La Jornada viernes 31 de enero de 1997

Fernando Benítez
A Marcos

Quiero agradecer al subcomandante Marcos que me haya dedicado con 85 abrazos sus 7 preguntas a quien corresponda. Me parece original y sorprendente que presente sus razones recurriendo a don Quijote de la Mancha y a Sancho Panza. Yo leo diariamente a don Quijote, que me ha servido de lanza y de escudo para seguir escribiendo.

Marcos es un héroe. Dotado de una gran inteligencia, de un notable sentido del humor, y siempre bien informado, es una especie de Las Casas que, a base de sacrificios, busca la liberación de los mexicanos más desvalidos: los indios. Marcos combate la ignominia y busca cerrar una herida abierta hace más de 500 años.

Los problemas en Chiapas se iniciaron en el siglo XVI. Fray Bartolomé de las Casas fue nombrado el primer obispo de Chiapas. Dolido de la esclavitud de los indios protestó y fue encarcelado, vejado y se le mantuvo preso sin darle de comer. Estuvo a punto de morir a manos de los feroces terratenientes españoles.

De regreso a España, fray Bartolomé continuó con heroísmo su lucha y logró ser oído por Carlos I de España, hijo de Felipe El Hermoso y Juana La Loca. Las indias fueron botín de obispos y de ciertos funcionarios codiciosos que Las Casas combatió y supo defender a los indios hasta su fallecimiento.

En el siglo XX el defensor de los indios chiapanecos fue un extraño alemán que escribía en inglés, llamado Bruno Traven, traducido al español por la hermana del presidente López Mateos. Después fue Rosario Castellanos con su famoso libro Oficio de Tinieblas y más tarde el gran antropólogo Ricardo Pozas, autor de Juan Pérez Jolote. A través de estos testimonios sabemos que los propietarios alemanes, dueños de Soconusco, enviciaban a los indios con alcohol y los esclavizaban en sus fincas.

Históricamente los indios han sido despojados de sus tierras. Si hay bosques, propiedad legítima de los tarahumaras, por ejemplo, en realidad no son de ellos sino de los talamontes multimillonarios, mientras que los indios mueren de hambre o piden limosna en Chihuahua. Los indios han vivido en sus tierras desde hace miles de años, y nosotros sólo tenemos 500 años de habitarlas. Por esta simple razón ellos tienen más derecho a esas tierras que el resto de los mexicanos.

La solución del problema indígena la dio don Vasco de Quiroga en el siglo XVI. Nunca dio limosnas sino fundó hospitales atendidos por médicos indios, conocedores de las plantas medicinales, y fundó talleres muy diversos que hasta la fecha constituyen una gran riqueza nacional.

Marcos sabe que será difícil mejorar la situación de los indios. Será necesario multiplicar las escuelas y los talleres. Devolverles sus bosques y sus tierras; respetar sus lenguas, sus mitos y sus ritos. Los indios suponen un inmenso potencial humano que no hemos sabido aprovechar y si no que lo digan sus pirámides y centros ceremoniales, que maravillan a turistas nacionales y extranjeros. Nuestro deber principal es contribuir a que recuperen el genio creador que trescientos años de Colonia casi extinguió.

En la actualidad vivimos quizá la mayor crisis de nuestra historia, pero debemos preguntarnos: ¿No hemos vivido en crisis desde la Independencia? No obstante, el país es fuerte y salimos adelante. Es un país milagroso. Recientemente hemos presenciado un drama que tuvo como protagonistas a los barrenderos de Tabasco. Despedidos injustamente de sus puestos, dos trabajadores recurrieron a un ayuno que duró tres meses y a punto de morir intervino la policía, llevándolos por la fuerza a un hospital. Por su sacrificio los barrenderos fueron al fin oídos y repuestos en sus modestos cargos.

¿Y qué decir de Marcos? No es un sacrificio permanecer tres años en la selva; tres años sufriendo lluvias torrenciales, alimento muy escaso, acoso de culebras venenosas y otras plagas. El subcomandante se vio obligado a recurrir a las armas porque sólo con ellas podía ser escuchada su gente. El obispo Samuel Ruiz también ha sabido entender a los indios. Hoy el resto de los obispos de Chiapas demandan que se cumplan los acuerdos de San Andrés, respetados por Marcos y la Cocopa, para llegar a la paz.

En la situación política actual creo que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) debe abandonar las armas y formar un partido que siga defendiendo a los ocho millones de indios que existen en México.

Se despide de ti con mil abrazos tu amigo.

Fernando Benítez.