La Jornada 5 de febrero de 1997

Su postura, la de un hombre que ya no tiene más camino que amedrentar, dijo el ex regente

Manuel Camacho Solís aseveró ayer que el ex presidente Carlos Salinas hizo algunos cambios impostergables para el país, pero en el asunto central de la democracia y de la responsabilidad de las instituciones con la sociedad, en vez de reformador se convirtió en el guardián de los intereses del aparato autoritario de México.

Por primera vez, el ex regente respondió los ataques del ex mandatario. En un comunicado de dos cuartillas que envió a los medios de comunicación, subraya que se distanció de Salinas de Gortari porque una visión diferente sobre el futuro político del país los separó definitivamente, ``por eso ahora soy su adversario político''.

La posición política de Salinas ``está muy lejos de su discurso'', agrega el también ex canciller, y destaca que los principales problemas que tuvo el ex mandatario fueron por su resistencia a reformar la política y no por los cambios que impulsó.

Sin embargo, explica Camacho Solís, ahora Salinas expresa los objetivos y las posiciones de un hombre de poder que ya no tiene más camino que el de amedrentar a los demás. Salinas se propone solidificar el frente autoritario para recuperar fuerza, asevera.

La debilidad de Salinas fue no tener la entereza necesaria para resistir las presiones de la adulación que lo envolvieron, ni para tomar las grandes decisiones que hubieran impulsado el cambio democrático, hubieran fortalecido a las instituciones y democratizado la vida política de México.

``Trabajé para el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Cuando fue Presidente hice lo posible por distinguir la amistad de las decisiones políticas. No fue por debilidad, sino por argumentos, por lo que tuve alguna influencia en sus decisiones'', dice el ex regente.

Agrega que es por todos sabido que desde el principio hasta el fin de su gobierno ``defendí la necesidad de reformar al sistema político'', para que la oposición se expresara realmente y tuviera espacios que permitieran la inclusión de todos aquéllos que querían participar en la política.

De su posición política, dice que nunca la escondió, por el contrario, ``pensé y sigo pensando que para salir de la situación límite que vive el país, desde hace ya un largo tiempo, no teníamos otro camino legítimo que el de responder a los reclamos democráticos de la sociedad''.

En su comunicado, Camacho indica: ``Sostuve, como sostengo, que teníamos y tenemos que hacer factible el cambio de régimen político para que impere en las instituciones de la República un régimen de responsabilidades, una mejor representación, la división de poderes a que nos obliga el Estado democrático, un real estado de derecho, y los mecanismos de publicidad y vigilancia que dejen atrás definitivamente el patrimonialismo''.

El ex regente enfatiza que nunca ha creído en el camino fácil de hacer propaganda con políticas compensatorias para sustituir a la justicia; de ofrecer apertura política, sólo en apariencia; de decir que se quiere reformar la economía sin establecer los sustentos y garantías suficientes al desarrollo sostenido, porque eso pervierte el proceso modernizador.

Al fijar su postura respecto de Salinas, Camacho Solís apunta que siempre le pareció que fascinarse con la apertura externa, olvidando la historia y las necesidades económicas del pueblo, llevaba a riesgos de estabilidad social: ``... advertí de la necesidad de acompañar los cambios económicos con la construcción de coaliciones políticas y sociales más amplias que les dieran sustento''.

Concluye: ``Siempre dije lo que pensaba y defendí lo que creía. Mi trabajo político se ha hecho ante la opinión pública. ¿No acaso es lo que me reprochan Salinas y sus aliados al hablar de mi protagonismo?''.