La Jornada 6 de febrero de 1997

Más de 2 millones piden la renuncia de Bucaram

Ap, Ansa, Afp, Dpa, Efe y Reuter, Quito, 5 de febrero Ť El presidente ecuatoriano, Abadalá Bucaram, quien podría ser destituido este jueves por el Congreso, calificó esta noche como una ``gran jornada cívica'' el paro general iniciado hoy contra su política económica, y prometió ``trascendentales rectificaciones'', al hacer un llamado a un diálogo nacional y pedir ``calma'' a la población.

Cientos de miles personas se volcaron a las calles de esta capital y otras ciudades del país al comenzar la medida de presión, mientras más un millón de indígenas mantuvieron bloqueadas las principales carreteras. En los dos únicos enfrentamientos que se registraron, 24 personas, entre ellas seis policías, resultaron heridas en esta capital; en la sureña ciudad de Manabí, el saldo fue de siete heridos y 20 detenidos.

Las calles de esta capital y diversas ciudades del interior amanecieron con barricadas erigidas durante la madrugada por manifestantes, pero también el Palacio de Gobierno de Carondelet amaneció protegido con barricadas de sacos de arena y rollos de alambres de púas.

Asimismo, la sede del Congreso fue rodeada por seis camiones militares repletos de soldados, en lo que el ministro de Defensa, Víctor Bayas, describió como un ``cerco'' para proteger a los legisladores de eventuales agresiones de los manifestantes.

La presidencia informó que Bucaram ``para mantener el orden interno de la república decretó la movilización nacional de los recursos humanos y materiales que se requieren para mantener el orden interno''.

El paro fue convocado por el Frente Patriótico contra el paquetazo impuesto el mes pasado por Bucaram, que incluye aumentos de hasta 600 por ciento en los servicios básicos, aunque a la demanda de la derogación de las medidas de ajuste se sumó la exigencia de la destitución de Bucaram.

El presidente del Congreso, Fabián Alarcón, anunció que a petición de los organizadores del paro --que cuenta con el apoyo de más de 300 organizaciones sin- dicales, sociales, estudiantiles, e incluso las cámaras de comercio e industria-- convocó a una sesión extraordinaria para las seis de la tarde del jueves en la que se analizará la destitución del gobernante.

Trascendió que al menos 52 de los 82 legisladores del Congreso unicameral votarán por la destitución, aunque se encuentran divididos sobre qué argumento de invocará para ello. Un sector de los diputados pide sea destituido por ``incapacidad mental'', como se establece en el artículo 100 de la Constitución; el otro sector es partidario de un juicio político a Bucaram por ``graves ofensas al honor nacional''.

Bucaram de 45 años y con cinco meses en la presidencia, es apodado El Loco por sus excentricidades, que van desde actuar como cantante popular, presidir un equipo de futbol y referirse a sus opositores con insultos.

Intercambio de acusaciones

Alarcón, quien repentinamente se cambió a la oposición, denunció que el gobierno preparaba la disolución del Parlamento, en una fórmula similar a la empleada por el peruano Alberto Fujimori en abril de 1992. Pero también la vicepresidenta Rosalía Arteaga, quien esta semana se distanció de Bucaram, aseguró que desde el Parlamento se conjuraba un golpe de Estado.

Arteaga se propuso como la sucesora más viable de Bucaram, en caso de que éste sea destituido, pero la Constitución --que no establece si debe presentarse certificado médico en caso de que se declare ``incapacidad mental'' del Ejecutivo-- no señala cuáles serían los mecanismos para definir a un sucesor. Así las cosas, no pocos observadores consideran que el virtual candidato para suceder a Bucaram es Alarcón.

El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Carlos Solórzano, se solidarizó con Alarcón y dijo que la decisión de la sucesión presidencial le correspondía al Congreso, de acuerdo con la Constitución.

Trascendió, que en caso de que se destituya a Bucaram se nombraría un gobierno interino, que al cabo de 18 meses convocaría a nuevas elecciones.

