La Jornada Semanal, 26 de enero de 1997
Tuve mi filosofía propia desde el principio, en mi pobre
vecindario del Bronx, en Nueva York. Siempre supe, intuitivamente,
qué era lo que quería de la vida, me fijé mis
metas y, a pesar de todas las dificultades, en ellas me obstiné
hasta conquistarlas. Desde luego, el Destino y la Providencia juegan un
papel muy importante en nuestra existencia: hallarse en el lugar
justo, en el momento preciso, ayuda mucho. Sin embargo, uno tiene que
contar con la suficiente previsión como para aferrarse a las
oportunidades cuando éstas se presentan. Ahí puede
radicar la diferencia entre éxito y fracaso."
Estas palabras, expresadas por el historietista Bob Kane ųcélebre por su creación de Batman, el vengador nocturnoų, condensan la esencia de su vida. Así como la fatalidad pareció ensañarsecon sus colegas y amigos, Jerry Siegel y Joe Shuster ųquienes, tras haber concebido al héroe más famoso de todos los tiempos, Superman, perdieron por imprevisión sus derechos y terminaron en la inopia y en el olvidoų, la Dama Fortuna demostró en cambio una especial predilección por Kane, a quien sonrió desde un comienzo y con la cual, según su propio reconocimiento, "he venido manteniendo un fogoso romance desde entonces".
Aprendiendo a sobrevivir
Bob Kane nació en 1916 en un barrio "bravo" del East Bronx. Allí coexistían y se mezclaban distintos grupos étnicos. Los individuos solitarios, como Kane admite haberlo sido, debían protegerse mediante el ingreso a alguna de las pandillas locales. Se trataba de una cuestión de supervivencia. Bob, por aquel entonces un pionero en el todavía inexistente arte de los graffiti, era además un adicto al cine de Douglas Fairbanks padre. Así fue que propuso el nombre de "Zorros" para su banda, en alusión al paladín californiano que el dinámico actor interpretara. Como una premonición de su futuro personaje, Kane y sus amigos se ataviaban con máscaras negras cada vez que salían a sus correrías nocturnas, que solían implicar enfrentamientos con grupos rivales. Lo hacían más por razones prácticas que estéticas: finalizada una batalla, era más seguro el anonimato, en previsión del eventual ajuste de cuentas.
A los quince años Bob, que había cambiado el arte mural por laboriosos intentos en las páginas dominicales de los diarios, intervino en un concurso organizado por el New York American. La prueba consistía en copiar al protagonista de la tira Just Kids, una serie muy popular en esos tiempos, obra de Ad Carter. Ganó, y el premio, una tira original autografiada por su autor, amén de enorgullecerlo de por vida, inició su hobby de coleccionista de originales, hoy en día valuados en varios miles de dólares. Sin embargo, como él mismo cuenta, no posee casi ninguno de los que surgieron de su propio lápiz. "Esto es muy irónico y frustante", dice Kane. "Si en la actualidad un ejemplar del primer Batman (primavera de 1940) se tasa tan alto, ya puede uno imaginarse cuánto se pagaría por sus originales... šY no haber tenido la previsión de conservarlos! Pero es que por entonces jamás habría imaginado que Batman iba a vivir tanto... y a revalorizarse en esas cifras astronómicas."
Un lugar en el sol
Mucho menos habría pensado en riquezas en sus primeros tiempos. Sus padres no podían costearle un curso de arte, pero él suplía la falta de disciplinas académicas con la determinación más obstinada. "Me iba a dormir con un lápiz en la mano, y me despertaba asido a él todavía, para seguir garabateando sin descanso." Comenzó a destacarse como dibujante del periódico escolar The Clinton News, pero debió soportar la competencia de otro joven artista: Will Eisner, que pocos años más tarde crearía al aplaudido personaje The Spirit. Verdadera luminaria en el campo del comic, Eisner es uno de los contados pioneros del género cuya fama ha sabido imponerse al paso del tiempo. Kane debió ceder ante la maestría de su rival, quien le birló el puesto; sin embargo, nada lo apartaría de su obsesión por convertirse en un profesional de éxito. Una oportuna beca le permitió cursar dos años en un prestigiado instituto de arte comercial. De inmediato se consagró en cuerpo y alma a colocar las tiras que producía, siempre en el estilo cómico, que era el que mejor dominaba. Por una ironía del destino, fue su antiguo rival en el periódico escolar, Eisner, quien lo contrató al fin. Eisner no sólo era mejor dibujante que Kane, como éste no vacila en aceptar, sino también mucho más apto para los negocios. Muy joven aún, ya contaba con empresa propia, en sociedad con un caricaturista retirado, Sam ("Jerry") Iger; juntos, producirían algunas de las primeras revistas de comic de la historia.
