Lo que hay de terrible en la muerte es que transforma la vida en
destino.
Malraux
El siglo XIX de Hegel, de Marx y de Nietzsche es de la crítica a la historia entera de Occidente. El siglo XX se caracteriza por los intentos de revivir un pasado ya negado y por la falta de un sentido histórico profundo. Se olvida a Darwin, Freud (...) Predomina una interpretación del hombre, como animal racional, como ente privilegiado, como centro del mundo. Se ignora la crítica del Nietzsche, el nihilismo y la crisis del fundamento de los valores. Así inicia el difícil libro de Ricardo Guerra, que una tarde de fin de año comenté con mi amigo Salvador Rocha.
Toda investigación a lo largo de la historia de la metafísica de Occidente se ha movido en el plano del ente, sin la posibilidad de plantear lo ``no ente'', ``lo otro del ente''. La nada y el ser mismo. La nada en la angustia esencial remite a la verdad insondable del ser. Sin esta base, el ente permanecería en la carencia de fundamento y de ser. Nunca un ente es sin el ser, pero también el ser no es sin el ente.
Rocha: El libro glosa en torno del ``olvido del ser''; continuamente se aparece el fantasma del dominio de la ``técnica planetaria'' y el abandono de la afectividad, los grandes temas de la modernidad, el aislamiento, la alienación, el carácter extranjero, el problema existencialista de lo auténtico y lo inauténtico han cedido su lugar al irracionalismo, por un lado, con la decadencia de occidente o el fin de la historia. Y por otro, la homogeneización académica con su inevitable superficialidad y banalidad.
Cueli: No queremos un mundo en el cual la técnica se entienda como el dominio y la destrucción. No queremos un presente sin historia, necesitamos recuperar nuestro borrador del tiempo, los hilos del sol.
Es necesario abrir nuevas vías en el plano filosófico estricto. Superar la crisis de la racionalidad y del pensamiento. Heidegger parte de la crisis y se afirma en la crítica a la metafísica y las concepciones de la ciencia y la técnica, fundadas en esta metafísica y sobre todo en las formas extremas de la negación del espíritu y del pensamiento que aparecen en el positivismo y en el marxismo. Los extremos dominados por lo que Heidegger llama el ``pensamiento calculador'', amenazan a Europa y al mundo.
Cueli: Es interesante hablar de superar la crisis de la racionalidad, parece que la metafísica al hablar de los entes y las cosas hubiera fracasado con el ser.
Rocha: Al pretender construir el conocimiento del ser por medio del conocimiento, por la vía de la lógica y sus aplicaciones hacia la psicología, la lingüística y la ciencia, no han logrado mostrar al ser ni siquiera pensarlo.
Cueli: Ese es el ``olvido del ser'' del que habla Heidegger.
Rocha: Guerra dice que la metafísica se ha quedado en el campo del ente, de la totalidad el ente. Desde Anaximandro hasta Nietzsche, la verdad del ser permanece en el olvido. En una confusión permanente entre el ente y el ser.
Cueli: ¿Y en el caso del psicoanálisis?
Rocha: Creo que tendríamos que especificar, ya que existen varias prácticas que se definen como psicoanálisis y que presentan diferencias irreconciliables.
Cueli: Como sabes el psicoanálisis se define en una relación transferencial con Freud, en torno de principios como el complejo de Edipo, la teoría del aparato psíquico del ``Proyecto'' y el principio del placer.
Rocha: Creo que en el texto de Guerra, él lo equipara con la teoría marxista y dice que ambas formas de pensamiento cosifican al hombre, al explicar sus conductas por los complejos o la economía, porque niegan la libertad como fundamento único de la acción humana, del mundo, de los valores.
Cueli: Me parece que aquí se evidencia una concepción ``mecanicista'' del psicoanálisis y estaría de acuerdo que un psicoanálisis basado en la mejor adaptación de la conducta al entorno, con base en mejorar sus formas de contender con la realidad, sí sería ``cosificar'', pero la pregunta sería si eso es psicoanálisis, o sólo una forma psico -pedagógica de convivencia.
Rocha: Creo que las coincidencias entre Freud y Heidegger son mayores de las que hemos explorado, y son las interpretación (de ambos) las que han proliferado. En este sentido el libro de Guerra es una puerta, una invitación, según García Baca, para ``abrir caminos''.
``Ser y tiempo'' no es sino la búsqueda de este camino, que hará posible nuevas formas de pensar, de relación con el ser y de comprensión del hombre. En el plano más profundo es el camino a la verdad del ser, a su presencia. Tiempo es el nombre para la verdad del ser. El olvido del ser corresponde a una esencia no pensada del tiempo.
El texto finaliza con un llamado para plantear, en México, los problemas políticos, filosóficos e históricos, en nuevas formas que permitan afirmar y desarrollar nuestra idea de lo mexicano y su historia dentro de una verdadera ontología de lo mexicano.
Contribuir a superar el nihilismo y la crisis, a rechazar ideologías y valores caducos, nacionalismos particularistas y agresivos, pero afirmar nuestra propia realidad, nuestra identidad y nuestra historia en un proceso mundial abierto y plural.