La Jornada Semanal, 12 de enero de 1997
En sus trabajos se nota cierta fascinación por el accidente.
ųEl accidente es revelador y profético. Es lo que debe afrontarse para desarrollar la técnica. Dime cuál es el accidente y yo te diré cuál es la técnica. Inventar un objeto técnico equivale a inaugurar un accidente específico: inventar la nave es inventar el naufragio; inventar el tren es inventar el descarrilamiento. Lo que me interesa en tanto que crítico de la técnica es detectar la especificidad del accidente.
Es analizando la negatividad del accidente de un objeto que se puede desarrollar este objeto para perfeccionarlo, para humanizarlo, para civilizarlo. Tomemos el ejemplo del ferrocarril; encontramos dos tipos de ingenieros: los que van a diseñar puentes especiales porquees preciso evitar las vibraciones, y los que van a inventar locomotoras y vagones. Todo eso, junto, va a funcionar, pero un día el tren descarrilará. Hacia 1880 se desarrollan sin límites las máquinas de vapor y los raíles. Lo único que obstaculiza el desarrollo del ferrocarril son los descarrilamientos. Es entonces que aparece la invención de una nuevaingeniería, la ingeniería de tráfico, el Block System, lo inmaterial, en cierto modo... Están los raíles, está el tren, están las estaciones, pero está también el trayecto, el tránsito, y se va a inventar el ingeniero de tránsito. Es lo que permitirá, un día, el TGV, el tren de gran velocidad.
Las nuevas tecnologías de la red, Internet y otras, son de la misma naturaleza. Ellas portan en sí un accidente específico. No lo percibimos porque no hay muertos, porque no se ven metales y cuerpos destrozados, pero está el paro, el espionaje. Revelar el accidente en cualquier tecnología es permitir su desarrollo, es civilizar la técnica. La técnica es, en primer lugar, el accidente.
ųƑPor qué utiliza usted el término accidente para designar esos hechos eventuales y no el de catástrofe?
ųLa palabra accidente tiene el mérito de estar bien balizada en el plano filosófico por su oposición a la sustancia; la palabra catástrofe me parece exagerada. El descarrilamiento no es algo deseado por el jefe de los instaladores de vías y mucho menos deseado por el conductor de la locomotora. El accidente sobreviene inopinadamente. La sustancia es necesaria cuando el accidente es relativo y contingente.
ųƑCómo analiza usted el accidente de coche? Si nuestra sociedad tiene una obsesión relativa a los accidentes, es la relacionada con los accidentes de coche.
ųEl accidente de coche habla de una especie de guerra civil del movimiento. Nuestra sociedad es una sociedad de la movilización general. El automóvil ha sido el medio de movilización social a través del trabajo y el ocio. La historia es una aceleración: aceleración del desplazamiento físico, del transporte de personas, aceleración de la información con la revolución de las transmisiones, y al mismo tiempo aceleración y multiplicación del accidente. Accidente automóvil: la nave, el tren, el coche, el avión, son todos automóviles. Accidente audiovisual con los telecom, con el teletrabajo, la deslocalización que permite hacer trabajar chinos a tres francos la hora cuando la gente pasa hambre en Europa.
Con la aceleración de la historia, hay una multiplicación de accidentes, una suerte de guerra civil. Es el progreso del movimiento, indisociable del progreso del accidente, de un accidente que evoluciona: en un primer tiempo, las personas son destrozadas en un accidente ferroviario, o en los choques múltiples de coches. Hoy en día no hay aparecidos, pero sí zombis, dejados de lado por la sociedad porque es posible ordenar instantáneamente trabajos en cualquier rincón del mundo. El paro masivo es, de un cierto modo, una forma que adopta el accidente en las telecomunicaciones.
ųUn marxista le diría que calificar de accidente ese tipo de efecto o de contra efecto es bien indulgente de su parte; porque también se podría afirmar que esos accidentes son en cierta medida deseados o provocados.
