Se ha comentado (Raquel Tibol lo hizo por escrito) que la exposición-homenaje a Siqueiros --exhibida en el Munal-- contiene un número excesivo de retratos, tanto que hubiese sido posible cubrir la década exclusivamente con este género. Es cierto que, salvo algunas notables excepciones, las mejores piezas de la muestra son retratos. Pero es posible detectar precisamente en las obras menores la evolución que ocurre entre un Siqueiros proclive al esquematismo, a veces de tipo dco, que compartían en ese tiempo ciertos contemporáneos suyos y el cambio hacia otro tipo de expresión, prototípicamente ``siqueiriana'' si cabe la expresión en obras como Etnografía (1939) expuesta meses antes en la selección latinoamericana del MOMA exhibida en el Museo de Arte Moderno de Chapultepec.
La muestra del Munal supuso un notable esfuerzo de investigación, localización de obra, identificación y curaduria, sin que se perciba en ella la mano de un ``curador estelar'', sino la de una persona que tiene por delante al artista de quien va a ocuparse y el contexto temporal elegido para representarlo. No hay espectacularidad en la exposición, hay rigor.
Varias obras, siendo interesantes, me parecen menores y hay una que ni siquiera puede percibirse. Me estoy refiriendo a la Maternidad (ca. 1930) que proviene del Museo Municipal de Montevideo. Es una pintura desangelada, casi monócroma y para mi gusto carente de estilo aunque guarde algunos puntos de contacto con obras realizadas en Taxco en 1931. Me parece tan triste que pienso si no hubiera sido mejor no exhibirla cuantimás que tal y como anuncia la cédula, no existe certeza absoluta de que haya sido pintada en 1930. Tal vez sea un poco anterior y fue pintado sin ganas. Perteneció a la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, quien hizo pareja con David, a partir de 1929. Se casaron en 1932 y se separaron al año siguiente.
De Blanca Luz hay un retrato pintado en Taxco (1931) que yo nunca había visto. El parecido que la composición guarda con una fotografía de Tina modotti tomada por Weston en 1925 es sorprendente. ¿Puede tratarse de una simple coincidencia? lo curioso es que ambas mujeres guardan cierto parecido físico: cráneo braquicéfalo un poco achatado en los occipitales, frente muy baja (estrechísima hacia arriba), trazo pronunciado de las cejas, mentón bien definido. Esto se acentúa porque --en la fotografía de Weston como en el óleo de Siqueiros-- la pose o actitud de las modelos es con la vista baja, los párpados caen, velando los ojos de idéntica manera. Del año siguiente es una acuarela que parece rendir homenaje a Blanca Luz, pues se titula El espíritu de la poesía. Un homenaje en verdad sumamente elemental, bastante antipoético. Si cayésemos en la tentación de considerar que las obras son ``síntomas'' (nunca hay que tomar tal opción y pido disculpas al hacerlo), llegaríamos a la conclusión de que en el fondo a Siqueiros no le gustaba Blanca Luz, aunque seguramente la admiraba al igual que a su tío, el presidente demócrata de Uruguay.
Quien lo deslumbró fue María Asúnsolo. Pero bien sabemos que ella deslumbró a muchos pintores, afortunadamente, pues la mayoría de los retratos que le hicieron son espléndidos. Siqueiros la pintó niña, tomando como base una fotografía en la que aparece sentada, pose muy típica del siglo XIX, aunque en atuendo del XX. La pintó asimismo adulta, descendiendo una escalera en pose cinematográfica (1935) ataviada con un vestido que parece humedecido al adherirse a su piel. En ambas pinturas está ya la tendencia claroscurista que hace del Siqueiros en esta vena un pintor neobarroco, siguiendo la línea iniciada a fines del siglo XVI en Italia, para proseguir en la España, Flandes, Holanda y la Nueva España del XVII.
La monumentalidad que, sumada a la característica mencionada, vino a convertirse en Landmark en la pintura de caballete de este pintor es más perceptible en otro retrato de 1935: Muchacha vestida de rojo, espléndida pintura.
Se exhibe la extraordinaria Niña Madre (1936), cuya composición deriva de una fotografía de Brehme, publicada por Raquel Tibol. Conocemos la obra muy bien porque fue litografiada y ha circulado bastante. Siempre me he preguntado si la representación de la criatura, que equivale a la de una niña de unos 8 años, corresponde al título consabido. Más bien la pequeña carga en sus espaldas a su hermanito --ya de más de un año-- o a otro niño. Hay madres sumamente prematuras, pero ésta resulta biológicamente imposible. No creo que Siqueiros desconociese a tal grado las funciones femeninas. Sin embargo él así tituló este cuadro aludiendo quizá a las tempranas funciones maternas que la mujer desempeña, quiéralo o no. El libro-catálago de la exposición merece comentario aparte.