La Jornada 27 de enero de 1997

Nuestro apoyo será para el gobernador que nos ayude, dicen en Xpujil

Rosa Icela Rodríguez, enviada, /II, Xpujil, Hopelchén, Camp., 26 de enero Ť ``Aquí la diferencia entre la vida y la muerte es una inyección de penicilina''.

Manuel de la Cruz Pérez se angustia, patea la tierra roja y mira la belleza de la selva maya, cuya enorme riqueza forestal es fuente de vida.

``He visto morir a muchos indígenas porque la medicina no llega a tiempo''.

El comentario lo hace mirando a lo lejos, como si estuviera solo, y en su rostro, agrietado y anguloso, se nota un dejo de impotencia, de malestar: ``los indígenas, los campesinos, casi todos tenemos una salud mala''.

Dengue, dengue hemorrágico, paludismo, infecciones intestinales, tos y asma son las enfermedades más frecuentes de esta región, ubicada entre Quintana Roo y Campeche, que sufren los choles, tzotziles, tzeltales y algunos mayas que llegaron invitados por el gobierno federal para poblar esa zona y hoy corren riesgo por la falta de atención médica y debido a los programas incompletos: ``nos dan un papel para las medicinas, pero no nos dan medicinas'', dicen con las recetas en la mano.

Y es que los programas gubernamentales inician muy bien, pero meses después los promotores regionales se ausentan. Son seis horas de camino con accesos difíciles desde Campeche hasta la zona limítrofe con Quintana Roo. Semana tras semana los indígenas esperan inútilmente la llegada del visitador médico que desde las cabeceras lleve medicamentos.

Penicilina (preciadísimo antibiótico), Bactrim, analgésicos, suero antiviperino, y los 66 productos clave que contiene el botiquín básico. Sudoroso, cachucha en mano y con todas las credenciales que lo acreditan, Manuel de la Cruz Pérez no es cualquier campesino de esta comunidad. Manuel es un ``orgulloso'' promotor de salud que está realmente preocupado por la falta de medicamentos.

``Llegan y nos piden ayuda, ¿pero qué hacemos?, no hay medicamentos'', reflexiona mientras pregunta de dónde venimos: ``México ahhh.... dígale al doctor De la Fuente que no se olvide de nosotros, los del ejido de Josefa Ortiz de Domínguez''.

Apenas sabe leer, pero los promotores de la Secretaría de Salud lo capacitaron para memorizar los nombres de los fármacos; también para recomendarle a la gente que hierva el agua de lluvia, ``que no se la tome así nomás''; para evitar el hacinamiento, que divida sus cuartos ``porque aquí se quedan más de diez juntos''; para que ventilen los cuartos y ``que no se duerman con los perros ni los gatos''.

El cólera ha disminuido desde que los gobiernos de Campeche y Quintana Roo llevan (aunque sea poca) agua potable a las comunidades.

En los límites de la pobreza extrema

La infraestructura hospitalaria con que cuenta Calakmul es escasísima e insuficiente. Información del Congreso del estado señala que ``cuenta con cuatro centros, cinco unidades médicas rurales de la Secretaría de Salud y una unidad médica del IMSS... para 114 comunidades de más de 24 mil habitantes, en un área de 16 mil 805 kilómetros cuadrados''. Cuya extensión representa el 29.55 por ciento del territorio campechano.

Los habitantes viven totalmente de la agricultura y de la silvicultura. La actividad agrícola de la región se caracteriza por el dominio de sistemas tradicionales de cultivo, determinados por las condiciones del medio físico y la ausencia de agua para estos propósitos, lo que la convierte en una actividad sujeta al temporal sin posibilidades de incorporar insumos mejorados, que se traduce en bajos rendimientos con producción de subsistencia.

En materia silvícola destaca la explotación de recursos como la madera y el chicle. Xpujil no cuenta con servicio telegráfico y el servicio postal tiene dos sucursales a donde van a recoger el correo de las 114 comunidades.

Es curioso cómo opera en la región la radio. Hay una radiodifusora concesionada al Instituto Nacional Indigenista que emite mensajes en maya. Pero lo paradójico es que las principales estaciones de radio en español y las noticias que escuchan en la región son de Chetumal.

El servicio de energía eléctrica se brinda en contadas comunidades, excepcionalmente hay otras que obtienen energía solar para tener un foco encendido.

