A Octavio Rodríguez Araujo y Adelfo Regino
No: los miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) no presentarán a las cámaras su proyecto de reforma constitucional sobre derechos y cultura indígenas por su propia cuenta y, por lo tanto, no pasarán a la historia como forjadores de la genuina independencia del Poder Legislativo. Así se descarta la histórica posibilidad que hace ocho días vislumbrara en este espacio el tonto del pueblo.
A lo largo de esta semana, los comisionados del Congreso de la Unión para la guerra en Chiapas estuvieron muy activos, recabando opiniones de abogados expertos y entrevistándose con los hombres de Emilio Chuayffet, para lograr un nuevo consenso. ¿Cabe interpretar, con estos datos, que la Cocopa, como se dice, ya se echó para atrás? ¿Que sus integrantes mintieron, con el afán de engañar a los indios, cuando entregaron a los jefes zapatistas su proyecto de reformas, comprometiéndose a defenderlo ante el Ejecutivo sin quitarle ni un punto ni una coma y, en caso extremo, someterlo a la aprobación del pleno del Congreso aunque no estuviera de acuerdo el Presidente de la República?
--Yo --se excusa el tonto del pueblo-- todavía no me atrevo a responder. Antes que pensar en una maniobra perversa, prefiero creer que los legisladores no hicieron un buen cálculo político, y que ahora, luego de sondear el ambiente que impera en sus respectivos partidos, han llegado a conclusiones que les sugieren posponer las grandes frases y los grandes gestos para el año 3000. En pocas palabras, descubrieron que si cumpliesen al pie de la letra su oferta, serían fácilmente aplastados por la mayoría del Ejecutivo.
Ante este panorama de incertidumbre, hoy se inicia en la selva el nuevo encuentro de la Cocopa, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la Comisión Nacional de Intermediación (Conai). En las próximas horas y días, las partes designadas por la Ley para el Diálogo y la Paz en Chiapas sabrán, al fin, si los zapatistas aceptan las ``observaciones'' que Zedillo hizo, y transmitió el 19 de diciembre a Marcos, luego de analizar el proyecto de reforma constitucional preparado por los legisladores con base en los acuerdos de San Andrés.
En honor del compromiso que contrajo con los cocopos, Marcos no ha dicho una sola palabra acerca de las ya famosas aunque desconocidas ``observaciones'' presidenciales. Así, el silencio del vocero del EZLN ha sido hábilmente aprovechado por los cuadros del régimen, y diversas declaraciones de Zedillo, de Emilio Chuayffet, de otras figuras menores de la Secretaría de Gobernación y de Roque Villanueva, el flamante --y sin embargo ya flameado-- nuevo líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), han coincidido en que existen condiciones óptimas para la aprobación de las leyes federales sobre derechos y cultura indígenas.
--¿No les estarán poniendo un cuatro a los zapatistas? --me dice con suspicacia el tonto del pueblo-- ¿No se tratará de una maniobra para arrinconar al EZLN ante la opinión pública y volver a acusarlo de intransigente?
En su edición de ayer por la mañana, el diario Cuarto Poder, de Tuxtla Gutiérrez, anticipó que la administración de Zedillo habría aceptado que la reforma constitucional reconozca los derechos de los pueblos indios de todo el país en materia de ``usos y costumbres'', pero asimismo el Presidente de la República habría rechazado todo lo concerniente al concepto de autonomía.
Si esto es verdad, y lo sabremos pronto, Zedillo no hizo una serie de ``observaciones'', como se ha dicho y repetido hasta el cansancio, sino que elaboró una contrapropuesta de reforma, por debajo de los acuerdos de San Andrés, con lo cual estaría desconociendo arbitrariamente los compromisos que él mismo signó a través de sus representantes oficiales. Esto, en opinión de un distinguido miembro del Cuerpo Unico de Asesores Zapatistas (CUAZ), equivaldría a ``darle un golpe al tablero de ajedrez, para que se caigan de nuevo todas las fichas''.
La guerra de baja intensidad en Chiapas, mientras tanto, continúa con el apoyo explícito de la Secretaría de Gobernación, que se transparenta en la actitud ilegal del Instituto Nacional de Migración (INM) contra los visitantes extranjeros.
Esta semana, Daniele Falcioni, turista de nacionalidad italiana que se internó en México ostentando un pasaporte en regla y una visa expedida por las autoridades nativas, recibió en San Cristóbal un oficio que le ordena abandonar el país, a más tardar, el sábado 18. ¿Por qué?
En uso y disfrute del permiso legal que le fue concedido por el gobierno, Falcioni recorrió de ida y vuelta, en dos ocasiones distintas, la cañada de Las Margaritas, en uno de cuyos parajes se ubica la mundialmente célebre aldea de La Realidad. Al pasar, tanto a la entrada como a la salida, por el puesto de Migración que opera en el ejido Zaragoza, Falcioni fue requerido por los agentes de turno para que se identificara, mostrara sus papeles en orden y se dejara retratar para nadie sabe qué siniestros archivos.
En todos sus encuentros con los vigilantes de fronteras, en un lugar donde no hay fronteras por cierto, Falcioni fue tratado con extrema cortesía. Pero a su segundo regreso de la selva, los agentes le entregaron un citatorio que lo conminó a presentarse en la subdelegación del Instituto Nacional de Migración en San Cristóbal, donde al día siguiente fue interrogado de once de la mañana a cinco de la tarde, antes de que lo expulsaran de México en flagrante violación de las garantías individuales consagradas por la Constitución que dice respetar el gobierno de este país, por dedazo presidencial, democrático.
