wEl rechazo del gobierno ``de Ernesto Zedillo'' a cumplir los acuerdos que firmó en San Andrés en 1996 y a aceptar la iniciativa de reformas constitucionales de los legisladores de la Cocopa pone en riesgo la paz del país, pero también evidencia una vez más la urgencia que tiene México de transitar hacia otra forma de régimen político, pues los dos rasgos del autoritarismo mexicano siguen vigentes: la autocracia presidencialista y la incapacidad del Legislativo mexicano para erigirse como un poder autónomo.
1. Los diputados y senadores de la Cocopa no han actuado a la altura de las circunstancias y están ahondando la crisis institucional luego de que Zedillo se echara para atrás en el compromiso de su gobierno de respaldar el proyecto que ellos redactaran. Lejos de proceder como lo habían acordado con las partes y de presentar su propuesta, los miembros de la Cocopa han actuado con un sometimiento a Los Pinos que ha indignado a muchos sectores que confiaban en que actuarían con un mínimo de responsabilidad y de dignidad.
2. Las razones de la oposición de Gobernación a que la Cocopa presente su iniciativa no son difíciles de entender. En cualesquiera de las alternativas a su alcance, Zedillo quedaría evidenciado. De mandar ``línea'' para que los priístas votaran en contra, el control político se quebraría, los priístas se dividirían y en el debate afloraría que la razón del rechazo es el proyecto neoliberal del régimen. De ejercer Zedillo el derecho de veto, no impediría la ulterior discusión del proyecto al margen de que tendría que argumentar las (sin) razones de su oposición.
3. El discurso zedillista sobre la supuesta independencia de los poderes es obviamente una más de las lamentables expresiones de quien ocupa el Ejecutivo, porque los rasgos del ``sistema'' siguen siendo los mismos. Poco importa que Zedillo sea un individuo de escasas capacidades, subordinado a su predecesor y a su mafia, el autoritarismo del Ejecutivo sigue ejerciéndose: sea quien sea el que toma las decisiones.
4. Los gobernantes mexicanos han entendido históricamente el diálogo como un mecanismo para someter a su contraparte, y nada de ello ha cambiado durante estos años críticos. Zedillo ha actuado en Chiapas con una evidente irresponsabilidad, ignorando los problemas que llevaron a miles de campesinos indígenas al levantamiento armado y pretendiendo sólo ganar tiempo para imponerse con una guerra de baja intensidad. Las imágenes que presenta la prensa todos los días del Ejército asediando a las familias indígenas que huyen a las montañas, constituyen una vergüenza para el gobierno y una afrenta para todo México.
5. Los integrantes de la Cocopa no han entendido a su vez que su papel no es el de evitar confrontarse con el Ejecutivo sino el de actuar conforme a su función constitucional, al papel legal que tienen en el conflicto y a su ofrecimiento a las partes. En 1996, al ser creada la Cocopa como una instancia de coadyuvancia en la mediación, parecía que había nacido muerta porque el Legislativo no ha sabido actuar con independencia del Ejecutivo, y hoy sus integrantes parecen decididos a demostrar que así era.
6. Los miembros de la Cocopa han sido eficaces mensajeros de Los Pinos, pero en su única iniciativa importante se han doblegado ante Zedillo, mostrando que el Legislativo no tiene un papel en la búsqueda de la paz. Entre su proyecto y el de Gobernación parecen haber optado por el de éste último.
7. ¿Qué solución puede haber entonces a la guerra, si el Poder Judicial no existe como tal y es incapaz de poner un freno a la anticonstitucionalidad de los actos del Ejecutivo y el Legislativo se halla doblegado por completo?
8. La propaganda oficial ha hecho creer que en 1997 ``la oposición'' podría ganar la mayoría del Congreso y que estará en juego el control que Zedillo ejerce sobre éste, lo que es inexacto. En las próximas elecciones se va a elegir a la totalidad de los diputados, pero no a la de senadores, con lo que la mayoría priísta en esta Cámara no estará en riesgo y no existe por consiguiente la posibilidad de que ``la oposición'' pueda aprobar leyes contrarias a los intereses de Los Pinos ni que se integre una Cocopa verdaderamente autónoma.
9. La lógica que subyace en las decisiones oficiales ha sido hasta ahora muy clara; Ernesto Zedillo no tiene por qué acceder a los reclamos de los mexicanos, pues no recibió un mandato de la ciudadanía (y que no hubo en 1994 elecciones democráticas) y tiene que responder sólo ante quienes lo impusieron: Carlos Salinas y el FMI. Es por ello que se ha dedicado a encubrir los ilícitos de Salinas y a aplicar con esmero los programas del FMI ``para salir de la crisis'' (a la que él y sus amigos llevaron a México). La lógica de la sociedad civil tiene que ser sin embargo otra. Las únicas transiciones políticas son las que se producen desde abajo, y ese es el caso de México.
10. El único freno y contrapeso al autoritarismo presidencialista ha sido hasta ahora el de la sociedad civil con sus movilizaciones y sus denuncias, con los espacios que ha ganado en la prensa, y ese es el camino para alcanzar la paz en Chiapas (y en el país) y alcanzar el cambio.