Según la machacona y por ello ``inteligente'' publicidad que repiten casi idéntica los locutores de radio y televisión, el gobierno, con un gran sentido humanitario, acudió a levantar a los ayunantes de Tabasco acampados frente a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, para salvarles la vida y para rescatarlos de quienes los manipulaban con quién sabe qué aviesos fines.
A buena hora el gobierno de la República se preocupa por quienes, en este atribulado país, están a punto de perecer de hambre; hasta hace poco su interés se había centrado en rescatar banqueros en apuros, pagar las deudas con el exterior y proteger a sus incondicionales de las campañas que los acusan de dilapidar miles de millones de pesos en un solo proceso electoral o asesinar campesinos.
Hoy sí el gobierno se decidió y su altruismo salió a la luz; ya rescató a dos de los hambrientos en este país, tan sólo le faltan, nada más en la ciudad de México, cinco millones novecientos noventa y nueve mil noventa y ocho, pero todo será empezar. El primer paso es el difícil y si ya dos ayunantes voluntarios han sido forzados a tomar alimentos sólidos; los otros hambrientos de México pueden, llenos de esperanza, estar ciertos de que pronto en sus mesas (los que las tengan) verán un buen pedazo de carne, quesos y algunos mariscos, pan, verduras y frutas, todos estos alimentos sólidos que los necios y manipulados se niegan a ingerir, tan sólo con el ánimo de molestar a las autoridades por ser ``protagónicos'' y por tener forma de hacer ``presión psicológica''.
Qué bueno, repito, que el gobierno del doctor Zedillo se haya decidido a rescatar a los ayunantes, y como no hicieron sus voceros la advertencia que en otras ocasiones han hecho, de que tal acción ``no causará precedente'', ahora estarán obligados a continuar la obra que iniciaron; ojalá les alcance al alimento sólido y los sólidos granaderos que necesitaron para el rescate humanitario, con sus sólidos toletes y sus escudos.
Yo me permito sugerir al gobierno algunos rescatables. Empezaré por los diputados Adriana Luna Parra y Mauro González Luna, quienes en las afueras de la representación de Tabasco en la capital, en Insurgentes y Porfirio Díaz, frente al Parque Hundido, prefirieron cambiar sus dietas por ayunos y, en apoyo de los empleados de limpia de Tabasco, están acampados y pasando hambre. Si los rescatan de sus manipuladores, por ahí de paso pueden salvar al dirigente empresarial Rubén Barrios y al líder de deudores de la banca, Gerardo Fernández Noroña, que protestando por lo mismo y protagónicos que son, hace también varios días que no prueban bocado sólido. Y para ahorrar granaderos, de una vez pueden pasar a recoger a los ciudadanos que, encabezados por Andrés Peñaloza, los acompañan.
Ya encarrerados, podrían rescatar a los niños maromeros que ganan unos centavos en varias esquinas cercanas de Insurgentes y que, tercos como son, casi no prueban alimentos. Si les parece podrían recoger a otros tercos que sólo devoran fuego en las esquinas, a los que limpian parabrisas y se tragan nada más el mal humor de los automovilistas, y a los que venden chucherías e ingieren esmog todo el día. Así, los mismos granaderos podrán llevar a cabo su labor humanitaria en un solo operativo, y sin gasto de tiempo y recursos podrían levantar humanitariamente a varios miles de protagónicos.
Quedarían todavía por ahí regados en el territorio nacional los manipulados migrantes que sin comida pretenden llegar a la frontera; los campesinos sin cosechas, y el 70 por ciento de mexicanos asalariados que comen puro aire, porque ganan salario mínimo y tienen que compartirlo con aproximadamente 80 millones de mexicanos.
En fin, comenzada esta labor histórica, nuestros gobernantes tendrán mucho qué hacer y podrán estar orgullosos de que su humanitarismo, su amor por los hambrientos, su alteza de miras, habrán logrado que nuestros compatriotas que viven en el 50 por ciento de los hogares más pobres y que entre todos reciben tan sólo el 16 por ciento del ingreso nacional, coman alimentos sólidos, al igual que los come el 10 por ciento de la población más rica, que recibe satisfecha el 41 por ciento de ese ingreso.