Hace unos días apareció publicado otro texto del subcomandante Marcos: ``7 preguntas a quien corresponda (Imágenes del neoliberalismo en el México de 1997)'', y es un buen ejercicio de reflexión y análisis del actual momento del país (La Jornada, 24/I/97). Con su estilo penetrante, Marcos dibuja varias radiografías del país que hoy vivimos, producto abigarrado de un México en crisis, descomposición y cambio, en este importante año que apenas empieza.
El texto está estructurado con base en siete preguntas. Me llamó la atención la manera en que se combinan las imágenes con las preguntas: 1) ``¿Hasta dónde hay que bajar para llegar hasta arriba?''; sobre los niños de la calle que viven en alcantarillas en una ciudad que se ha militarizado; una visión apocalíptica de la Ciudad de México, llena de caos urbano y un complicado desastre social; 2) ``¿Qué color de democracia le gusta?''; el momento electoral como un gran mercado, en donde, según el autor, todas las opciones, derecha, izquierda y centro, y sus correspondientes vinculaciones partidistas, no se distinguen por sus programas, sino por el intenso ``intercambio comercial''; 3) ``¿Por qué se desvisten esos desnudos?''; se trata de los trabajadores de limpia de Tabasco, es la imagen de un sistema que castiga a sus ciudadanos y premia a los que debería castigar, en síntesis, ``trabajadores desnudos y gobiernos corruptos''; 4) ``¿Cuánto cuesta este país con todo incluido?''; aquí se compara al presidente Zedillo con Og Mandino, base de una metáfora para la crítica al modelo neoliberal; 5) ``¿Cómo se mueren estas vidas?''; esta parte es sobre Guerrero y Oaxaca, estados que, como Chiapas, están poblados de altos contrastes de pobreza, represión y muerte para unos y riqueza, impunidad y abuso de autoridad para otros; 6) ``¿Quién vivió esa muerte?''; se retrata de forma aguda la descomposición del sistema político mexicano, las muertes políticas de Colosio y Ruiz Massieu; los huesos en la casa de Raúl Salinas; las vinculaciones de la alta política y el narco; 7) ``¿Cuándo termina?''; por último, pero no al final, está Chiapas y el conflicto de la negociación de la paz y de la ley sobre pueblos indígenas. Se trata de un texto que intercala en cada pregunta un fragmento del Quijote de la Mancha.
Se puede estar de acuerdo con muchas partes del texto y diferir en otras; sin embargo, el documento deja un sabor muy pesimista del actual momento mexicano. Es preocupante que la visión y lectura del país que hacen los zapatistas sea trágica, quizá no puede ser de otra forma; pero no hay datos falsos en el documento. Marcos retoma algunos conflictos sobresalientes de las últimas semanas y construye imágenes reales; les da tono y acento, pero prácticamente todas las partes del documento han sido titulares de ocho columnas. Los incumplimientos y el tortuguismo con que el gobierno zedillista ha tratado el problema chiapaneco llevan a Marcos a estas preguntas, a posibles escenarios de represión y quebranto de una paz frágil que vive esa región de México. ¿Dónde están las salidas, las respuestas, a esta inmensa bola de problemas que parecen no tener solución?
No comparto del todo la parte que se refiere a la política y al proceso electoral. Tiene razón Marcos en la crítica a los partidos y al clima mercantilista de la competencia, pero ésos son los actores e instituciones políticas que tenemos; es posible que ninguno esté a la altura de los retos y problemas, pero no podemos inventar otros de la noche a la mañana. Las elecciones están inmersas en el mercatilismo y la lógica de la publicidad domina sobre la del debate político, pero no se puede desechar la vía electoral, con todas las limitaciones y paradojas que pueda tener, no tenemos otra vía para construir alternativas al México autoritario y neoliberal. Hoy la política pasa afortunadamente por las elecciones; sin embargo, el mayor reto que está en el trasfondo del actual proceso político es cómo vincular la democracia representativa con la intervención, y posible solución, de los problemas sociales más apremiantes --pobreza, inseguridad, deterioro-- que hoy ahogan a la mayoría de los mexicanos. También me pregunto hasta cuándo y hasta dónde se necesitará llegar para revertir las inercias que destruyen a este país. En este sentido, comparto más el pesimismo zapatista que el falso optimismo oficial. Respeto al zapatismo y reconozco su contribución a que este país camine hacia vías más civilizadas de convivencia política. Desde 1994 este movimiento ha contribuido, directa e indirectamente, en la lucha para alcanzar la democracia en México.
No hay respuestas a las 7 preguntas de Marcos, ni mucho menos conclusiones, pero como dice Alain Touraine: ``Marcos es hoy por hoy la figura emblemática de la acción por la democracia en su sentido esencial: la defensa de los oprimidos por medio de la libertad política'' (La Jornada, 22/XII/96).