Bucaram también habló de la existencia de un complot, que atribuyó a la iniciativa de un ``grupo de cuatro políticos conspiradores'', a quienes no identificó, pero que dijo ``intentan vulnerar la Constitución''. Rechazó que hubiera una orden de detención contra Alarcón, como lo aseguró poco antes el titular del Congreso. ``En su afán de figurar quieren que el gobierno los meta tras la rejas. No los queremos tras la rejas sino a la faz pública para que Ecuador descubra el proceso conspirativo, lesivo a la Constitución''.

El secretario de la Conferencia Episcopal, Antonio Arregui, se pronunció por una solución rápida a la crisis ``debidamente ponderada y maduramente definida''.

``Que se vaya''

Al grito de ``que se vaya'', cientos de miles de ecuatorianos participaron en las manifestaciones más numerosas en este país desde que se reinstauró la democracia en 1979 tras una serie de regímenes militares.

En los únicos disturbios que se reportaron en esta capital, un grupo de manifestantes intentó acercarse al Palacio de Carondelet, fuertemente reguardado por policías y soldados, que dispersaron a los manifestantes con gases lacrimógenos. Estos respondieron devolviendo las bombas lacrimógenas a los uniformados; la Cruz Roja indicó que 18 civiles resultaron heridos, en tanto que las autoridades dijeron que seis uniformados corrieron la misma suerte.

En una de las innumerables manifestaciones, en las que destacaron muñecos con la efigie de Bucaram, así como cruces, llamó la atención de miles de quiteño una de las mujeres de la Escuela de Artes, quienes con sus cuerpos desnudos pintados hicieron su protesta callejera.

Un asno con un sombrero cargaba un letrero que decía: ``Hasta yo pienso que Bucaram debe dejar el cargo''. La mayoría de los manifestantes vestía de luto y coreaba frases que demostraban su capacidad literaria para componer versos alusivos.

La empresa privada Cedatos dijo que en las manifestaciones participaron 2.2 millones de personas, más de medio millón de ellas en esta capital, que tiene una población de un millón 700 mil. Añadió que 2.1 millones de personas participaron pasivamente en el paro, colocando banderas en sus casa o haciendo sonar cacerolas.

Una encuesta de Cedatos señaló que 94 por ciento de los ecuatorianos respaldó el paro. El 61 por ciento considera que Bucaram debe renunciar, mientras 38 por ciento estima que debe quedarse en el cargo pero no sin efectuar rectificaciones.

Mediación indeseada

El secretario general de la Organización de Estados Americanos, César Gaviria, viajó con carácter de urgencia a esta capital a petición de Bucaram. A pesar de que el ex presidente colombiano dijo que pretendía negociar, señaló que dialogó tanto con Bucaram como con algunos opositores.

Gaviria descartó la posibilidad de un golpe de Estado militar, e hizo un llamado al ``diálogo y a la cordialidad'', pero su presencia aquí fue rechazada por los ex presidentes León Febres Cordero y Rodrigo Borja, quienes destacaron que la crisis debe ser resuelta sin injerencias externas.

Sin embargo, desde Washington el Departamento de Estado manifestó que ``observa con preocupación los eventos y llama a la calma y reflexión nacional''. Inquietudes similares expresaron los gobiernos de Perú, Argentina y Brasil.

Un loco que duerme

En una intervención televisada, un conciliador Bucaram elogió al pueblo ecuatoriano por el civismo demostrado durante el paro y expresó su agradecimiento a las fuerzas armadas y a la policía por ``su sacrificado desempeño en beneficio de la paz social del Ecuador''.

Prometió que una vez finalizado el paro, el próximo viernes, ``el gobierno aspira a la rectificación de procedimientos de todos los sectores de la sociedad involucrados en la crisis y demuestra su ferviente deseo de dar el primer paso con el ofrecimiento de que en las próximas horas hará rectificaciones trascendentales que conduzcan a la búsqueda de una concertación nacional en la confirmación de su gabinete y en la aplicación de un plan de acción inmediata económica y social''.

Bucaram, quien se ha confesado temeroso de los ``fantasmas'' que, afirma, aparecen en el viejo Palacio de Gobierno construido hace más de un siglo por el barón francés de Carondelet, no había pernoctado allí desde que inició sugestión hace menos de seis meses. Pero debió hacerlo anoche por primera vez y esta noche también. Y no pocos señalaban que el insomnio del gobernante estas dos noches no sería atribuible precisamente a los ``fantasmas''.