Kane dibujo toneladas de tiras para Eisner; la primera de ellas, Hiram Hick, apareció en el segundo número de Wow, What a Magazine! en 1936. Una brillante carrera había comenzado oficialmente. Por entonces imitaba el estilo Disney, o más bien el de Floyd Gottfredson, el genial aunque anónimo dibujante de la tira diaria de Mickey Mouse.
El entusiasmo y la dedicación de Bob eran ejemplares, pero la paga resultaba magra. En esos tiempos, los dibujantes distaban de ser divos: eso quedaba para los grandes ilustradores del Saturday Evening Post o Collier's, revistas de verdadera jerarquía. La crisis económica obligó a Kane a posponer sus ambiciones ante la necesidad de procurarse el diario sustento. Por un tiempo, se mantuvo trabajando en una sastrería propiedad de un tío. Odiaba este trabajo, divorciado por completo de su vocación, pero admite: "...Me sirvió de valiosa experiencia. Ahí aprendí a reconocer las diferencias sociales: mi tío, el patrón, tenía escritorio propio, y también baño privado. Cuando me aceptó por fin en sus dominios, creí reventar de orgullo". Sin embargo, pronto dejó el empleo para volver a lo suyo. Una vez más lo acompañó la suerte y obtuvo colocación en los famosos estudios de Max Fleischer, el creador de la vampiresa Betty Boop y de Popeye; más tarde, el mismo productor lanzaría los magníficos cortos animados de Superman.
El joven Kane trabajó con gusto en animación durante algún tiempo, aunque lo rutinario de esa labor acabó por fatigarlo, despertándole añoranzas por su primer amor: las historietas. Habían pasado apenas tres años desde el surgimiento de este tipo de revistas. En 1934, la empresa Famous Funnies se limitó a reimprimir material de las páginas dominicales. Pero enseguida la demanda por material original dio una buena oportunidad a toda una legión de jóvenes ansiosos de trabajar en aquel promisorio medio; como se lo había propuesto, Kane se encontró en el lugar exacto, Nueva York, en el más propicio de los momentos.
Llegan los superhéroes
En 1938, el debut de Superman en Action Comics marcó el inicio de una nueva era: los comics books se habían impuesto, y la gente ya no sabría vivir sin ellos, al menos durante un par de décadas. Por entonces, Kane se había asegurado un puesto en la empresa editorial de Superman, National Periodical Publications (NPP), que más adelante cambiaría su nombre a DC Comics, según las iniciales de otra de sus más exitosas revistas, Detective Comics.
Uno de los jefes editoriales de la empresa, Vincent Sullivan, fue el gestor de la compra de Superman a sus autores, Shuster y Siegel, quienes con anterioridad habían visto rechazada su obra en incontables ocasiones. Sullivan habría de jugar también un papel fundamental en el nacimiento de Batman, el Hombre Murciélago. Así lo recuerda el propio Kane: "Tu trabajo se puede comparar al de Alex Raymond (el creador de Flash Gordon y Rip Kirby), me dijo Sullivan al ver unas copias mías de Flash... ƑPor qué no dibujas superhérores en lugar de caricaturas? šSuperman les está haciendo ganar una fortuna a sus autores! Justamente necesitamos otro héroe como él... ƑTe parece que lo podrías hacer tú? Y yo le respondí: šPor ganar lo que ellos ganan, te lo entrego para el lunes próximo!"
Y Bob cumplió: en un fin de semana tuvo lista la presentación. Su personaje vestía traje de mallas, al estilo de Superman, y era tan esbelto y musculoso como Flash Gordon. Aunque la calidad de la ilustración estaba muy por debajo de la de Raymond, había en los cuadritos un estilo especial, dinámico y audaz, que de inmediato logró la aprobación de los ejecutivos de NPP. El nuevo personaje parecía más "misterioso" que Superman, y la capa, a manera de alas de murciélago, le confería un aire amenazador, igual que la máscara provista de aguzadas orejas. Kane había hallado una mina de oro: con el correr del tiempo, Batman conquistaría casi tanta fama como su forzudo predecesor, aunque no lo había dotado de superpoder alguno.
Era tan sólo un magnífico detective,un atleta excepcional... y un fanático vengador, cuya cruzada contra el crimen se originó en el asesinato de sus padres a manos de un despiadado asaltante. Abrevando de fuentes tan diversas como los dibujos de Leonardo da Vinci, el célebre personaje de novelas baratas The Shadow, y el Zorro de Douglas Fairbanks, Kane había dado con una fórmula perfecta para el éxito. El debut se produjo en el número 27 de Detective Comis en mayo de 1939. El resto es historia. Y Kane sigue siendo figura principal en ella.
