La Jornada 1 de febrero de 1997

Sería irresponsable decir que el EPR está desarticulado, afirma Aguirre

Elena Gallegos, enviada, Iguala, Gro., 31 de enero Ť En una gira por esta entidad, durante la cual el presidente Ernesto Zedillo insistió en que es la democracia y no la violencia el camino para construir un México más justo, el gobernador Angel Heladio Aguirre Rivero dijo -en entrevista- que él sería un irresponsable si afirmara que el EPR está desarticulado, ya que ``no sé ni quiénes ni cúantos son''.

El mandatario estatal fue abordado por los reporteros en Zirándaro de los Chávez, minutos antes de que el Presidente iniciara una gira que comenzó con un sentido homenaje al doctor Ignacio Chávez. Después continuó con multitudinarios actos, a los que acudió acompañado por alcaldes perredistas, y concluyó al atardecer en Acapulco, donde, a la orilla de una laguna, un grupo de mayores -entre ellos un buzo, un almirante y un obispo- contó sus andanzas a Ernesto Zedillo.

Aquí en Guerrero, el jefe del Ejecutivo hizo un llamado a transformar las instituciones para que respondan a las nuevas condiciones del país y sostuvo que, ``más allá de los problemas circunstanciales, las instituciones seguirán siendo sustento de una patria segura y generosa''.

A lo largo de la jornada, el Presidente atestiguó también la entrega a la administración estatal de instalaciones, personal y recursos para brindar los servicios de salud, como parte de la descentralización que esa Secretaría inició en 1996.

En su mensaje a los guerrerenses -donde un buen número de municipios es gobernado por la oposición- Zedillo volvió a señalar que, sin importar el origen partidista, todos debemos luchar contra la pobreza y la injusticia. Anunció que en 1997 los recursos federales para la entidad serán superiores a los 10 mil millones de pesos, 60 por ciento de los cuales se destinará a gasto social.

La pobreza, dijo, no sabe de partidos. Al igual que ayer en el estado de México, reiteró que ésta, el autoritarismo y la corrupción son los verdaderos enemigos de México. Luego puso a Guerrero como ejemplo cívico para el país, ya que aquí pueden convivir autoridades de distinta extracción ideológica, con la convicción de que se debe servir al pueblo y, parafraseando al alcalde de Iguala, Lázaro Mazón, dijo: ``con lealtad y honradez''.

Pero antes, cuando Aguirre Rivero aguardaba la llegada de la comitiva, los reporteros lo interrogaron sobre la detención de Benigno Guzmán, líder de la OCSS, a quien se le acusa de ser uno de las cabezas del EPR.

-Esto no se basa en acusaciones del gobierno -respondió el mandatario- sino de dos personas recluidas en el Cereso de Acapulco, acusadas de estar implicadas en acciones del grupo armado. Por eso no me parece justo que se hable de cacería de brujas o que andamos buscando chivos expiatorios.

``¿Cree usted -preguntó uno de los reporteros- que el EPR está desarticulado, como dijo Dionisio Pérez Jácome, y cree que la detención de Guzmán puede causar inestabilidad en el estado?''.

Aunque más tarde se supo que Pérez Jácome no habló de desarticulación, el gobernador señaló: ``respecto de la opinión vertida por el subsecretario Pérez Jácome (no ocupa tal cargo, es vocero del gobierno), yo no podría hacer apreciaciones de esa naturaleza. Primero porque yo no conozco cúantos ni quiénes son. No puedo señalar, porque sería una irresponsabilidad de mi parte, si con esto se extermina o se acaba la presencia del grupo armado en Guerrero. Lo que sí es que, tanto el Ejército, como las policías, están atentos a dar seguridad a los guerrerenses''.

Homenaje al doctor Ignacio Chávez

Muy de mañanita en Zirándaro -tierra michoacana hasta que el curso del río cambió y quedó dentro de Guerrero-, un nutrido grupo de universitarios y fun- cionarios asistió al homenaje al doctor Ignacio Chávez. Ahí estaban, entre otros, Guillermo Soberón, Jesús Kumate, Elena Poniatowska, el rector Francisco Barnés de Castro, Genaro Borrego y Mario Luis Fuentes. Promotor activo de la conmemoración del centenario del natalicio de Chávez, fue el secretario Juan Ramón De la Fuente.

El Congreso local se constituyó en sesión solemne para recordar al mexicano que mayores reconocimientos ha obtenido -más de una treintena de doctorados honoris causa, entre muchos otros- y allí el Presidente estableció que:

``Sólo la agresión violenta y la irracionalidad contra nuestra máxima casa de estudios hizo que el doctor Chávez dejara su cargo ese día funesto para la historia de la UNAM''.

En tres líneas, el presidente resumió aquel vergonzoso episodio, cuando un grupo de porros -Espiridión Payán, Leopoldo Sánchez Duarte y Félix Barra García, entre otros- vejó al doctor Chávez. Cuentan que ese día de junio de 1966, secuestrado en la torre de la rectoría, Chávez llamó una y otra vez al presidente Gustavo Díaz Ordaz, pero nunca obtuvo respuesta.

El obispo y la campana de Morelos

Después de la firma del Convenio de Desarrollo Social con esta entidad -Aguirre y Carlos Rojas signaron el documento-, el Presidente se comprometió con el alcalde de Iguala (ganó el municipio por el PRD) a levantar un monumento a la bandera, en esa que es su cuna.

Más tarde, en Acapulco, en la Hacienda de los Pavorreales, junto a una laguna, el Zedillo comió con lo más granado de la sociedad guerrerense. En la mesa, un grupo de ancianos lo acompañó y la charla se llenó de recuerdos y nostalgias.

Fue allí donde el almirante Alfonso Argudín, alguna vez alcalde de Acapulco, pícaro, le habló de la campana de Morelos. Resulta que en 1813, después del segundo sitio a Acapulco -el primero fue fallido-, el general venció a los realistas que llevaban como enseña a la virgen de La Soledad, con bastón de general y todo.

Con los cañones que les requisó fundió una campana. Luego la campana fue a parar a Tecpan, cuando Morelos la liberó. En ella puede leerse aún: ``Tecpan, la primera provincia libre de América de nuestra señora de Guadalupe'', patrona de los insurgentes. Pues resulta -siguió, ameno, el almirante- que la campana la tiene el obispo Rafael Bello Ruiz, quien estaba en una de las orillas de la mesa.

``No se la presta a nadie'', sonrió el almirante. El obispo se movió en su silla. El Presidente se rió de plano: ``Luego platicamos'', le dijo al prelado. Y así, entre café y café, los viejos siguieron contando sus cosas a Zedillo, y se recordó allí a Apolonio Castillo, el más grande hombre rana de estas tierras. Entonces, Alfonso Arnold, otro de los buzos más experimentados, recordó cómo Apolonio casi se le murió en los brazos. La historia es larga, pero hubo tiempo para contarla.

Antes de que concluyera la visita oficial a Guerrero, hubo tiempo también para entregar obras de agua potable y vialidades; para festejar, con unas desentonadas mañanitas, el cumpleaños del jefe de Giras Presidenciales, Juan Manuel Verdugo, y para que el doctor De la Fuente siguiera recordando con largueza a Ignacio Chávez.