Guillermo Almeyra
Alianzas que matan

En toda alianza política los contrayentes, como en los matrimonios, deben tener algo en común y deben esperar obtener mutuas ventajas y satisfacciones. El para qué, el cómo, el cuándo no sólo deben ser cuidadosamente sopesados por quienes buscan aliados (pues se los busca, por definición, entre los no idénticos, entre los diferentes), sino que también deben ser cristalinos para el pueblo común, que es quien debe aceptar, premiar o condenar la alianza propuesta. Eso es sobre todo válido para quienes se precian de diferenciarse por defender una posición ética y de quienes esperan construir conciencias para abrir paso a una alternativa al sistema.

Hubo casos, por ejemplo, como el de los frentes antifascistas en Europa, donde la lucha común contra la dictadura nacional y los invasores nazis permitió una difícil colaboración, que duró hasta el fin de la guerra, entre liberales y hasta conservadores católicos reaccionarios, comunistas y socialistas. En ese caso era posible ``golpear juntos y marchar separados''... aunque, a decir verdad, los comunistas franceses, por ejemplo, dependieron tanto de los gaullistas que su jefe Maurice Thorez integró el primer gabinete de Charles de Gaulle como vicepresidente y los comunistas desarmaron al ejército miliciano resistente que dirigían para rehacer el clásico ejército francés y llamaron a acabar con las huelgas diciendo que éstas eran ``armas de los trusts''.

Hubo, sin embargo, otros casos, siempre en nombre de una común posición antifascista, con resultados diferentes: los comunistas cubanos (el entonces Partido Socialista Popular) tuvo dos ministros en el gobierno del dictador y agente estadunidense Fulgencio Batista y votó por éste, y antes atacó a los enemigos de la dictadura, como Guiteras, ignorando voluntariamente que, para el pueblo cubano, la dictadura y la dominación extranjera eran el peligro mayor e inmediato, y que desde Cuba se podía combatir contra Hitler, del otro lado del océano, sin depender de Washington y de sus títeres locales. Esa alianza le costó al PSP el desprestigio, la derrota electoral, la pérdida de la dirección de la lucha antibatistiana (que pasó a manos de los nacionalistas radicales dirigidos por Fidel Castro) y, posteriormente, la escisión, cuando el PSP condenó la guerrilla en Sierra Maestra.

Una alianza similar fue la que firmó Palmiro Togliatti, en nombre del Partido Comunista italiano, con la monarquía y los Aliados que ocupaban el sur de Italia, reconociendo el gobierno del rey (del mismo rey que había dado el poder y apoyado a Mussolini y había provocado el desastre del ingreso de Italia en la guerra junto a Hitler). El resultado es conocido: el PC fue expulsado a patadas del gobierno donde Togliatti era vicepresidente en cuanto ya no fue necesario para restablecer el orden, y durante más de 40 años gobernaron los democristianos de derecha, agentes de Estados Unidos.

Siempre entre los comunistas (especialistas en proponer la unidad nacional y las alianzas con los ``burgueses progresistas'' contra los burgueses ``reaccionarios'') está el ejemplo de manual del PC argentino con su líder Vittorio Codovilla. El PCA construyó la llamada Unión Democrática en 1945, junto con los terratenientes, los liberales y los socialistas proimperialistas y junto a Braden, el embajador de EU, para oponerse a Perón: regaló así a éste la bandera del nacionalismo, de los intereses obreros y del antimperialismo junto con el poder, y la Argentina padece aún la influencia peronista.

Esas son alianzas que matan, porque no se puede firmar una alianza entre fuerzas que dicen apoyarse en los trabajadores y los oprimidos para imponer una alternativa a la dominación del capital y fuerzas que, en cambio, tienen como principal objetivo sostenerla. Además, en la propuesta misma de alianza la fuerza que no forma parte del establishment pierde, porque desmoraliza y divide a su base con el abandono mismo de su intransigencia principista, con su pragmatismo politicista, mientras que la fuerza conservadora gana porque el conservadurismo es defensa del statu quo y de la despolitización de los trabajadores, todo lo cual consiguen los ``astutos'' que creen que en política los votos se suman, olvidando que a veces se restan o se anulan, que dos más dos puede hacer cero aunque otras veces, en cambio, en las alianzas que no son contra natura se multiplican y pueden dar quince...