En materia política, como en tantos otros aspectos, México se ha dividido en dos partes cada vez más distantes una de otra. Por un lado está un sector amplio, creciente, pero aún minoritario, de personas enteradas que leen periódicos, escuchan programas de radio en los que hay debates y opiniones plurales, que participan en partidos y grupos cívicos; y en el otro lado está un amplísimo sector ajeno a la información política que recibe tan sólo cápsulas de publicidad bien pensadas y generalmente engañosas.
Los de este sector, ayunos de oportunidades de información veraz y plural, son mayoría y a ellos llega muy lentamente la información privilegiada del otro sector. Podemos decir que en nuestro país las grandes discusiones, las pugnas políticas de fondo, los planteamientos para cambiar o para no cambiar y mantener las cosas como están son cuestiones propias de especialistas. Unos cuantos, dirigentes de partidos, gobernantes, periodistas, politólogos están enterados de las cosas de fondo. Las mayorías, entre las que se encuentran no pocos militantes de todos los grupos políticos, sólo se enteran de lo que la habilidad publicitaria del sistema les permite o lo que pescan por aquí o por allá, según su mayor o menor interés, o según el tiempo que la dura lucha por la vida les deja libre.
Sólo así se explica una campaña oficial tan burda, tan ajena a un verdadero debate, tan llena de viejos lugares comunes, como la que está empeñando el partido oficial bajo la batuta de Roque Villanueva.
Decir, como hace cuarenta años, que el PRI es el centro eficaz y seguro, pragmático y sereno que todo lo hace bien, mientras que a la derecha se encuentran los panistas-fascistas y a la izquierda los perredistas-totalitarios, es sostener lo insostenible.
Quien ha sido fascista, totalitario y derechista a más no poder es el sistema; es el gobierno y su partido el que se apoya cada vez más en las armas, la propaganda mentirosa, la publicidad machacona y la compra de simpatías con dineros, obras y servicios que pagamos entre todos.
Si esta pelea que se da hoy entre PRI y PAN es cierta, los panistas deben estar desconcertados; sus socios y compañeros de ayer en pro del liberalismo económico y de un apoyo irrestricto a la iniciativa privada, de pronto se vuelven en su contra y les achacan iracundos lo que aplaudieron juntos ayer.
Así se explica cómo Fox no alcanzó a contestar más que insolencias a Roque, y cómo Lozano Gracia sale tímidamente a responder a los que le atribuyen no sólo errores en las investigaciones de los crímenes de personajes, sino casi casi su autoría intelectual.
La trampa que se le tendió al PAN, vista a la distancia, no fue el que la ``vidente'' les vendiera un cadáver falso en un millón de pesos; la trampa se tendió cuando los panistas aceptaron un cargo de la importancia que tiene la Procuraduría General de Justicia de la República, en manos de un hombre inexperto, impreparado para la alta misión que se le encomendó, y sin el tamaño necesario para su desempeño.
Si el pleito es real, el PAN no se repone aún de la sorpresa del descontón; si el pleito es simulado y el trasfondo es el rescate de la imagen del régimen salinista, les están saliendo bien las cosas a uno de los dos partidos de la derecha y mal al otro.
En el México más o menos enterado podemos analizar, intentar ver tras la cortina de humo de las chocarrerías y gritos destemplados de roques y foxes, y acabaremos descubriendo la trama, pero en tanto la información correcta y la interpretación justa permeen hacia el otro México, al no enterado y desconcertado por la publicidad, distraído por los trucos espectaculares y enredado en sus propias angustias existenciales, ya habrán pasado las elecciones y el nuevo cúmulo de problemas será para otros tiempos y para otros personajes.