La Jornada 27 de enero de 1997

Segundo ejercicio de emboscada del Ejército en Las Margaritas

Jaime Avilés, enviado, San Cristóbal de Las Casas, Chis., 26 de enero Ť Por segunda ocasión en menos de 15 días, la patrulla del Ejército Mexicano que recorre la cañada de Las Margaritas, entre las guarniciones de Guadalupe Tepeyac y Nueva Providencia, ``se emboscó'' a la orilla del río Euseba, en un punto localizado a 10 kilómetros de La Realidad, población tojolabal en donde el sábado 11 de los corrientes fue visto por última vez el subcomandante Marcos.

La denuncia fue presentada por los habitantes de la comunidad, quienes condujeron a este reportero hasta el lugar donde las tropas gubernamentales pasaron la noche del miércoles 22 ocultas en la espesa vegetación.

Después de mostrar las marcas dejadas por las llantas de los carros de combate en un claro que los militares usaron como ``estacionamiento'', los campesinos señalaron ``las cuevitas'' que los soldados abrieron a punta de machete en la maleza para instalar sus bolsas de dormir.

Además de tales evidencias, este reportero encontró una caja de cornflakes vacía, cuatro envases de plástico con residuos de leche, una docena y media de latas de refresco, así como un viejo recipiente amarillo de vinilo, con dos grietas en su base, que por un costado ostentaba la inscripción ``5 US Gallons''.

El hallazgo de este nuevo ``ejercicio militar'' cerca de La Realidad, el segundo en las últimas dos semanas, coincide con la advertencia que el propio subcomandante Marcos lanzó, el viernes 24, en el sentido de que las tropas gubernamentales ``ensayan una y otra vez el golpe quirúrgico'' contra la comandancia general del EZLN, lo que hasta ahora no ha sido desmentido por los altos mandos castrenses.

Diplomacia y cirugía

Al iniciar la tercera semana de la llamada ``crisis dentro de la crisis'' del diálogo en Chiapas, el Ejército Mexicano ha consolidado, al menos en cuatro de las siete cañadas de la selva, un despliegue militar sin precedentes que, en opinión de algunos observadores del conflicto en esta ciudad, configura un ``esquema de contención'' cuyo objetivo sería ``inhibir cual- quier posible movimiento ofensivo''de los indígenas rebeldes, mediante esta aparatosa exhibición de fuerza tanto por aire como por tierra.

En la cañada de Patihuitz, que va de Ocosingo a San Quintín, ``por cada comunidad zapatista hay dos campamentos'' del Ejército Mexicano, dijo una fuente vinculada a la Comisión Nacional de Intermediación (Conai). Sin embargo, ``en todas partes uno se encuentra con altos oficiales amabilísimos, y en San Quintín, donde está la base militar más grande de la selva, la mayor preocupación del general al mando es organizar torneos de basquetbol entre los indígenas''.

La gente, reconoció, ``está muy asustada porque nunca se había visto tanta tropa, pero al mismo tiempo no sabe qué pensar porque los soldados están ayudando a sacar las cosechas de café en helicóptero, y no les cobran por este servicio a los productores''.

De acuerdo con un informe del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, llamado Violencia y militarización en Chiapas, antes de este despliegue militar el Ejército Mexicano contaba con 28 campamentos en la selva: 19 en el municipio de Ocosingo, siete en el municipio de Las Margaritas y dos en el de Altamirano.

Con base en cálculos conservadores, si en cada campamento hubiese 500 soldados --véanse las notas de Juan Balboa, de la semana pasada en este diario-- el total de efectivos movilizados, únicamente en la selva, ascendería cuando menos a 14 mil, una cifra que se ha incrementado en estos días críticos con el arribo de 6 mil cadetes más, que realizarán tareas de ``servicio social'' durante los próximos tres meses.

Para otros observadores, el esquema de contención implantado por las fuerzas armadas no se contradice, sino que al contrario podría complementarse, con los planes de ``golpe quirúrgico'' denunciados por Marcos y apoyados en la creencia de que eliminando a la dirección del movimiento, las bases rebeldes pactarán su rendición, con lo cual se resolvería el problema.

``Esto sería un error mayúsculo'', advierte Julio Moguel, especialista en asuntos agrarios, quien asegura que ``el eventual asesinato de Marcos provocaría un efecto inmanejable. En pocos días sobrevendría el caos y para recuperar el control de la situación el gobierno tendría que pagar el costo político de un gran baño de sangre, no exento de represalias internacionales, porque no se debe olvidar que en muchas comunidades de la selva hay observadores extranjeros, que en su mayoría provienen de Europa y Estados Unidos''.

La semana de la Cocopa

Ante esta situación militar, marcada por la tensión y las especulaciones, la tercera semana de ``la crisis dentro de la crisis'' será determinante para la Comisión de Concordia y Pacificación que, según declaraciones de su presidente en turno, el senador Heberto Castillo, en los próximos días deberá definir su posición ante el Ejecutivo federal.

Por lo pronto, las diferencias que hasta hace unos días parecían irreconciliables, entre la postura del presidente Ernesto Zedillo y la iniciativa de ley de la Cocopa, que apoyan los zapatistas, podrían acercarse mediante una nueva definición de algunos conceptos como el de ``autonomía'', que ayer fueron explicados con sencillez y transparencia por Adelfo Regino, intelectual del pueblo mixe de Oaxaca, que debatió en televisión con Jorge del Valle, miembro de la delegación gubernamental en la mesa de San Andrés Sacamch'en.

La autonomía que plantea la iniciativa de la Cocopa, dijo Regino, ``pretende que la Constitución garantice que la comunidad indígena sea reconocida como sujeto de derecho público, que defina sus planes de desarrollo por ella misma, como lo hacen las universidades autónomas, y que se creen mecanismos para asegurar que la comunidad reciba los recursos que debe entregarle el municipio y que casi nunca le llegan, o le llegan muy disminuidos, porque la ley no es clara en este aspecto.