La Jornada domingo 12 de enero de 1997

90 DIAS DE CALVARIO

Hoy domingo se cumplen 90 días de la durísima huelga de hambre de los barrenderos tabasqueños, y existe el peligro concreto de que algunos de ellos mueran debido a las tergiversaciones e insensibilidades, para las cuales el tiempo y el sufrimiento humano son consideraciones secundarias.

Un grupo de personalidades exhortó ayer a los dos huelguistas que están en peores condiciones médicas a suspender su protesta para no perder sus vidas en aras de una solución que ya ha ganado presencia ante la opinión pública nacional con su sacrificio y el de sus compañeros.

Los barrenderos, con su firmeza y decisión, han llevado adelante por tres meses de continua movilización y sacrificio sus reivindicaciones que, en lo esencial, consisten en la defensa del puesto de trabajo y de la independencia y dignidad de los trabajadores frente a las autoridades del Estado. El hecho de que se vean obligados a recurrir a formas tan extremas, como una huelga de hambre hasta sus últimas consecuencias, para poder ser escuchados y obtener propuestas concretas de solución, que son factibles, muestra la cerrazón de autoridades, para las cuales los sufrimientos de esos trabajadores no cuentan y sí vale mucho, en cambio, el principio de autoridad, el verticalismo político de tipo monárquico. Precisamente por eso se debe evitar el sacrificio de la vida de luchadores dignos que son indispensables para su gremio y su pueblo, al mismo tiempo que se mantiene la lucha por soluciones negociadas que preserven los intereses fundamentales de los barrenderos y de sus familias.

Trabajo, indemnización por los salarios perdidos y la creación de las condiciones para que los huelguistas de hambre puedan reponerse y volver a trabajar, son cosas fáciles de asegurar si el gobierno tabasqueño realmente tiene voluntad política y si el gobierno central realmente le invitase a cerrar este absceso político social y a cesar de combatir en una guerra, literalmente a muerte, contra quienes considera enemigos y no solamente ciudadanos opositores o adversarios políticos.

Evitar que dos trabajadores mueran en una huelga de hambre que han llevado durante tres meses con sacrificios y valentía ejemplares, sería una muestra de cordura política que evitaría extremar la lucha y ganaría aún más a los trabaja-dores de la limpieza el respeto y el apoyo de la ciudadanía que ama la valentía y la justicia y no desea, en cambio, la pérdida innecesaria de valiosas vidas humanas. Este es el momento de adoptar una decisión antes de tener que lamentar lo irreparable.