneno. Un dardo curvo y agudo inyecta en el pinquete el humor ponzoñoso. 6. Poco sociable, expulsa al fastidioso que viene a turbar su soledad. 7. ¡Qué rapidez fulminante y qué virtuosismo en su ataque! Entonces para el cineasta aragonés, los hombres descenderán del escorpión --continúa reflexionando Fernando Cesarman-- en una página más de su memorable libro El ojo de Buñuel editorial Anagrama, Barcelona, 1976. Incluso el paisaje formado por rocas áridas, en donde viven, posee una gran semejanza con las grandes ciudades modernas, de concreto, en donde vive el hombre. A la semejanza con el paisaje, Buñuel agrega otros denominadores comunes del escorpión con el hombre civilizado entre otros, las maldades del animal cargado de agresividad. Hasta aquí las reflexiones de Fernando a proposito de la simbólica animal que maneja Buñuel en los fotogramas.
Recojamos ahora los recuerdos de Carlos Velo acerca de las famosas hormigas que fatigaron con su incesante trajín las escenas culminantes de El perro andaluz. Memorias que transvasó Max Aub a varias páginas de su documentado libro Conversaciones con Buñuel y que dicen así: ``Señor Velo --me dijo un día mi profesor de Histología-- tengo un compromiso muy grande, tengo que mandar a París unas hormigas. ¿Cómo se mandan hormigas vivas a París? Y digo: `¿Pero qué hormigas?'. `La hormiga roja del Guadarrama, la Formica rufa'. Digo: `Bueno. ¡Qué tontería¡ En las Landas de Francia está la Formica rufa; en los alrededores de París, en el Bois de Boulogne hay la misma Formica rufa. Aunque digan que esa es una variedad, es falso'. `No, no, es que las pide Luis Buñuel'. `Entonces, recogí esas hormigas en la Sierra de Guadarrama, las metí en una forma especial en un saco para que se conservaran húmedas con las mismas hojas de los pinos de Guadarrama, y se las entregué a mi profesor, que se las envió a Luis Buñuel. Yo no sabía para quién eran. Las hormigas son famosas hoy en el mundo, son las de Un perro andaluz. En ese momento no conocía a Buñuel. Había oído hablar de él a mis novias de la Residencia y a otros. Más tarde, cuando ambos vivíamos en México le conté el episodio y le hizo una gracia enorme''.
(En la Cineteca Nacional y el Centro Cultural Universitario se realizan actualmente ciclos dedicados a Buñuel).