A Manuel Alvarez Bravo, notable artista, en sus 95 años.
¿Podrá la próxima campaña electoral retomar su vertiente necesaria de discusión de ideas, programas y presentación de opciones a la ciudadanía mexicana, y abandonar su entrada inicial de cruce de adjetivos, elementales y de mal gusto? Los votantes mexicanos y la opinión pública se lo merecen.
Hemos insistido en diversas ocasiones: ``la transición hacia la democracia'' no se limita al escrupuloso recuento de los votos y al desarrollo de campañas equilibradas, sino que alude de manera primordial a las alternativas de gobierno que se presenten ante los electores. Es una cuestión también de sustancia y no sólo de forma, de ``técnica electoral''.
Surgió otra vez la mención a las derechas, a las izquierdas y al centro, por cierto en un contexto y en un nivel de alusiones primitivo a más no poder. Me parece que vale la pena examinar con otro ánimo la cuestión, y procurar que se generalice una discusión fructífera sobre el tema. (Por supuesto, una referencia mínima obligada sería el precioso librito de Norberto Bobbio, Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política, publicado por Taurus, 1995.)
Es cierto que después del colapso soviético parecía que en general el pensamiento de izquierda estaba liquidado. Se había llegado a una encrucijada histórica en la que sólo la idea ``liberal'' tenía futuro: las demás ``ideologías'' habían fracasado. La historia llegaba a su fin. No tenía más sentido hablar de izquierdas y derechas. La simplificación brutal no se sostuvo y hoy, por supuesto, ante los estropicios de la política, la economía y la cultura del neoliberalismo (que representan, abreviando, el principal componente de la derecha), la izquierda busca también una redefinición. Una redefinición que es relativa, en el sentido de que asume diferentes matices según el país, pero que seguramente tiene también constantes y elementos comunes.
Me parece que el colapso del ``socialismo real'' tuvo, entre otros efectos, la ventaja de eliminar la noción de ``dictadura'' como fundante de una democracia ``más profunda'' (``dictadura del proletariado'' o ``centralismo democrático'' de un partido o de un comité central). Y de alentar las corrientes de una izquierda democrática, o de un socialismo democrático, para no eludir los términos. En esta brevísima nota quisiéramos ya dejar sentados algunos puntos imprescindibles de lo que pudiera ser en México hoy el mínimo programa de esa izquierda democrática. Por supuesto vale la pena continuar en otros artículos el examen del tema:
1. Una primera cuestión, política y económica. Se reconoce la vitalidad del mercado y se acepta el fracaso, la ``utopía negativa'' de las planificaciones centralizadas (y con mayor razón de las burocráticas y antidemocráticas). Pero atención: el mercado ha propiciado brutales desigualdades económicas y sociales. El Estado (democrático, la democracia) ha de impulsar el desarrollo social y el ``igualitarismo'' de las oportunidades y no abandonar el comando del desarrollo al mercado, lo cual es contraproducente y origina nuevos problemas de extrema gravedad.
2. Ante una relación vertical entre gobernados y gobernantes la izquierda democrática ha de propiciar una relación horizontal, es decir, participativa y precisamente democrática. Por eso propone en México la limitación de los poderes presidenciales y la independencia del Legislativo y del Judicial. Busca la contención del Ejecutivo y la rendición de cuentas de la función pública. Pugna por un genuino federalismo y por la plena vigencia del Estado de derecho. Una izquierda democrática es defensora de los derechos humanos y de las minorías.
3. Al contrario de un Estado que absorba a la sociedad (autoritarismo) esa izquierda sostiene la visión de un Estado profundamente vinculado a la sociedad, en que las necesidades colectivas tengan la prioridad de las acciones de gobierno (creación de empleos, fortalecimiento de las medianas, pequeñas y microempresas, educación, salud, vivienda, adiestramiento profesional y técnico y muchos otros etcéteras). Una izquierda democrática ha de ser sumamente sensible a las demandas sociales y, en general, vincularse a las ONG; en la expresión de un partido político ha de subordinar las batallas internas por posiciones a su perspectiva social de los problemas. Su visión del poder político es horizontal y no vertical.
4. Las tendencias ``globalizadoras'' son un hecho universal. La izquierda democrática no puede ignorarlo. Lo que no puede admitir es la ``versión'' ideológica de la globalización que empuña el neoliberalismo. Ha de enfrentarse entonces a los problemas de la globalización con espíritu crítico y rescatar la ``visión'' social de los problemas que de ella se derivan, por supuesto también de los avances tecnológicos contemporáneos.
El neoliberalismo significa el desmantelamiento del Estado y el atropello de las soberanías, la apertura indiscriminada en favor de los monopolios y de las grandes empresas, las privatizaciones indiscriminadas en beneficio del capital financiero, el sometimiento y la pulverización del movimiento obrero, la liquidación de las inversiones sociales, la concentración de riqueza y la ampliación de la pobreza extrema, etcétera. Por supuesto, ha de elaborarse una teoría crítica de izquierda a propósito de estos fenómenos, no simplemente para negarlos y refugiarse en discutibles fórmulas rebasadas por las circunstancias, sino para presentar verdaderas alternativas.
5. El neoliberalismo, en síntesis, disuelve las ideas de solidaridad y los valores colectivos, que son no sólo herencia de la tradición socialista sino de la humanidad entera (como lo es, por supuesto, el conjunto de los derechos y de las garantías individuales). La ``recuperación'' de esos valores sociales es, a mi entender, una de las principales, inaplazables tareas de la izquierda democrática.
De este núcleo evidentemente se desprenden infinidad de reflexiones. Procuraremos profundizarlas. Ojalá se amplíen desde otras experiencias, porque estas cuestiones son las que verdaderamente importan hoy como opciones para la ciudadanía en las próximas elecciones.