La Jornada, el medio noticioso más consultado en Internet
Adriana Malvido Ť El imperio de la televisión en materia de noticias comienza su agonía a fin de siglo. Si la imprenta democratizó el conocimiento, si la cámara de video le dio al ser humano miles de ojos para mirar al mundo, las nuevas tecnologías digitales ofrecen al periodista de hoy cientos de brazos, piernas, oídos y ojos para inventar una nueva manera de documentar la historia de todos los días y de transmitirla, a velocidades antes inimaginables, a todo el planeta a través del ciberespacio.
Entre los millones y millones de bytes que viajan diariamente por Internet, los archivos noticiosos son hasta ahora, según estadísticas del WWW, entre los más solicitados por parte de los usuarios. Nuevos lectores que no esperan el periódico impreso bajo su puerta o las noticias televisivas por la noche, sino que encienden su computadora para informarse de lo que ocurre en el mundo.
Hoy hace dos años, el 6 de febrero de 1995, apareció por primera vez la página de La Jornada en Internet y según la Coordinación de Servicios de Red de la UNAM es, desde entonces y en materia de noticias ``el recurso más utilizado en México'' con un promedio de 85 mil consultas diarias --que en ocasiones alcanzan las 100 mil y se reducen a 50 mil en fines de semana--, de las cuales una cuarta parte provienen de Europa y casi un 30 por ciento de universidades estadunidenses. Cabe mencionar que uno de los días con mayor índice de consultas fue en la segunda semana de octubre de 1996, cuando Ramona llegó al Distrito Federal, y que uno de los temas más solicitados por los países al otro lado del océano es Chiapas.
Gilberto Becerril, coordinador de Sistemas de La Jornada cuenta:
``La idea de poner el periódico en Internet nació cuando vimos las posibilidades que ofrecía el World Wide Web (WWW): alcance mundial, ambientes totalmente gráficos, un adiós al texto corrido del estilo teletipo; cuando nos planteamos que nuestros contenidos tenían valor a nivel internacional y del interés por acercarnos a lectores fuera de México para ofrecerles una alternativa de información que no los dejara a merced de ECO y fuentes similares.''
La respuesta, recuerda, fue sorprendente. El 7 de febrero se recibieron 80 mensajes por correo electrónico desde Estados Unidos y México, y al día siguiente comenzaron a llegar procedentes de Europa.
Para julio de 1996 los hacedores de la página supieron que el diario, en su versión para Internet, era ya una referencia obligada para cuestiones latinoamericanas en Washington y recibieron con gracia la noticia de que ``un militar decía disfrutar los cartones de El Fisgón.''
El diseño del proyecto se inició desde diciembre de 1994:
``Instalamos una red pequeña con servidores Linux en los que después de instalar los programas necesarios, comenzamos a armar el prototipo de la página buscando desde el principio un buen diseño, que fuera agradable a la vista y retomando el cuidado que se pone a la primera plana y a la contraportada del diario en su versión en papel.
``En ese momento Justin Paulson, estudiante a nivel licenciatura de letras inglesas y activista por los derechos humanos, mantenía por su cuenta una página dedicada al EZLN en el Swarthmore College en Pennsylvania, que era muy consultada por personas con interés en cuestiones sobre México, así que le pedimos nos hiciera un espacio en su servidor para publicar La Jornada y aceptó con gusto.''
Sin embargo, cuenta, fueron tantas las consultas al diario en aquel servidor ``que surgieron problemas de saturación y nos prohibieron seguir transmitiendo desde ahí, pero afortunadamente nos ofrecieron otros `espejos': en Canadá, Daniel German, estudiante de doctorado en computación en Waterloo, y en la UNAM, Miguel de Icaza, del Instituto de Ciencias Nucleares. Nos acercamos a la Dirección de Servicios de Cómputo de esa universidad y nos ofrecieron una muy buena máquina para trabajar y una excelente atención.
``Así fue como a partir del 30 de marzo de 1995 nos instalamos en la UNAM como sitio principal con los `espejos' mencionados.''
Según información del Instituto de Ciencias Nucleares, sólo ese ``espejo'' tiene 12 mil consultas diarias a La Jornada.
