BALANCE INTERNACIONAL Ť Eduardo Loría
Adelgazamiento y desempleo

Una práctica que ha sido muy común desde hace más de diez años en las grandes empresas trasnacionales --básicamente norteamericanas-- es el adelgazamiento de sus estructuras productivas y administrativas, que prácticamente en todos los casos se han acompañado de recortes dramáticos y sistemáticos de personal.

De acuerdo con datos de The Economist (December 21st), entre 1987 y 1995 IBM redujo su planta laboral de 406 mil a 202 mil, General Motors entre 1979 y principios de los noventa de 800 mil a 450 mil, Hughes Electronics en 25 por ciento en la década pasada, General Electric despidió a 104 mil de sus 402 mil entre 1980 y 1990, Compaq despidió al 10 por ciento en 1992, Goldman Sachs 10 por ciento dos veces. En fechas muy recientes, Procter and Gamble corrió a 13 mil, ATT a 40 mil, Sears a 50 mil, Xerox a 10 mil, Delta a 18 mil y Eastman Kodak a 16.8 mil.

Paradójica y paralelamente a este proceso, la tasa de desempleo de Estados Unidos ha decrecido notablemente, al pasar de 7.1 por ciento en enero de 1993 a 5.1 por ciento a mediados de 1996. Ello ha sido consecuencia de que esa economía en conjunto generó poco menos de nueve millones de empleos, por lo que continúa como una de las que más empleos genera a nivel mundial.

Estas cifras sugieren que los generadores de las nuevas plazas laborales han sido las pequeñas empresas. Las estadísticas recientes de Estados Unidos indican que dos terceras partes de los nuevos empleos fueron generados por firmas de menos de 25 trabajadores, sobre todo por las de menos de 10. Un dato importante es que históricamente el índice anual de quiebra de este tipo de empresas es de alrededor del 20 por ciento, lo cual sugiere que esos nuevos empleos están asociados a alta rotación y flexibilidad laborales que en ciertas condiciones ha llegado a la precarización. Pero también, paradójicamente, en muchos casos esos nuevos empleos ofrecen remuneraciones superiores al promedio del sector.

En otras palabras, estamos en presencia de un proceso de destrucción de empleos de las empresas gigantescas y de creación de las pequeñas y de las micro, con un saldo final aparentemente positivo tanto por la generación de empleos y por altas remuneraciones. Pero lo más relevante es que esta dinámica se ha dado en presencia de un lento crecimiento económico y de aumento de la integración económica de ese país que le sigue representando altos desequilibrios comerciales.

Por otro lado, parece que los empleos que no se han logrado recuperar y los que más sufrirán con la continuación de este proceso son los de más baja calificación, debido a su traslado a las economías de menor desarrollo (como México) y a que las innovaciones tecnológicas y administrativas los hacen innecesarios.

Hay por lo menos dos razones que tratan de explicar la fuerte oleada adelgazadora de las empresas gigantes. Inicialmente apareció como la consecuencia inevitable de las graves caídas de la demanda agregada y, por tanto, de la producción, que obligaron a los recortes ya referidos. Sin embargo, las empresas que han recurrido a esta práctica en los últimos años no lo han hecho porque se hayan visto en la misma situación; por el contrario, muchas lo han hecho en condiciones de crecimiento y expansión, y en algunos casos cuando se han encontrado en las mejores situaciones financieras de los últimos años.

No existe consenso sobre la dinámica que seguirá este proceso en Estados Unidos. Sin embargo, sí parece existir acuerdo en que Japón (que en la posguerra ha seguido un modelo caracterizado por una relación cooperativa muy intensa entre trabajadores y directivos) y Europa Occidental (que ha seguido un modelo de economía social de mercado) tendrán que enfrentar condiciones económicas difíciles que los obligarán de un modo o de otro a enfrentarse al problema del adelgazamiento. En todo caso, tendrán mucho que aprender del proceso seguido por el gigante del norte, para asumirlo con mejores perspectivas.