José Agustín Ortiz Pinchetti
Nuevo cauce a una causa

Este artículo tiene sabor narcisista, festeja el primer éxito de la agrupación Causa Ciudadana de la que soy miembro. El miércoles el Consejo General del IFE aprobó por unanimidad nuestra solicitud de registro.

La nuestra es una entre cinco mil organizaciones políticas que han aparecido en el horizonte de la vida pública. El ``movimiento ciudadano'' es un poco un invertebrado gaseoso. Han surgido miles de organizaciones ``no gubernamentales'' que tienen los más distintos propósitos que pueda imaginarse. El primer brote serio de este fenómeno fue la respuesta del pueblo de la ciudad de México al terremoto de 1985. A partir de 1990 la corriente principal se ha orientado a presionar en favor de un cambio democrático.

Una característica de todos los grupos es que no quieren ingresar a los partidos existentes. Rechazan al partido oficial y no confían en la oposición. Los politólogos que ven con simpatía la construcción de un sistema fuerte de partidos han criticado esta proliferación.

Pero las agrupaciones llegaron para quedarse. La nueva Ley Federal Electoral las ha reconocido. El marco que les otorga está lleno de estrecheces y contradicciones. Aunque reconoce que son formas de asociación ciudadana que coadyuvan al desarrollo de la vida democrática, y les otorga la prerrogativa de participar en los procesos electorales asociadas a los partidos existentes, las restringe a través de numerosas normas prohibitivas. Les ha asignado un financiamiento público ridículamente pequeño, si se toma en cuenta el que reciben los partidos políticos.

Yo me vinculé con Causa Ciudadana por tres motivos: Cuando terminé mi tarea como consejero ciudadano electoral, no sentí tener un campo propicio dentro de ninguno de los partidos. Yo quería seguir practicando la política a la que me aficioné vivamente. De todas las agrupaciones, la única que parecía dispuesta a crear una base popular para luchar en el campo político era Causa Ciudadana. Ya conocía a sus fundadores (Demetrio Sodi, Cecilia Loría, Graco Ramírez, Clara Clarísima, Rubén Aguilar, Luis Linares, Alfonso Zárate y etcétera, etcétera) y todos me parecieron patriotas y de alto nivel ético. Por último, yo había trabajado con Demetrio, que es el motor de la agrupación, y nunca lo había visto fallar en ninguno de sus proyectos. (La Asociación con Aguilar Zínser y el doctor Nava y el navismo para los cinco puntos de la reforma democrática, el plebiscito ciudadano del DF, los 20 Compromisos por la Nación, el Grupo San Angel, etcétera.) A estas alturas del partido ya no podemos contentarnos con derrotas honrosas.

¿Es Causa Ciudadana embrión de un partido? Yo más bien creo que es un vivero de nuevos líderes y militantes. En todo el país hay verdadera hambre de participación. Causa Ciudadana propone una organización muy descentralizada que permite a multitud de grupos en la provincia decidir sus propias tareas. Frente a los partidos, inmensas pirámides controladas desde la capital de la República, la agrupación se asemeja más bien a una red de solidaridades. Es una buena iniciativa, aunque no es fácil que cristalice plenamente. Las tendencias hacia el autoritarismo y el centralismo están fuertemente introyectadas en todos nosotros.

Causa Ciudadana no se niega la posibilidad de que algunos de sus miembros se asocien con los partidos y presenten candidaturas al Congreso, a las gubernaturas y a las presidencias municipales, pero no se propone aliarse con ningún partido. Su apuesta está en el futuro, es decir, confiamos en que la transición política vaya rompiendo los viejos cauces en que se practica la política mexicana y dé origen a una nueva y muy poderosa fuerza reformista, patriótica, orientada a la justicia social. Pero esto no podrá ser decidido en los cenáculos de la ciudad de México.