En la arquitectura hay una lucha entre lo nacional y lo universal: Curtis
Merry Mac Masters/ I Ť El historiador de arquitectura inglés William Curtis (1948), autor, entre otros, de los libros, Arquitectura moderna desde 1900 (1982) y Le Corbusier: ideas y formas (1986), vino a México por vez primera en 1984 con la intención de conocer las ``ruinas'', aunque estaba consciente de una ``arquitectura moderna de consideración'' y de la cual la figura más conocida para él era Luis Barragán, a pesar de ``lo poquito'' que se publicaba al respecto. En el transcurso de su visita ``por accidente'' pasó en frente de un edificio de Teodoro González de León, el Infonavit. Fue una introducción ``visceral y directa'' a su obra. Como el edificio de Barranca de Muerto le pareció ``muy fuerte e interesante'', quiso parar y supo que el arquitecto lo había realizado junto con Abraham Zabludovsky.
Intrigado por México, Curtis regresó el año siguiente por un mes, tiempo en el que impartió varias conferencias en la UNAM sobre Le Corbusier y la recepción mundial de sus obras. También habló de la manera en que diferentes países latinoamericanos habían interpretado a Eduardo Jeanneret-Gris convirtiendo algunas de sus ideas en modos para manejar su propia situación. Entonces fue cuando más se interesó por la posición de González de León, en cuanto a la historia por ser ésta ``uno de los elementos de su trabajo''.
De nuevo aquí, en el marco de la exposición Ensamblajes y excavaciones. Teodoro González de León, 1968-1996, en el Museo Tamayo, Curtis fue entrevistado:
--¿De qué manera México ha interpretado la visión de Le Corbusier?
--Si se revisa la historia de la arquitectura moderna desde una perspectiva prolongada, es como muchas nuevas tradiciones: hay un periodo de prototipos que son flexibles y poderosos, luego, de maneras inesperadas esas ideas sobrepasan las fronteras, son transmitidas. En realidad la arquitectura mexicana moderna viene de fuentes diversas --incluso, hay conexiones soviéticas--, como Mies van de Rohe y La Bauhaus que fueron influencias muy fuertes aquí. Barragán aprendió mucho de Le Corbusier aunque por alguna razón esto nunca se dice.
La posición de Teodoro fue diferente al pertenecer a una segunda generación. Fue un periodo en que el modernismo se volvía degradante, por lo diagramático y funcionalista. Teodoro quiso buscar su inspiración en la fuente; también estaban las ideas urbanistas de Le Corbusier que han sido muy problemáticas alrededor del mundo. En Latinoamérica, sin embargo, la utopía de su visión, de la ville radiusse, por ejemplo, fue muy importante en la definición de la sociedad posrevolucionaria. El tema de la ciudad universal en Latinoamérica en general y cómo ésta en realidad se inserta dentro de las viejas construcciones ideológicas al utilizar a la ciudad para proyectar el nuevo orden me es de particular interés. Tanto el Zócalo como la Ciudad Universitaria son proyecciones del nuevo orden dentro del marco del nacionalismo y el universalismo, a su vez una lucha siempre presente en la cultura mexicana. Para Teodoro, Le Corbusier vino a ser un componente de una especie de universalismo. Que haya ido a trabajar con él en 1947 fue algo fuera de lo común.
--Esta lucha nacionalismo vs universalismo, ¿qué tiene que ver con la identidad?
--Todo. No se puede separar las grandes estructuras institucionales (El Colegio de México), a las que ha estado ligado Teodoro, que son las cuerdas altas. Esas son proyecciones de una ideología de cómo se moderniza un país. Mi experiencia ha sido que cada país libra una lucha única en la modernización. Una de las grandes consideraciones es cómo ven su historia, cómo la reconocen, la reinventan, la recrean y la retransforman. En México ha habido ese enorme problema de cómo se integra todas las disyunciones, los periodos, razas y culturas diferentes, en una especie de mito nacional de unidad. Al mismo tiempo existe el asunto de la centralización tecnológica y en general que es una fuerza prehispánica. Cada periodo hace su propia lectura del texto. Esto pasa independientemente de los individuos. Una ciudad y una cultura, creo, pueden hablar a través de las formas. En parte lo que me interesa de la obra de Teodoro hecha para el sector público es que inevitablemente uno se involucra en todas esas cuestiones acerca de la representación de las instituciones, la relación entre el Estado y las personas, y el tipo de recursos arquitectónicos empleados para hacer una monumentalidad democrática y republicana. Los edificios de Teodoro suelen emplear una gran puerta cuya idea es proyectar una imagen de disponibilidad, de que todos somos iguales, de que los poderes son responsables ante nosotros y viceversa. Son ficciones ideales, pero de eso tratan los edificios.
--¿Ha sido exitoso México en lo que ha intentado expresar vía la arquitectura?
--En eso la arquitectura nunca logra un éxito total. Uno de sus papeles es volverse una ruina. Otro papel es ser reutilizada de muchas formas.
(Hoy, Curtis hablará sobre La arquitectura moderna. Condiciones mexicanas: Teodoro González de León, en el Museo Tamayo; mañana en Bellas Artes, sobre Le Corbusier y Louis Kahn en la India; y el jueves, en el Centro Nacional de las Artes, hablará de lo moderno y el pasado mexicano. Los eventos serán a partir de las 19 horas.