En nuestro anterior artículo hacíamos referencia al Infonavit y el importante papel que le ha tocado desempeñar en el fomento a la construcción de la vivienda. Partíamos del hecho de que en 25 años se han desarrollado problemas que es necesario reconocer para estar en condiciones de resolverlos. Estos problemas explican en buena parte el porqué la actual administración ha tenido que iniciar una serie de reformas para dejar en mejor posición financiera y orgánica a ese Instituto.
Esta misma situación ha servido, indicábamos, para que de manera pública o privada se propusiera la desaparición del Infonavit y la administración privada de los fondos para vivienda. Alertábamos: en esta posición privatizadora de una institución de beneficio social no hay nada desinteresado, neutro o sólo académico. Es un asunto que le concierne a todos los ciudadanos y organizaciones, en especial a los propios trabajadores.
No es un asunto sólo de eficiencia económica, también es un tema que atañe a la obligación y el compromiso gubernamental de propiciar mejores condiciones de vida para los mexicanos. Además, la eficiencia administrativa también puede ser alcanzada si el organismo se conserva.
Pero ¿cuál es la importancia del Infonavit? De acuerdo a los datos estimados que proporciona el Segundo Informe de Gobierno, en los últimos cinco años se han otorgado más de dos millones 300 mil créditos por parte de organismos gubernamentales, mixtos y la banca. Uno de cada cinco créditos fue concedido por el Infonavit.
En términos de dinero, en este mismo lapso se han destinado a este rubro más de 143 mil millones de pesos por parte de esos mismos organismos. De cada diez pesos, casi tres han sido canalizados por el Infonavit.
Más aún, cuando la crisis de 1995 se dejó sentir, uno de los sectores más afectados fue el de la construcción, incluida desde luego la de vivienda. Tanto en ese año como en 1996, el esfuerzo hecho por Infonavit le permitió enmedio de recortes y programas disminuidos, aumentar su participación dentro del conjunto de créditos y recursos destinados a la vivienda.
La Alianza para la Vivienda, impulsada por el gobierno federal, permite advertir la importancia que tiene este rubro no sólo para los planes gubernamentales, sino también para los gobiernos estatales, las cámaras, las asociaciones y los colegios de profesionistas, que también participan en ella. Es claro, entonces, que el fomento a la vivienda debe ser conservado aun enmedio de una crisis profunda. Esto es un compromiso partidario y de gobierno al que se debe seguir honrando.
Los esfuerzos no se reducen a lo anterior, en todos los organismos encargados del fomento a la vivienda se han llevado a cabo diferentes cambios administrativos y legales para hacer más eficiente y transparente la asignación de créditos, para aumentar los niveles de ahorro, abaratar los costos fiscales de construcción de vivienda, mayor acceso de los trabajadores a la información de sus aportaciones, diversos mecanismos para proteger la vivienda de los trabajadores que pierden su empleo, entre otras medidas.
Sobre este punto, cabe preguntarse: ¿creemos seriamente que la iniciativa privada estaría interesada en apoyar la vivienda para los trabajadores de la misma manera? Muchos creemos que no.
A pesar de estas medidas, nadie puede estar satisfecho, falta mucho por hacer en esta materia, como lo han reconocido los propios titulares de los organismos encargados de esta tarea. En este sentido, en lugar de buscar cómo debilitar al organismo, busquemos la mejor manera de apoyarlo y resolver sus problemas.
Lo que es claro es que aquéllos que quieren que el Infonavit sea desmantelado y sus funciones y recursos administrados por sectores privados, no se detendrán ahí. Posteriormente pedirán que la estructura de salud y seguridad social y hasta la educación y el petróleo se vayan para allá. Lo dicho: quieren todas las canicas.