Hace unos días se conmemoró el tercer aniversario del inicio del acuerdo comercial con Norteamérica. Hasta el momento no parece haber resultados claros y contundentes de los efectos netos propios de dicho acuerdo. Veamos algunos datos y hechos sobresalientes.
Lo primero a destacar, y que constituye un dato indiscutible es que desde su inicio el monto total del comercio trilateral ha crecido notablemente, y hoy día ha alcanzado cifras récord de alrededor de 400 mil millones de dólares (mdd), que casi duplican a los previos a la entrada en vigor del acuerdo.
Si bien desde 1995 México ha presentado un alto superávit comercial con Estados Unidos, es difícil afirmar que se debe claramente a dicho instrumento comercial. Más bien parecería que es consecuencia de la recesión de 1995 y de la continuación del crecimiento de la economía norteamericana. En efecto, durante 1994 México tuvo un desbalance comercial con Estados Unidos de 1.3 mil mdd, que al año siguiente se volvió superávit de 15 mil mdd. Parece que 1996 cerró con una cifra un tanto menor.
En todo caso, el saldo comercial acumulado entre 1994 y 1996 es claramente favorable para nuestro país, pero es muy difícil saber si ese saldo se mantendrá a partir de la estimación del crecimiento de 4.0 por ciento o 4.5 por ciento para este año. En ese sentido conviene recordar que el superávit comercial de nuestro país viene cayendo drásticamente: en 1995 fue de alrededor de 7.5 mil mdd, en 1996 de 6.8, y en 1997 se espera que tan sólo alcance los mil mdd. Es decir, una vez que comienza a estabilizarse el crecimiento económico de nuestro país, la ventaja comercial que se alcanzó se desvanece muy rápidamente.
De acuerdo con un reporte reciente de la Universidad de California en los Angeles (UCLA), el impacto del TLC en el empleo de la economía norteamericana es prácticamente cero (Sara Silver, Associated Press, 18 december 1996): los empleos generados de las exportaciones a México suman 49 mil, pero las importaciones procedentes de ese país han desplazado 38 mil puestos de trabajo. El saldo, en todo caso es favorable para Estados Unidos en 11 mil plazas, que son totalmente despreciables al compararlas con el empleo total de esa economía, que es de 125 millones.
Estos dos puntos son interesantes. De acuerdo con la misma fuente, desde 1993 el déficit comercial de Estados Unidos con Canadá y México se ha cuadruplicado, pero paradójicamente ello no se ha traducido en una pérdida proporcional de empleo. La razón puede encontrarse en que la economía norteamericana sigue dependiendo muy poco del comercio internacional: según algunos datos recientes, no más del 16 por ciento del PIB se asocia a esa área de la economía, el resto depende del mercado interno. Quizás ello explica el error en las previsiones de algunos economistas en términos del cálculo de los efectos multiplicadores del comercio sobre el empleo en Estados Unidos; pronosticaron que por cada mil millones de dólares de nuevo comercio se crearían 15 mil empleos.
Por otro lado, el saldo comercial superavitario de nuestro país con Estados Unidos no ha logrado reflejarse de una manera generalizada al resto de la economía. Cuando mucho, sólo se ha manifestado en la situación de las empresas que están directamente involucradas en las transacciones internacionales y en aquéllas pocas que a la vez están conectadas con el mercado doméstico.
En fin, nuevamente parece que se requiere que pasen muchos años para que podamos conocer con relativa claridad la naturaleza y las implicaciones de los hechos económicos. Este año, sin duda, quizás será apenas el comienzo.