La Jornada jueves 6 de febrero de 1997

Marta Lamas
En capilla, la justicia en el estado de México

Hace más de un año Claudia Rodríguez espera sentencia. Al defenderse de un intento de violación, hirió con una pistola al agresor, quien murió dos horas después por falta de atención médica. El hecho ocurrió en las inmediaciones de una estación del Metro, con la oscuridad de las 6 de la mañana, y aunque no hubo testigos presenciales, Claudia no huyó del lugar y aceptó haberse defendido.

Cuando Claudia le avisó a su marido que se iba a festejar la fiesta de la Candelaria con una amiga y que llegaría al amanecer, él le sugirió que se llevara la pistola calibre 22 que habían comprado después de dos asaltos a su pequeño comercio. El juez de amparo, quien negó la legítima defensa, expresó su reprobación por que, ``¿qué hacía una mujer casada sola a esas horas?''. De nada sirvió que el marido de Claudia explicara cómo, al haberse casado muy jóvenes, ambos habían decidido darse libertad para ir de vez en cuando de pachanga con amigos.

Desde el 3 de febrero del año pasado Claudia está en la cárcel, separada de sus cinco hijos. Ella no disparó para matar, sino como último recurso para defenderse de la violación. Los golpes y arañazos, y la ropa rota, son pruebas que acompañan el expediente y testimonian el forcejeo previo.

Claudia se defendió de una violación:, condenarla por ello es aceptar que la opción de las mujeres es dejarse. Esto es lo que verdaderamente está en juego.

La acción de Claudia no es un caso más de homicidio calificado ni es una invitación a que las mujeres se armen para defenderse. Es la respuesta de una mujer decidida a defender su dignidad y su autodeterminación sexual con lo que tenía a la mano. En ese sentido es elocuente la desigualdad de trato de la justicia: el caso del ex militar, jefe de Seguridad de Televisa, quien mató al hombre que intentaba robarle su reloj, y que quedó libre 24 horas después, y el de Claudia, que mató al hombre que intentaba robarle su dignidad, y que lleva un año presa.

Una condena en un caso tan simbólico como éste significaría que las mujeres no tienen derecho a defenderse, como puedan, de una violación. De ahí que amplios sectores de mujeres organizadas tengan puesta su atención en la resolución que probablemente emita mañana viernes 7 la Procuraduría del estado de México. La sentencia que se dicte a Claudia Rodríguez mostrará el criterio mexiquense en un asunto tan grave como la posibilidad de legítima defensa ante una violación. Sería importante que el Programa Nacional de la Mujer de la Secretaría de Gobernación se manifieste sobre el tema.

Por lo pronto, ojalá que las autoridades de justicia del estado de México reflexionen sobre lo que verdaderamente está en juego.