ųEl accidente hace parte, sin duda, de la voluntad de poder. Pero no existe solamente el poder de quienes utilizan la técnica; existe el poder propio de la técnica misma. Durante la guerra estaban de un lado los aliados, mis amigos, y del otro lado los enemigos; el poder de la técnica estaba en el medio, entre ambos.
ųPara combatir el accidente se desarrollan un pensamiento y programas de seguridad. ƑPodemos tener el sueño, el proyecto o la utopía de una desaparición del accidente?
ųEl accidente es la cara oculta del progreso. No hay un progreso total: el progreso siempre es relativo, ya sea en el dominio económico, en el científico o en el técnico. No hay progreso sin su sombra; y el accidente es su sombra.
ųDe acuerdo, pero... Ƒhay un progreso que merezca un accidente?
ųCon el desarrollo de la velocidad, que está en la base del poder de la técnica, hemos pasado de un accidente específico, particular, de un accidente localizado, a la posibilidad de un accidente general, es decir de un accidente que concierne a la totalidad del espacio y del tiempo, un accidente sin precedentes.
Contra el accidente local se podía prever la suscripción de pólizas de seguros, o establecer dispositivos técnicos como el control del tránsito y la regulación policial de las rutas. Era posible aceptar pagar por prever un accidente local, específicamente situado aquí y ahora, mientras que no se puede tomar medidas contra un accidente general, integral. Los plazos tecnológicos que ponen en escena no ya las velocidades relativas de un tren o de un coche, sino la velocidad absoluta de las ondas electromagnéticas, abren la inevitable posibilidad de un accidente general en el que la imagen (pero, Ƒcómo explicarlo dado que no tenemos precedentes?), en el que la imagen sería el crash de la bolsa, o la radiactividad de una contaminación casi instantánea de la totalidad de la población.
Resulta difícil hablar de algo que no ha ocurrido todavía y permanece en estado potencial... El accidente general está en potencia en el paro masivo; en el hecho de que el paro, la desocupación, no es ya un problema sino una solución; en el hecho de que la instantaneidad de la acción y de la reacción pueda provocar un auténtico desarreglo político. Es más que una crisis; es la emergencia de un accidente general, de un accidente que es de la misma naturaleza que el primer accidente de la nave espacial Challenger; es decir, algo que se sabe que un día va a ocurrir pero contra lo cual no se pueden tomar medidas preventivas. De este modo, no se pueden tomar medidas filosóficamente o moralmente, porque ese accidente general es, simplemente, imposible de asumir... Hay, entonces, un crecimiento del accidente que va junto con el crecimiento del poder, del dinero, de la técnica y del monopolio del mercado.
ųActualmente hay una angustia manifiesta en torno a la catástrofe.
ųEsa amenaza explica a los ecologistas. El accidente general está prefigurado por los ecologistas. Lo específico del accidente general es que concierne a todas las disciplinas. Cada una lo aborda a su manera. La ecología la presenta bajo un cierto ángulo. Yo intento otra aproximación y hablo de una ecología gris, en oposición a la ecología verde. La ecología verde es una ecología sustancialista: fauna, flora, calidad de vida. Pero hay un lugar también para una ecología de las distancias, de los espacios, de la relación con el otro, de la relación con el mundo. Todos ellos elementos que son signos, síntomas de la catástrofe o del accidente general, de preocupaciones que surgen. El accidente general es también aquel que se produce cuando se "telescopea" el muro del tiempo real, es decir el muro de una velocidad límite según la teoría de la relatividad: 300,000 kilómetros por segundo.
ųSu filosofía es fundamentalmente una filosofía de la técnica.
