El pago anticipado de la deuda del gobierno con el Tesoro de Estados Unidos y con el Fondo Monetario Internacional envió un doble mensaje. Es una señal financiera dirigida a los inversionistas que pueden colocar sus recursos en el país, y es un signo político para el Congreso estadunidense que se opuso al paquete de ayuda financiera autorizado por Clinton en 1995. Pero esta transacción tiene también un significado interno que rebasa su contenido financiero y de relaciones externas.
La Secretaría de Hacienda realizó colocaciones de deuda en los mercados internacionales durante el último cuatrimestre del año pasado, y el gobierno decidió usar una parte de los mismos para hacer esos pagos antes de tiempo. Estas transacciones tienen un carácter convencional para refinanciar la deuda existente. Sirven para cancelar deudas viejas al conseguirse mejores condiciones de mercado en los nuevos recursos, es decir, menores tasas de interés y plazos más largos de vencimiento. Es por ello que los recientes pagos no redujeron la deuda externa total del sector público.
El gobierno mantuvo los recursos obtenidos mediante las nuevas emisiones de deuda en un fondo para amortización de pasivos a favor de la Tesorería de Estados Unidos y del FMI. La parte de la deuda de gobierno a gobierno se pagó directamente, mientras que aquella con el FMI se hizo a través del Banco de México que la registra entre sus pasivos. Ese fondo para amortización estuvo vivo durante varios meses, lo que constituyó una especie de ``guardadito'' por parte de Hacienda, hasta que finalmente se decidió hacer los pagos anticipados.
Existe un compromiso del gobierno y del banco central por mantener la transparencia en la información de las condiciones financieras y en la conducción de la política monetaria. La disponibilidad de recursos externos es una de las cuestiones más relevantes para esta economía, ya que repercuten de manera directa sobre la determinación del tipo de cambio y de las tasas de interés, y en las condiciones generales de financiamiento. Las colocaciones de deuda pública de la última parte del año no entraron a las reservas internacionales y, por ello, el anuncio del pago sorprendió a muchos observadores que se cuestionaron acerca de la procedencia de esos recursos.
El gobierno no tiene la obligación de vender sus tenencias de divisas extranjeras al Banco de México, por ello sólo le vendió la parte de los mil 500 millones de dólares que se pagaron al FMI. Esta última transacción sí se registra en las cuentas de las reservas internacionales y están reportadas por el banco central. Pero hubo un movimiento de divisas en el país, que corresponden cuando menos al monto anunciado del pago anticipado de 5 mil millones de dólares, que durante un periodo estuvieron fuera del registro oficial y de la información abierta de las operaciones financieras internacionales del país.
En las condiciones actuales de la nación (en proceso de estabilización económica y en un año electoral de especial relevancia), debe cuidarse que haya operaciones financieras que puedan despertar suspicacias en los mercados y entre las fuerzas políticas. Los fondos especiales --como este fondo para amortización de pasivos que creó el gobierno para cancelar anticipadamente parte de su deuda-- pueden, en términos estrictos, utilizarse para cualquier fin y su carácter hasta cierto punto secreto podría provocar fricciones costosas e innecesarias. En todo caso, el Banco de México anunció públicamente que en lo que hace a los recursos que conservó el gobierno en el fondo al que se ha hecho referencia, quedaron liquidados con los pagos realizados el día 16 de enero.