Información publicada en la página http://serpiente.dgsca.unam.mx/jornada revela que las consultas a la versión electrónica del diario provienen: 25 por ciento de México; 29 por ciento de universidades en Estados Unidos; 17 por ciento de servicios comerciales estadunidenses como American On Line, entre otras; 7 por ciento del Reino Unido; 4.5 por ciento de Canadá; 4 por ciento de Francia; 3 por ciento de ONG; 3 por ciento de España; 2 por ciento de Italia; 2 por ciento de Alemania; 1 por ciento de Suiza, 1 por ciento de Japón, 1 por ciento del gobierno de Estados Unidos y 1 por ciento de Holanda.
Poco a poco los diferentes suplementos del periódico aparecieron en Internet. Desde febrero de 1995, la sección de Ciencia que se publica los lunes comenzó a ganar lectores entre los estudiantes mexicanos en el extranjero que solicitan, sobre todo, los artículos de Luis González de Alba y Ruy Pérez Tamayo.
En enero de 1996 ingresó al ciberespacio La Jornada Semanal y en octubre Letra S, el suplemento sobre el sida coordinado por Alejandro Brito.
Ricardo Cayuela, jefe de redacción de La Jornada Semanal comenta:
``La respuesta ha sido amplísima por parte de gente de habla hispana repartida por el mundo, desde Europa hasta Japón, Finlandia o Australia y de las universidades estadunidenses, cuya consulta es sistemática.''
El suplemento, dice, contesta entre 50 y 100 mensajes vía correo electrónico que se reciben cada semana.
``Internet es un medio de comunicación del que apenas estamos descubriendo y valorando sus alcances. Es un espacio ilimitado. Si en nuestra versión en papel publicamos 20 páginas semanales, en Internet la completamos con bibliografía, ilustraciones, referencias y hasta música en algunas ocasiones, como cuando abrimos con David Bowie e incluimos fragmentos de sus canciones.''
Por ejemplo, dice, el próximo número impreso contará con un artículo de Carlos Fuentes. La versión para Internet tendrá ``llamadas'' a todos los artículos que este autor ha escrito para el suplemento, una bibliografía completa y un espacio con la opinión de los lectores sobre este escritor.
Recientemente Juan Villoro, director del suplemento, viajó a Costa Rica y descubrió que una empresa de ese país imprime La Jornada Semanal tomada de Internet, engrapa las páginas y las distribuye.
Asimismo supo que en Chile un periódico publica textos originales del suplemento como suyos, sin el crédito de los verdaderos autores.
Por eso Ricardo Cayuela propone: ``ya es tiempo de comenzar un verdadero debate sobre los derechos de autor en Internet. El riesgo real de que cualquiera y desde cualquier lugar pueda reproducir los textos que circulan en el ciberespacio debe conducirnos, sin caer en la censura o en posturas rígidas, a nuevos mecanismos que protejan los derechos autorales en la Red.''
Entre los proyectos contemplados por La Jornada en relación con el ciberespacio están: la puesta en marcha de un servidor propio y la creación de foros para que los lectores puedan intercambiar opiniones con reporteros y colaboradores del periódico.
El paso siguiente, vislumbra Gilberto Becerril, será cuando la gente pueda consultar desde sus hogares la información generada por cualquiera y en cualquier parte del mundo y no necesariamente por las grandes cadenas noticiosas.
Para ello, advierte, las posibilidades técnicas se están dando rápidamente, pero lo que decidirá al ganador ``será el contenido y el talento para ordenar la información.''
Para el coordinador de Sistemas ``los periódicos ya no tienen por qué estar limitados a páginas y fotos, ahora la historia podrá contarse con más amplitud gracias al hipertexto, al video, los recursos multimedia y la interactividad.''
Como las ciudades están atravesadas por redes de fibra óptica y ya se cuenta con una terminación de alta velocidad en casa --el cable de servicio privado de televisión-- pronto, agrega Becerril, podrás seleccionar lo que desees de cada periódico y verlo en una pantalla que será una especie de híbrido entre la computadora y la televisión.
Hacia el siglo XXI: nuevo periodismo, nuevas maneras de leerlo.