José Vasconcelos
Siendo José Vasconcelos Secretario de Educación durante el gobierno
de Alvaro Obregón, propuso para los indígenas: (...) La creación de
escuelas especiales de indios en todas las regiones pobladas por
indígenas y en las cuales se enseñará el castellano con rudimentos de
higiene y de economía, lecciones de cultivo y de aplicación de
máquinas a la agricultura. De esta suerte se logrará que sea más
eficaz el trabajo indígena, lo que motivará aumento de jornales y una
mayor posibilidad de que la raza se eleve rápidamente (...) Las
escuelas rurales se extenderán por todo el país y representarán un
grado más que las escuelas indígenas (...) Cuando los fondos del
Estado no basten para fundar verdaderas escuelas, la Secretaría (de
Educación) enviará maestros ambulantes que recorran las rancherías
predicando la buena nueva de la regeneración por el trabajo, la
pericia y la virtud (...)
El decreto de 1923 que materializa las ideas de Vasconcelos en las llamadas Casas del Pueblo, señala: (...) Se pretende que la escuela rural indígena sea el resultado de la corporación de todos los vecinos del lugar (...) algo absolutamente propio de la localidad y que desarrolle sus actividades teniendo siempre presente los intereses colectivos (...) establece vínculos de solidaridad y fraternidad (...) y derrame ampliamente la influencia civilizadora de los maestros misioneros y rurales.
Plutarco Elías Calles
Calles fundó la Casa del Estudiante Indígena sobre estas bases: (...)
Para la selección de indios se tomarán en cuenta los siguientes
requisitos y condiciones: 1§ Ser indios varones que a la época de su
ingreso cuenten de 14 a 18 años de edad (...) 2§ Ofrecer las
características de inteligencia, vigor físico y salud necesarios para
no hacer frustránea su estancia en la casa. 3§ Ser originarios de
comarcas de densa población india. 4§ Residir habitualmente fuera de
los centros medianos o grandes de población. 5§ Hablar y entender con
relativa perfección el idioma indio propio de la región. 6§ Desechar
aquellos indios que puedan incorporarse a la comunidad social
mexicana sin necesidad de ayuda oficial (...)
Lázaro Cárdenas
(...) La fórmula de ``incorporar al indio a la civilización'', tiene
todavía restos de los viejos sistemas que trataban de ocultar las
desigualdades de hecho, porque esa incorporación se ha extendido
generalmente como propósito de desindianizar y de extranjerizar, es
decir, de acabar con la cultura primitiva; desarraigar los dialectos
regionales, las tradiciones, las costumbres y hasta los sentimientos
profundos del hombre apegado a su tierra. Todo régimen que aspire a
la verdadera democracia debe considerar la utilización de las
virtudes de las razas indígenas y la eliminación de los vicios o
lacras impuestas por los sistemas opresores, como un factor esencial
para la realización del progreso colectivo. En tanto existan
contingentes humanos desposeídos de las tierras de sus mayores, de
sus derechos de hombres y de ciudadanos y se les siga tratando como
bestias y como máquinas, no puede considerarse que la igualdad y la
justicia imperen en América.
Cárdenas y la autonomía indígena
Al crear el Departamento de Asuntos Indígenas, propuesto por Moisés
Sáenz, el presidente Lázaro Cárdenas se negó a darle funciones
administrativas por las siguientes razones: (...) No sería posible
crear el Departamento de Asuntos Indígenas como dependencia destinada
a ejercer las funciones del Estado con respecto a nuestros indios,
tanto porque sería prácticamente imposible delimitar con precisión
quiénes habrían de ser considerados como indígenas y por lo tanto,
sujetos a la acción de este Departamento en sus diversas fases,
cuanto porque se introduciría peligrosa confusión en el seno del
poder público al crear un órgano de gobierno cuyas actividades no
dependerían del ramo de asuntos de su cargo. Además, es notorio que
si creara un Departamento indígena destinado a encargarse de la
población aborigen ejerciendo respecto a ella todas las funciones del
Poder Público, fatalmente se desvincularía a los indígenas de la masa
general de nuestra población, constituyendo con ellos una casta
aparte, en vez de coadyuvar a la obra de asimilación y unificación
nacional que es el verdadero objeto de los esfuerzos revolucionarios.
El interés especial que mueve al Gobierno en favor de los indios, no
arranca del deseo de destacarlos como grupo étnico separado,
manteniendo en pie indefinidamente sus problemas específicos, sino
por el contrario, tiende a fundirlos y asimilarlos dentro del
conjunto (...) Cárdenas dixit.
Alfonso Caso
(...) Necesariamente tienden a desaparecer dichas comunidades
(indígenas), tienden nuestros pueblos indígenas a adquirir poco a
poco las características de nuestros pueblos mestizos o blancos. El
ferrocarril, el camino, la radio, el cinematógrafo van lenta, pero
seguramente destruyendo los elementos de la cultura indígena (y aún
más la televisión, habría añadido Caso en estos días), van
incorporando las comunidades indígenas dentro del ambiente cultural
de nuestros países (...) Toda política indigenista debe tender a
reparar esta injusticia [la destrucción espontánea de los elementos
de la cultura indígena] (paréntesis del editor). Quedan dentro de
estas comunidades indígenas, aspectos nobles de sus viejas culturas,
perfiles que harán más rico el ambiente cultural de nuestros pueblos,
elementos que tenemos que salvar de la total destrucción, si queremos
ser hombres conscientes y atentos al desarrollo de nuestros pueblos.
Así, por ejemplo, el arte popular indígena, su maravillosa intuición
para transformar en bellos objetos los más toscos y rudos
materiales.