ųLa técnica ha desarrollado la velocidad. Existe una velocidad inicial, que es la velocidad de lo vivo, la velocidad metabólica, la velocidad de las células, de la regeneración de las células. El progreso de la historia es el progreso del motor: el primer motor es el caballo, que será adiestrado, mezclado ųel anglo-arabeų para acelerarlo, para hacer de él un animal más competitivo. Después, tenemos el navío de vela, seguido del impulsado por un motor, etcétera. Los progresos de la velocidad son progresos de la técnica. Hoy en día, la técnica, mediante el empleo de ondas electromagnéticas, ha superado dos muros: el muro del sonido, el muro del calor ųque permite poner en órbita un objetoų, pero acaba de chocar contra el muro del tiempo, el muro del tiempo real, es decir el muro de la velocidad de la luz, un muro que no se supera.
ųUna técnica define siempre una cierta forma de espacio-tiempo.
ųLa velocidad es un ambiente, el ambiente. Nosotros no habitamos sólo la superficie de la Tierra, habitamos la velocidad. La velocidad es un ambiente en el que los vehículos son las teorías; ellas interpretan el ambiente: el coche interpreta el ambiente velocidad de manera diferente que el avión supersónico, de manera diferente que la marcha a pie o en bicicleta. La velocidad es un ambiente, y cada invención de un nuevo medio ųbicicleta, caballo, aviónų es una manera de interpretarlo.
ųEn esta historia de la velocidad, de la técnica y del progreso, usted señala, en su último libro, La Velocidad de liberación, una profunda transformación del espacio-tiempo.
ųPara nosotros, el espacio sólo puede identificarse con el espacio-mundo. Pero este espacio-mundo, este tamaño natural está contaminado por las teletecnologías de la velocidad de la luz. El espacio-mundo (el espacio real) deja paso al tiempo-mundo, es decir al tiempo real. Las tecnologías que hacen la ciudad son ya las tecnologías del teletrabajo, de la teleconferencia, de la telepresencia. La ciudad del futuro es, entonces, una ciudad teletópica, no es más una ciudad tópica. Los telepuertos, en esa ciudad futura, son los elementos determinantes. La ciudad antigua era, antes que nada, la puerta para atravesar la fortaleza. Después ha sido el puerto, después la estación, el aeropuerto... todos equipamientos que se inscriben en el espacio real y dejan infraestructuras pesadas, como los tendidos ferroviarios o pistas de aterrizaje. Con el telepuerto, nos situamos en la inmaterialidad; el telepuerto es una forma constitutiva de la teleciudad. Eso provoca la creación de una concentración urbana específica: la ciudad-mundo. Es el hipercentro: no ya la cosmópolis, sino la omnípolis. Roma o Londres, como capitales, han sido una primera reducción del espacio que ellas controlaban, pero totalmente relativas, ya que reposaban esencialmente en el transporte marítimo, comunidad hanseática en el caso de Londres, flota del Mediterráneo para Roma. Hoy en día ya no es más el espacio real, con su geometría ųcentro, periferiaų lo que domina. Continúan existiendo ciudades, pero de hecho están descalificadas. El verdadero centro es el centro del tiempo real, una especie de hipercentro, de ciudad virtual, que no está en ningún lugar y está en todos los lugares, y que es uno de los elementos del accidente general. Este hipercentro del tiempo real hace que todas las ciudades reales sean los barrios, algo así como los barrios dormitorios de la ciudad virtual, de esa omnípolis que reemplaza la cosmópolis tipo Roma o Londres. Si uno sigue la Global City, de Saskia Sassen, se avanza en esa dirección. Singapur es ya una ciudad-mundo, con un puerto internacional, un aeropuerto internacional, y su telepuerto, con un satélite geoestacionario a 36,000 kilómetros de altitud. La ciudad virtual, la capital de capitales, la ciudad-mundo, es ese centro que está al mismo tiempo en ningún lugar y un poco por todos lados y que desacredita todas las ciudades reales y hace de ellas simples barrios.
ųUn Victor Hugo diría, tal vez, que se trata de un progreso extraordinario ya que abriría la posibilidad de una fraternidad universal.
