De cara a las elecciones federales del próximo 6 de julio, una de las consecuencias posibles es la pérdida de la mayoría legislativa por parte del Partido Revolucionario Institucional. Ante tal eventualidad, dirigentes de ese instituto político y altos funcionarios del gobierno han afirmado que una presencia mayoritaria de la oposición en la Cámara de Diputados entorpecería severamente el manejo económico del país y llevaría a una nueva pérdida de la confianza en México por parte de los inversionistas, especialmente de los extranjeros.
Esta argumentación plantea, necesariamente, la imposibilidad de conciliar la recuperación y el desarrollo económico que el país requiere con un escenario legislativo en el cual la mayoría absoluta priísta, que hoy es capaz de aprobar ella sola las iniciativas gubernamentales --como fue el caso de las reformas legales en materia electoral--, cedería su lugar a un ámbito pluripartidista en el que las fuerzas políticas tendrían que negociar y establecer alianzas coyunturales o de largo alcance.
A juzgar por la situación prevaleciente en otras naciones, y tomando en cuenta lo ocurrido en nuestro propio país --en donde llevamos más de dos décadas de crisis económicas cíclicas y recurrentes, todas ellas surgidas en gobiernos priístas respaldados por amplias mayorías legislativas--, este intento de presentar como mutuamente excluyentes a posibles consecuencias del ejercicio democrático y a la estabilidad económica resulta insostenible.
Pero, en el contexto del asustadizo y voluble mercado internacional de inversiones, existe el riesgo de que el argumento priísta tenga el efecto indeseable de una profecía autocumplida, y que el solo augurio de dificultades económicas a raíz de un eventual triunfo opositor en los comicios de este año sea capaz de causar una pérdida de capitales forá- neos en caso de que tal victoria tenga lugar.
Con estos antecedentes, resulta altamente positivo el encuentro realizado ayer entre el presidente del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador, y el diputado panista Juan Antonio García Villa con directores de empresa, diplomáticos acreditados en México y el cuerpo directivo de The Conferences Economist, en el cual los políticos opositores expusieron los planteamientos económicos de sus res- pectivos partidos. En esa reunión los asistentes pudieron constatar que ni el PAN ni el PRD buscan ni proponen una nueva catástrofe económica, como pareciera insinuarse en los alarmantes escenarios trazados por la directiva priísta. Por el contrario, ambas fuerzas opositoras han formulado en diversas ocasiones --y lo hicieron de nuevo ayer ante los empresarios, diplomáticos y académicos extranjeros-- objeciones bien argumentadas y alternativas serias a la política económica oficial.
El único asunto que debe lamentarse en tal encuentro fue la ausencia del presidente del CEN del PRI, Humberto Roque Villanueva, el cual, de haber aceptado la invitación, habría podido exponer las ideas de su partido para avanzar hacia la recuperación económica y la estabilidad financiera, así como las razones de los priístas para afirmar que una victoria electoral de la oposición desembocaría en una nueva fuga de capitales.