A diferencia de otros, el autor de Batman supo asegurarse de que su nombre apareciera siempre en la primera página de las historietas, aun cuando, más adelante, llegó a dejar casi todo el trabajo en manos de otros dibujantes. En 1940, Kane tuvo el buen tino de añadir al adolescente Robin como acompañante del protagonista (suavizando el carácter huraño del hombre murciélago con la euforia juvenil del sidekick), la popularidad de la serie se afianzó. Un estupendo guionista, Bill Finger, terminó de definir los caracteres a través de fantásticas aventuras y ocurrentes diálogos. Todo contribuía al éxito creciente de la historieta; y, no podía ser de otra manera, Hollywood se interesó. La buena fortuna de Kane continuaba.
Luces, cámara, acción
En 1943 ųun "muy buen año" para Kaneų, Batman debutó en la pantalla grande, personificado por Lewis Wilson. Era uno de tantos films en episodios, de bajo presupuesto y sin estrellas (Douglas Croft, el intérprete de Robin, era un hombre adulto que se esforzaba por actuar como un quinceañero, y el aerodinámico Batimóvil fue sustituido por un vulgar convertible gris); en compensación, sin embargo, el villano corrió a cargo de J. Carrol Naish, un verdadero profesional del cine, típico "malo" de los films de terror de la época. Y algo más: la película dio a Bob la oportunidad de alternar con el mundillo hollywoodense. Así conoció (y hasta usó de modelo para unos apuntes) a una bella rubia llamada Norma Jean, destinada a convertirse en la Musa de los cincuenta bajo el nombre de Marilyn Monroe.
Cuando a mediados de los sesenta (como resultado de la campaña anticomic desatada a fines de 1954) la popularidad de Batman pareció menguar, la buena suerte ayudó otra vez a Kane de manera harto pintoresca. Hugh Hefner, el creador de Playboy, solía divertirse, en compañía de sus "conejitas", presenciando de corrido los quince episodios de las series de Batman producidas entre 1943 y 1949. Se aplaudía al héroe y se silbaba a los villanos, mientras las palomitas se consumían por kilos. Aquella extravagancia, que tenía lugar en el Playboy Club de Chicago, llamó la atención de un ejecutivo de la cadena ABC, quien propuso una serie basada en el famoso personaje.
El resultado, con su inefable sabor camp, conquistó al mundo entero en un abrir y cerrar de ojos. La "batimanía" se desató y Kane salió ųotra vezų favorecido.
Vicisitudes
Ya estaban por cumplirse treinta años desde que Kane participaba en la confección de las historietas, cuando juzgó llegado el momento de pedir el retiro, aunque sin abandonar, por cierto, su conexión con el personaje. Lo siguió de cerca desde la versión paródica de la TV hasta las nuevas tendencias en los comics de la siguiente década, cuando, ante las demandas de un público cada vez menos masivo y más sofisticado, la DC retornó a las fuentes y eliminó a Robin ųel elemento "jovial" de la serieų, para ofrecer un Batman más sombrío y hermético, consagrado casi fanáticamente a su misión de venganza, a contrapelo de la Ley. En 1986, la miniserie The Dark Knight Returns, obra maestra del extraordinario artista/escritor Frank Miller, llevóel concepto a su culminación e instauró una nueva era de popularidad para el personaje, cuyo éxito llegó a sobrepasar al del propio Superman. Pero aún faltaba otro mojón en el sorprendente camino de Batman.
Batman, The Movie
En tanto Kane, alejado de la tabla de dibujo, se consagraba a otros intereses ųcomo escribir guiones para cine y TV, recrear en coloridas litografías pop las escenas de su historieta, e incluso incurrir en un segundo matrimonio con una dama bastante más jovenų, Hollywood llevó a la pantalla una vez más a Batman, pero ya no a escala clase "B", ni tampoco con un criterio camp, sino en forma de multimillonaria superproducción. Cuando se le solicitó su colaboración en calidad de "consultor", Kane, un enamorado del cine desde su temprana juventud, no cabía en sí de gozo.
Otros dos largometrajes habrían de suceder al primero, de resonante éxito, pero el afortunado dibujante jamás olvidaría el momento en que, durante la première, rodeado de luminarias de la estatura de Kim Basinger y Jack Nicholson, estrellas de la película, comprobó alborozado que la mayor demanda de autógrafos se centraba en su persona.
Su autobiografía, Batman & Me, editada en 1989, tiene el siguiente epílogo de Kane: "Aún me resulta difícil creer que he logrado tantas cosas en mi vida; algunas veces pienso que no todo ha sido un sueño. ƑAdónde habrá ido a parar el medio siglo transcurrido desde que concebí Batman? Parece que fue tan sólo ayer...".
Por acuerdo con El País Cultural, de Montevideo.