Mientras no exista oficialmente un estado de guerra en la selva, ni se declare la consiguiente suspensión de garantías individuales, los turistas gozan de plenos e inalienables derechos para transitar por donde les dé la gana sin incurrir por ello en delito alguno. ¿A qué obedece, pues, el asedio de la Secretaría de Gobernación contra los turistas? Va una hipótesis.
A la hora de aprobar la arriba citada ley para el diálogo en Chiapas, el régimen cometió (para sus fines) una pifia de la que sigue arrepintiéndose: incluir a la Conai, y sobre todo a don Samuel Ruiz García, entre las partes que deben intervenir en el proceso. Pero la incorporación del prelado al esquema sugerido por la Cocopa y admitido por Zedillo no contribuyó, ni mucho menos, a frenar las calumnias sistemáticas de los columnistas mercenarios contra el obispo, ni a detener la mano de quienes actúan en la sombra contra él y contra las agrupaciones que cobija con su manto.
El 5 de noviembre pasado, por ejemplo, Javier López Montoya, contador de la Coordinación de Organismos no Gubernamentales por la Paz (Conpaz), fue interceptado por varios individuos de aspecto paramilitar cuando transitaba por las calles de la Ciudad Real en compañía de su esposa y sus hijos.
La operación fue muy simple. Sin recurrir a las armas, el comando inmovilizó a la pareja al apoderarse de los niños. López Montoya y su mujer quedaron, así, a merced de los atacantes. ``Que se suban al coche'', les dijeron, y se subieron sin chistar. Durante ocho horas, la familia fue sometida a torturas sicológicas. Salvo un duro golpe en la mejilla del hombre, no hubo violencia física: empujoncitos, cachetaditas, simulaciones de abuso sexual, pero nada más. De lo que se trataba era de demostrar la absoluta superioridad de los secuestradores y la total indefensión de sus rehenes, que en el peor momento del episodio fueron convertidos en víctimas y en victimarios al mismo tiempo: a los niños los obligaron a cortarle el pelo a sus padres, y a éstos a tuzar a los menores.
La primera semana de diciembre, Carlos Rodríguez, miembro también de Conpaz, fue raptado por otro comando de rasgos similares: hombres fornidos y jóvenes, pelo muy corto, rifles de alto poder, camionetas Suburban sin placas. Rodríguez fue depositado en el interior de una cueva, cerca de la base militar de Rancho Nuevo, y estuvo seis horas oyendo amenazas de muerte que, tal era el juego, iban a ser cumplidas de un momento a otro. Cuando lo soltaron sin haberle hecho daño físico, regresó a su domicilio y pasó una semana sin poder hablar.
Cuando salió del estupor y narró su experiencia, la noticia corrió por todos los sitios de San Cristóbal donde podía ser escuchada con íntimo sufrimiento. Como estaba calculado, se desató la psicosis. A cada cual le dio por creer que sería el próximo en la lista y todos sintieron deseos de huir y esconderse. La solución que adoptaron, a fin de cuentas, fue invitar a los miembros de los organismos humanitarios extranjeros que laboran en la ciudad y con ellos instalaron campamentos civiles por la paz, igual que en las comunidades zapatistas, sólo que dentro de las casas.
La hipótesis respecto de la incomodidad que Gobernación profesa por los extranjeros en Chiapas es más que evidente: son personas que estorban a la guerra de baja intensidad y por eso hay que expulsarlas.
El doctor Zedillo abrió el año con una energía tan avasalladora que el presidente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, le recomendó, en declaraciones a la prensa, que tome ``té de flor de tila'', un brebaje que, si se mira la cosa con calma, deberían consumir igualmente algunos líderes de la tercera fuerza electoral del país, empecinados, sin argumentos ni justificaciones, en lograr una alianza electoral con el Partido Acción Nacional (PAN).
Este, a no dudarlo, ha sido el tema central de la semana que concluye y ha dado origen a un intenso debate en las páginas de La Jornada. De todas las reflexiones publicadas por este diario, destacan los irrefutables juicios de Carlos Monsiváis y las exhortaciones del doctor Emilio Krieger. Para éste último, el PRD debe ser en el espacio donde converjan todas las fuerzas que luchan no sólo por la democracia, sino por un nuevo proyecto de país: a saber, la sociedad civil poliforma que se mueve en distintos frentes urbanos, el movimiento indígena, El Barzón y el EZLN, entre las principales.
Lo más importante, como señaló Monsiváis, es cambiar el modelo económico, no remover los despojos del PRI, ni ``convertirse en su basurero'', como apuntó Krieger. Por fortuna, el PRD está a tiempo de enterrar esta infeliz iniciativa de Porfirio Muñoz Ledo; pero, sea cual sea el desenlace del encuentro que hoy se inicia en la selva, a la larga o a la corta, repercutirá en las elecciones de julio y, para bien o para mal, en el destino de esta ``ex dictadura perfecta'' que --``si leemos con cuidado la andanada de discursos de Zedillo'', dice el tonto del pue- blo--, no ha renunciado a la esperanza de seguir siendo perfectible.