Según información oficial, en Calakmul para 114 comunidades hay 53 escuelas de nivel preescolar, 70 primarias y 13 secundarias, ``la mayoría son de madera y con piso de tierra''.

No sólo las escuelas son de piso de tierra, también el 90 por ciento de las viviendas de los 24 mil habitantes que conformarán el nuevo municipio de Calakmul.

El gobierno del estado que encabeza Jorge Salomón Azar García, y el Congreso local, reconocen la miseria y el atraso. En el dictamen que dio origen al mencionado municipio precisan: ``los renglones de salud, servicios municipales, vivienda y comercio muestran signos de insuficiencia que se agudizan por la ausencia de actividades productivas rentables y por el bajo nivel de ingresos de la mayor parte de la población, lo que convierte a esa región en la de mayor marginación en el estado, a pesar de contar con una riqueza natural incalculable''.

No obstante, es hasta estos últimos años cuando el gobierno campechano volteó los ojos a esa región, y según el gobernador Azar García, se les proporcionó alrededor de 120 millones de pesos en cinco años.

--¿Entonces por qué los habitantes de la región de Xpujil le vienen a hacer plantones? --le preguntó un periodista a Azar García en una rueda de prensa

--Pregúntele usted a ellos.

Y les preguntamos...

El líder de Ojo de Agua, Miguel Martínez Gómez, informa: ``aquí ya llegamos a un acuerdo, somos neutrales. No estamos ni con un gobernador ni con el otro... Ni con Azar ni con Villanueva... Bueno, el que nos ayude, de ese recibiremos, y así no habrá problemas entre nosotros''.

Otro le quita la palabra y explica: ``Es que estábamos peleados, así como se pelearon los gobernadores, nosotros también. Se dividieron las familias, se tomó partido, se pensó que era mejor ser campechano o ser quintanarroense, o ser las dos cosas, hubo pleitos en serio''.

Mire --apunta otro mostrando los puños--, hasta que nos dimos cuenta que así no sacamos nada. No entendemos por qué los gobernadores se pelean por los ejidos, si ninguno atiende a la gente. ``Por eso --señala otro más-- nos juntamos y discutimos que no entendemos para qué quieren el poder si no gobiernan''.

No todas las comunidades han llegado a un acuerdo de neutralidad entre ellos, en la mayoría hay tensión, son controlados unos por líderes del PRI, del Consejo Regional Agrosilvipecuario de Xpujil y otros por el Consejo Regional Indígena Popular de Xpujil, de filiación perredista.

La frase más repetida: ``debe haber muchos intereses en la zona... sólo ellos saben''. Pero la realidad es que aquí en Ojo de Agua se escucha una y otra vez el reclamo: ``es 'lagua la que nos preocupa, que nos terminen un pozo''.

Miguel Martínez, el comisariado ejidal, explica parte de la problemática: las escuelas fueron construidas por Quintana Roo, pero los maestros son pagados por Campeche.

``Por eso, por que no sabemos de dónde somos y a quién le corresponde que nos atiendan, por eso pedimos que hagan la línea de una vez y ver de qué lado quedamos'', dice don Amado Méndez.

Fue aquí que nos explicaron que no solamente Azar creó el municipio de Calakmul, sino también el gobernador Villanueva creó --en este territorio en pugna-- recientemente dos nuevas juntas municipales o alcaldías, como le dicen en aquel estado: Cerro de las Flores y Dos Aguadas, pertenecientes al municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo.

En un balance general de los ejidos visitados por La Jornada se puede decir que lo más común es que los campesinos tengan títulos de propiedad (o ``carpetas básicas'', como ellos les dicen) de territorio campechano, pero los servicios se los está dando mayoritariamente el gobierno estatal de Quinta Roo.

Cabe señalar que la mayoría de los habitantes de estos 18 ejidos no son originarios de Campeche ni de Quintana Roo, sino de Chiapas, Tabasco, Veracruz y Tlaxcala, que emigraron a esas ciudades desde los 60 y 70.

``Claro que el correo es más fácil que llegue por Quintana Roo hasta acá'', dicen. Son seis horas y media de Campeche y dos horas de Chetumal.

``Ya nos cansamos de ir hasta Campeche; significa más dinero y tiempo. Vamos a Quintana Roo y Villanueva nos atiende, aunque no seamos de su estado... Entonces ¿qué camino nos queda? Nosotros no sabemos que hay atrás. Lo que queremos es 'lagua'', dice don Amado.