La Jornada 24 de enero de 1997

Crece en comunidades de las Cañadas el temor de acciones bélicas

Juan Balboa, corresponsal, La Soledad, Chis., 23 de enero Ť La familia tzeltal de Felipe Vázquez Vázquez cumplió una semana de no trabajar su tierra; sólo abandonan sus casas para abastecerse de peces y agua en el río Jataté.

Se mantienen alertas dentro de sus hogares, pues aseguran que un ``rumor cierto'' invadió desde el pasado 11 de enero todo el valle de San Quintín, poblado en su mayoría por milicianos y bases de apoyo de los zapatistas: ``No salgan, los ejércitos federales volverán a atacar''.

Los Vázquez Vázquez, de la comunidad de La Soledad, son una de las casi cien familias del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y de la ARIC-independiente del inmenso valle de San Quintín, que abandonaron por unos días sus tierras y permanecen en sus casas atemorizados. El temor se apoderó de todas las poblaciones tzeltales que se ubican en la Cañada del Jataté, que comunica a las comunidades zapatistas de San Miguel con Emiliano Zapata.

``En todas las comunidades se escucha que regresará la guerra. Hay un fuerte rumor de que se inicia otra vez ; no sabemos quién la va a empezar: el Ejército Mexicano o los hermanos del EZLN. Nos dijeron que nadie puede salir'', dice Felipe Vázquez Vázquez, uno de los cuatro hombres de la familia que pertenecen a la ARIC-independiente.

Autoridades ejidales, dirigentes de organizaciones indígenas y campesinas, catequistas, promotores de salud y de derechos humanos, pastores evangélicos y observadores nacionales e internacionales, coinciden en cada una de las entrevistas en que el Ejército Mexicano incrementó, a partir del 11 de enero, sus patrullajes terrestres, pero sobre todo aéreos --aviones de guerra y helicópteros artillados-- en comunidades zapatistas como La Soledad, La Sultana, Patihuitz, Emiliano Zapata y La Garrucha.

Las operaciones militares en la Cañada del Jataté (y el valle en general) están bajo la responsabilidad de la fuerza de tarea Arco Iris, de San Quintín --localizados justo a la mitad de la zona de mayor influencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional-- y es donde se concentra el principal mando contrainsurgente de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Por otra parte, familias enteras de La Soledad, una de las ocho comunidades en donde existen campamentos militares, han dejado de trabajar sus tierras previendo posibles acciones bélicas entre el Ejército Mexicano y el EZLN. Dirigentes de la ARIC-independiente confirmaron que durante los días 12, 13, 14 y 15 de enero, el Ejército federal mantuvo vuelos rasantes sobre las comunidades zapatistas de la Cañada del Jataté.

Los campesinos Pedro Jiménez y Jorge Rodríguez denunciaron que los militares penetran cotidianamente al poblado y patrullan sus alrededores para ``amedrentar'' a los habitantes, además de que preguntan a los indígenas sobre el paradero de los dirigentes zapatistas.

En Betania, la comunidad no emigrará a las montañas

Betania es una de las comunidades que forman parte de los valles y cañadas de la Selva Lacandona. Se encuentra en medio de dos campamentos militares --San Quintín y La Sultana-- y es para los militares una comunidad importante. Por su cercanía con San Quintín, registra cada uno de los patrullajes terrestres del Ejército federal.

Algunos pobladores toman nota día con día del número de convoyes militares que atraviesan el poblado, sobre todo a partir del 11 de enero. Uno de ellos es Manuel Gómez Aguilar, quien explica a los periodistas que los patrullajes terrestres han aumentado considerablemente: ``De tres que se realizaban diariamente hasta el 10 de enero, aumentó a seis'' después del rechazo del EZLN al documento del presidente Zedillo.

``Los aviones ahora vuelan más seguido, en la noche y el día. El 13 de enero nos espantó el vuelo de un avión militar muy grande; este estuvo dando vueltas y vueltas por la cañada. Nos espantó mucho, pues es un avión muy grande que nunca había venido; el hecho aumentó el temor entre la población'', afirma.

Interrogado sobre la posibilidad de que los indígenas se refugien en las montañas por el temor a un ataque militar, Manuel Gómez Aguilar, uno de los principales dirigentes de Betania, niega con la cabeza que eso suceda y luego responde: ``La palabra de las comunidades es la de no huir; nosotros vamos a esperar a los militares en nuestras casas; si vienen a matarnos estamos de acuerdo en morir, pero en nuestras casas''