Dentro de uno o dos meses a lo sumo, tres mil o más aspirantes a diputados, gobernadores, presidentes municipales y un jefe del DF junto a varios senadores listados, andarán los caminos de la competencia electoral que se avecina. La polvareda ya es casi audible si atendemos a los gritos, desplantes, burlas y llamados que varios de los trabajadores del ámbito público comienzan a lanzar. Mucho de ello va firmado con una calidad que parece presagiar una contienda sin cuartel, altisonante, sin duda cruenta para los prestigios personales de algunos y dolorosa para ánimas recatadas y sencillas.
Todos y cada uno de los buscadores del voto ciudadano llevan una tajada cierta de triunfo en sus ambiciones debido al indetenible mejoramiento habido en las condiciones de la competencia. El favor del electorado se ha vuelto veleidosa tierra de nadie. Y por si fuera poco lo dicho, los candidatos contarán con los suficientes recursos para costearse apoyos que los pondrán, no sólo al alcance de la atención colectiva, sino que sin duda influenciarán costumbres y desconfianzas bien arraigadas por décadas de manipulación y frustraciones.
La disputa por el voto de los capitalinos dibuja con firmes rasgos el imaginario político a pesar de las nebulosidades que forma la urgencia de asegurar el control de la mayoría en la Cámara de Diputados. La jefatura de gobierno del DF parece que será el gran trofeo partidista. En anteriores contiendas, los resultados obtenidos en la gran ciudad de los mexicanos presagiaba a los del resto del país donde el perfil norteño, además de su panismo creciente, rubricaba su vocación bipartidista. El centro de la república era dominado por el PRI y el sur empobrecido repartía el voto del populacho entre los partidos que hacían trabajo en las bases de la población (PRD, PRI). Todo ello fue trastocado por el avance panista, la recuperación del PRD y el derrrumbe priísta. En su conjunto, la República ahora se tiñe con matices parecidos a la trabazón que las encuestas ya revelan que habrá en el DF. No tiene por qué ser distinto ahora. Al contrario, todo apunta a obtener un mapa que anticipe futuros repartos equilibrados.
Las postrimerías del invierno han calentado los arrestos y acomodos partidistas. Los grupos y las personas que los condicionan, se han enfrascado en un forcejeo por las posiciones en juego. El PAN y el PRD parece que ya han encuadrado sus alternativas por parejas. La nominación de Paoli o Castillo por los azules correrá a cargo de los profesionales que mueven los intereses del grupo decisorio, pero donde todavía se abre un resquicio para la opinión de sus bases. De darse esto, los anhelos y trabajos de Paoli pueden cristalizar. De prevalecer los modos y costumbres, Peraza confirmará las predicciones en su favor. Cárdenas y Muñoz por el PRD siguen midiendo muñecas pero, a juzgar por el desplegado de fin de semana, algunos grupos perredistas no se ceñirán a las reglas internas y han dado un mañanero periodicazo en favor de Cárdenas. El tironeo priísta mantiene los titubeos de las poderosas fuerzas que se mueven a su interior. Dos grupos con características propias y bien definidas parecen ser los finalistas.
El formado en el estado de México con Del Mazo como postulante y el del procurador capitalino respaldado por intereses heterogéneos pero atados a políticos de viejo cuño y donde Ortiz Arana es paladín. Un tercero en discordia (M. Jiménez) ha surgido después del autodescarte de Silva Hérzog. La decisión parece que radicará en las prefiguraciones que permitirá Zedillo para encontrar su futuro remplazo, el tránsito posible en medios y su deseado cariz popular.
Mientras, los sondeos recientes muestran que el proceso electivo correrá por dos canales paralelos. Uno que se va a dirimir en los medios de comunicación: radio y Tv. El otro que dependerá de la penetración en segmentos de electores por nivel de ingreso. De tres o cuatro salarios mínimos para abajo, los rivales serán el PRD y el PRI, hoy en igualdad de condiciones. Cualquiera que domine este apartado, el populoso, verá ensanchadas sus posibilidades de triunfo. De cuatro salarios mínimos para arriba el pleito, de salida bastante cargado en favor del PAN, admite sin embargo un tirón adicional del PRI. En caso de que el PRD logre penetrarlo mejor, al tiempo que se sostenga en la base, la victoria podría estar cercana. Aunque lo mismo juega también para el PRI. Pero de seguir las cosas como ahora, el PAN la hará en grande. De aquí en adelante, los candidatos tendrán en sus manos el acento de inflexión.