ųYo creo en esa fraternidad, pero lo positivo de la ciudadanía mundial pasa por un combate. Ello sólo aparece en el combate, en una lucha contra la manera de privilegiar lo lejano en detrimento de lo próximo. Durante mucho tiempo el "próximo" fue el aliado, el pariente, mientras que el enemigo era el lejano, el extranjero. Ahora se asiste no a una confusión entre el próximo y el lejano, sino a una inversión de relaciones: el lejano, que aparece en la extraña pantalla, es el amigo, mientras el próximo, el vecino, ese que huele mal y hace ruido, es el enemigo. Hay una inversión de la ley de proximidad, que explica la crisis de las ciudades. Mi vecino de escalera es mi enemigo porque huele mal, me molesta, viene a fastidiarme, mientras que ese que yo veo en la tele, que escucho en el teléfono, no me molesta: šdesenchufo cuando quiero! Esta inversión hace realidad la frase de Nietzsche: "Ama a tu lejano como a ti mismo."
ųLo que nos conduce hacia eso que usted llama "cibersexualidad".
ųEstamos en una época sin igual. La tele-audición (la radio) o la televisión participaban de una perspectiva sonora y visual que era todavía la del Quatrocento.
Nosotros entramos en una perspectiva de tiempo-real, de la óptica ondulatoria, con la posibilidad de transmitir instantáneamente emociones y sensaciones. Se inventa una perspectiva nueva, la perspectiva del tacto, que permite una sexualidad a distancia, la telecopulación. El acontecimiento es insólito: hasta ahora no habíamos podido tocar a distancia. Hoy en día, a miles de kilómetros de distancia puedo no solamente tocar con guantes de datos, sino que, con un traje especial, pudo hacer el amor con una mujer que está en Tokio, ya que sus impulsos me son transmitidos por captadores que me permiten producirle placer y sentir el placer yo mismo... šYa no es el divorcio, es la desintegración! Ya no es el divorcio de la pareja, es el divorcio de la copulación, el preservativo universal. Esto viene junto con el acoso sexual, ese rechazo del otro, del cercano, de la cercana, esa ruptura con el cuerpodel otro. El acoso sexual es, en cierto modo, el desarrollo de un proceso de intención. Acompaña ese divorcio de los cuerpos, la crisis de la sexualidad, la desintegración de la sexualidad en provecho de una masturbación electrónica.
Los captadores inventados actualmente son también olfativos: permiten oler una rosa a distancia. Se puede teleoír, y eso se llama radio o teléfono; se puede telever, y eso se llama televisión o videovigilancia; el teletacto permite tocar, manejar algo a distancia; y podemos, finalmente, teleoler. Lo único que no podemos hacer es telegustar. El gusto es el último sentido que se resiste a la tele. Eso es el fin del mundo: no un fin a la manera del Apocalipsis; es el fin del mundo que está fuera de mí. Se identifica el propio cuerpo con el mundo; uno se vuelve el hombre-planeta. El hombre de Internet, el hombre de la comprensión temporal es un hombre, en potencia, telepresente.
ųPero, Ƒpor qué ese ciberespacio no sería él mismo un territorio?
ųUn ambiente no es un territorio; hay que trabajar los elementos y considerar el accidente general de manera franca, como lo hicieron los responsables del transporte ferroviario ante los descarrilamientos de trenes. Es el papel que le cabe a la ecología gris. Hay un descarrilamiento de las telecomunicaciones, un accidente potencial, en la comprensión temporal. Hay que luchar contra ese accidente. Yo nunca he dicho que debía interrumpirse el trabajo de la técnica, sino que es preciso luchar. Es el combate de Jacob con el Ángel. Jacob es un hombre libre, lucha contra el Ángel durante toda la noche. Ese Ángel es su Dios, él lo reverencia, pero él lucha para seguir siendo un hombre de pie, un hombre libre. A la mañana, le dice al Ángel: "Déjame, he combatido toda la noche." La técnica es el combate con el Ángel. Si uno no combate contra la técnica, uno no es un hombre libre.